David Taberna y José Gabriel Mújica, director y exdirector de El Diario Vasco
«En la época de ETA, la prioridad era hacer el periódico todos los días pero, sobre todo, sobrevivir y resistir»José Gabriel Mújica y David Taberna, exdirector y director respectivamente de El Diario Vasco, celebran un mano a mano bajo el título 'Informar en tiempos de terror»
Hubo un momento en el V Encuentro de Periodismo Miguel Delibes en el que el ambiente cambió. La conversación se volvió más seria. Fue durante el mano a mano titulado 'Informar en tiempos de terror', que estuvo protagonizado por José Gabriel Mújica y David Taberna, exdirector y director, respectivamente, de El Diario Vasco, que ofrecieron valiosas lecciones sobre la responsabilidad de este oficio a la hora de informar en «los peores años del plomo», tal y como anticipaba la periodista y conductora del Encuentro de Periodismo, Silvia González.
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José Gabriel Mújica, que dirigió El Diario Vasco durante décadas, recordó los años en los que cada titular, cada crónica y cada decisión informativa iban acompañados de amenazas, presiones y del temor real de que la violencia podía tocar la puerta del periódico, algo que él mismo llegó a experimentar en primera persona. Él, que estuvo amenazado por la banda terrorista, explicó cómo los periodistas muchas veces «se la jugaban», para lograr que este diario saliera cada día de las rotativas. Frente a él, David Taberna aportó la perspectiva de quien dirige el diario en la actualidad y explicó que su principal misión es la de impedir que aquella memoria se apague.
La conversación, estuvo moderada por Carlos Aganzo, quien habló de una realidad muy cercana en el espacio y en el tiempo. «En España hace no tanto, te mataban por informar». Con esa frase, rotunda y sin rodeos, arrancó la conversación. «Hoy parece una historia de ciencia a ficción, pero es real. Yo mismo recuerdo cómo cada día miraba debajo del coche antes de ir a trabajar. Teníamos que contar las cosas como eran, pero muchas veces lo hacíamos con miedo», dijo el moderador.
José Gabriel Mújica relató que arrancó su andadura como director de esta cabecera vasca en 1995, año en el que ETA mató a Gregorio Ordoñez, intentó asesinar a Aznar y también al entonces Rey Juan Carlos I. Ese mismo día salió con dos escoltas del periódico. «La prioridad era hacer el periódico todos los días, pero la auténtica prioridad era sobrevivir y resistir, a la vez que cohesionar una sociedad rota, partida, dividida debido a la violencia. Una sociedad atemorizada, a la que el periódico tenía que dar voz.
Eso nos colocó en el centro de la diana de ETA hasta que abandonó la violencia en 2015», relata este veterano de la información. Durante todo ese tiempo, su rostro fue invisible. No aparecía en televisión, no concedía entrevistas con imagen, evitaba cualquier exposición pública. «El comando estuvo un largo tiempo pisándome los pies. Estaban desesperados porque no encontraban una foto mía que confirmaran que yo era el objetivo. Yo entonces tenía la intuición de que eso me podía favorecer y lo cultivé hasta el extremo. No era una opción, era una necesidad. La voz tenía que ser la del periódico, no la mía», relató
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Taberna también contó su épica al recibir como herencia una cabecera que sobrevivió a la violencia. Contó que entró como becario en el año 2000 y también conoció de primera mano los estragos del terrorismo. «Hacía prácticas cuando mataron a nuestro compañero Santiago Oleaga, director financiero del diario. Fue traumático, pero en cierta forma se vivía como algo natural.
Era una situación compleja para muchos ciudadanos anónimos», señaló. Su labor ahora pasa por custodiar la memoria de una cabecera como El Diario Vasco. «Nuestro trabajo es que aquello no se olvide. No para caer en el revanchismo, sino para construir un relato ético que permita seguir adelante». Aganzo le preguntó sobre el cambio de paradigma en el que ahora los periodistas están en el punto de mira, dan la cara, expresan su opinión y son figuras más públicas. «Hemos estado emboscados muchos años y necesitábamos salir de ahí. Estamos en una etapa diferente. Ahora estamos en otra sociedad. En una nueva etapa. En un nuevo Euskadi y por eso hemos apostado porque se nos vea muy cercanos», subrayó. «Nuestra labor ahora es involucrarnos para que las nuevas generaciones sepan lo que vivimos y que no vuelva a ocurrir, porque hay mucha tentación de rescatar algo de aquello. Hay parte de las nuevas generaciones que quieren recuperar parte de esa bandera», añadió.
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El fin de ETA
José Gabriel Mújica reconoció que cuando por fin dio su ansiado titular del fin de ETA fue como cumplir un sueño, aunque con sensaciones encontradas. «No fue una liberación. Fue una sensación gris, donde me vinieron a la memoria recuerdos del pasado. Recuerdos de mucha gente a la que yo conocía y que fue asesinada. Por una parte, sentí alegría y por otra tristeza. Sobre todo, al recordar el asesinato de nuestro compañero Santiago, al que le dispararon dos miembros de ETA que hoy están reinsertados y arrepentidos», relató y añadió que nunca le costó llamar a las cosas por su nombre. «Lo que más costó y yo me impliqué personalmente en ello, es en diferenciar quien idea y ejecuta la violencia. Era difícil distinguir con claridad entre la política legítima del nacionalismo y el terrorismo», dijo.
El actual director de El Diario Vasco señaló que «nunca se ha hecho mejor periodismo que el que se hace ahora. El nivel de la profesión está muy alto, con todas las amenazas que pueda haber». Reivindicó la figura del periodista y el trabajo «impresionante y fascinante» que se está desarrollando en la actualidad. «Los cambios que estamos haciendo hay que ponerlos en valor. Nuestro trabajo es cuidar la cabecera, reivindicarla, cuidarla y que siga teniendo calidad», enfatizó. También apuntó los desafíos de la multiplicidad de narrativas en la era digital. Las redes sociales, formatos audiovisuales, la inmediatez… «Hoy un director tiene que coordinar un relato común en mil lenguajes distintos. No puedes controlar todo, pero sí garantizar que la marca del periódico se reconozca en cada canal», opinó. «Es algo apasionante, porque cada día son tres vidas. Hoy en día hay un mundo de oportunidades en esta profesión», concluyó.
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