Desmontando la Hípica después de la Fiesta de la Moto
Los moteros dan el visto bueno al recinto de la carretera de Rueda, que ayer volvió a la normalidad, con propuestas de mejoras en los accesos y conciertos a cubierto
J. Sanz
Martes, 12 de enero 2016, 14:13
Los operarios del Servicio Municipal de Limpieza peinaron ayer las 14,12 hectáreas que ocupa el recién estrenado recinto motero de la antigua Hípica, en la carretera de Rueda, para recoger la basura generada por el paso de los 6.500 moteros inscritos en la Fiesta de la Moto. «La verdad es que han sido razonablemente limpios y, aunque es cierto que no ha habido tanta gente acampada como otros años los restos de las hogueras así lo delatan, el pinar estaba bastante bien», confirmaron fuentes del servicio, cuyos trabajadores dejaron los terrenos como una patena pasado el mediodía. Su presencia en las instalaciones coincidió con la de los empleados encargados del desmontaje de las últimas carpas, vallas, antenas y demás, que prácticamente quedaron recogidas durante la tarde.
Así que el recinto motero recuperó ayer la normalidad después de un fin de semana en el que los aficionados pudieron examinar in situ los pros y las contras de unas instalaciones llamadas a ser definitivas para las concentraciones venideras.
Y la mayoría, es cierto, dieron el visto bueno al emplazamiento, sobre todo, en cuanto a instalaciones como las carpas de hostelería, los baños y duchas, el comedor de los desayunos, el escenario principal e, incluso, una zona de acampada en la que, pese a haber menos pinos que en ediciones pasadas de Pingüinos las de Puente Duero, «tampoco se ha causado daño alguno a los árboles», según coincidieron en señalar durante la concentración los moteros zamoranos Víctor Gago y David Apelláñiz, quienes destacaron que el recinto estaba «muy bien preparado».
Los peros, que también los hubo, hay que buscarlos, sobre todo, en la «ausencia de una carpa cubierta en torno al escenario en la que poder refugiarse de la lluvia», según coincidieron en señalar los moteros vallisoletanos Pablo Sánchez y Lola Sobradillo, quienes le transmitieron esta sugerencia al propio alcalde, -Óscar Puente, durante el desfile del sábado. La suya fue una queja repetida por los presentes en un recinto en el que, además, muchos de ellos reclamaron también una mejora en los accesos desde la carretera de Rueda los actuales eran provisionales, un mejor firme en los caminos interiores y en su entorno allí fue donde más se generaron los mayores barrizales, así como una ampliación del espacio de acampada en previsión de la recuperación de Pingüinos el año que viene.
«Escuchar las sugerencias»
Los valientes que decidieron pasar las dos más que pasadas por agua noches en sus tiendas de campaña, al margen de echar de menos «algún arbolito más», sí reclamaron la instalación de algunos baños portátiles cercas de las tiendas, ya que los que había estaban demasiado alejados de la zona de acampada, al igual que la única nave de servicios y duchas. Eso además de pedir la limitación del ruido a partir del fin de los concierto, una petición razonable si se tiene en cuenta que concluyeron en sendas jornadas del viernes y del sábado al filo de las cinco de la mañana.
Una instalación 'made in' Valladolid
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Si de algo podía presumir el recinto motero de la antigua Hípica es de que prácticamente todo el montaje era 'made in' Valladolid. Tanto es así que desde la obra civil (Inmeva) hasta el escenario principal de los conciertos (Swinging Electroshow), pasando por la seguridad (Eulen), la electricidad (Servilux) o el 'merchandising' (Cashvent), entre otros, todo fue gestionado por empresas locales, al margen de las diez barras de restauración de las dos copas, también vallisoletanas y del trabajo de los operarios municipales implicados en que el recinto estuviera, como así fue, a punto para la celebración de la Fiesta de la Moto.
Pero quizás pesaron más los aspectos positivos que los negativos en la valoración de un recinto en el que, sobre todo, los moteros destacaron el recinto hostelero de la Feria de Días (gastronomía), donde los diez bares y restaurantes presentes tenían la posibilidad no solo de atender a los clientes a cubierto la nave en forma de U tenía capacidad para cientos de personas sino también por la calle las casetas podían abrirse por dentro y hacia el exterior, si bien la lluvia impidió que esta última posibilidad se aprovechara. También fueron bien valoradas las dos carpas de barras de copas, en las que, eso sí, llegaron a formarse grandes charcales en el suelo, otras de las mejores posibles de cara a 2017.
El alcalde, Óscar Puente, se comprometió de entrada a «escuchar las sugerencias de los moteros» a la hora de realizar mejoras en el recinto y anunció que volverá a recorrer con ellos las instalaciones para visualizarlas sobre el terreno. Entras las que ya baraja el Consistorio se encuentran la creación de «unos accesos definitivos, la ampliación de la zona de acampada o la plantación de más árboles». El resto tendrá que estudiarse a lo largo de los próximos meses.
El recinto, en cualquier caso, parece haber superado esta primera prueba de fuego a pesar de haber soportado un aguacero de casi cuarenta litros por metro cuadrado en 72 horas. «Las instalaciones son perfectas y, aunque necesitan unos retoques, han funcionado bien», reconoció un veterano como José Manuel Navas, de Turismoto, el club que tradicionalmente organizaba Pingüinos y que confían en poder volver a hacerlo en enero de 2017.