Al rescate de la casa de Zorrilla
Historia de Valladolid a través de El Norte de Castilla ·
El Ayuntamiento aprovechó el centenario del nacimiento del poeta, en febrero de 1917, para adquirir su vivienda, salvarla de la especulación y convertirla en MuseoHan quedado terminadas las obras de habilitación hechas en la casa natal del poeta. En cuanto se reciba la correspondiente autorización del Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes, se procederá al traslado de los muebles y recuerdos de Zorrilla, hoy depositados en el Museo arqueológico. Con ellos se formará el Museo de Zorrilla, en el que figurará también una colección de interesantísimos autógrafos. La inauguración del Museo se celebrará el día 22, acto seguido de los funerales».
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Así lo anunciaba, en portada, El Norte de Castilla el 16 de febrero de 1917; la recuperación de la casa natal de José Zorrilla parecía una realidad. En ella nació el 21 de febrero de 1817, vivió hasta los siete años y regresó, por poco tiempo, en 1866; y siempre tuvo hacia ella recuerdos repletos de nostalgia y belleza. Por orden del Consistorio, el 28 de septiembre de 1895, esto es, dos años después de su muerte, se colocó la lápida que, modelada por el escultor Dionisio Pastor Valsero, reza: «Aquí nació el eminente poeta Don José Zorrilla. Año de 1817».
Ahora, en febrero de 1917, nuevamente el Ayuntamiento, presidido por Leopoldo Stampa, decidía librarla de la especulación y de otros usos poco apropiados para convertirla en digno contenedor del legado del poeta. No conviene olvidar, por ejemplo, la alarma desatada en 1911, cuando se tuvo conocimiento de que el dueño de entonces pretendía alquilarla «a mujeres de virtud dudosa»; la campaña periodística, que incluso trascendió las fronteras vallisoletanas, facilitó que la adquiriera el rico propietario Norberto Adulce, el cual, según El Norte de Castilla, la salvó definitivamente del «peligro de profanación».
Seis años después, el Consistorio aprovechaba el centenario del nacimiento de Zorrilla para recuperar su vivienda con objeto de convertirla en museo, a imagen y semejanza de lo hecho en 1912 con la casa del Greco en Toledo, señalaba la prensa. Situada en el número 3 de la calle Fray Luis de Granada, se trataba de una vivienda «modestísima», a juicio de Juan Agapito y Revilla, que formaba el testero o accesorio de la del mayorazgo de La Gasca, que poseían los condes de Cancelada, marqueses de Revilla.
El Ayuntamiento, al que en 1902 la viuda de Zorrilla, Juana Pacheco, había hecho donación de los muebles y objetos del despacho de su esposo, aprovechó los actos del centenario de su nacimiento, el 21 de febrero de 1917, para tomar posesión de la vivienda de manera oficial. «La sala amplia de que dispone la casa ostentaba las coronas y trofeos que Zorrilla mereció en vida y los que se dedicaron como homenaje a su memoria después de muerto. En el centro de la estancia se hallaba colocada la mascarilla del insigne poeta, que obtuvo el escultor vallisoletano don Aurelio Carretero cuando falleció el glorioso vate. Contiguo a la sala está el despacho con la librería, la mesa, el sillón, el balde, la escribanía y la pluma que usó Zorrilla, todo ello de condición modestísima», detallaba El Norte de Castilla. En el acto, el alcalde explicó cuál había sido el propósito edilicio: «Adquirir la casa en que nació el poeta a fin de que asegurándola en poder de la ciudad, tuviera noble y decoroso destino, y libre de los oprobios y peligrosa que ella misma, como tantas otras moradas históricas, estuviera expuesta, fuese relicario de los recuerdos del poeta».
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Elogiosos propósitos que, sin embargo, tardarían mucho en cumplirse, y eso que el Ayuntamiento contaba ya con determinados objetos que, según periodistas y escritores del momento, constituían la base del museo: «Las coronas del poeta, los modestos muebles de su escritorio, la pluma con que escribió sus últimos poemas, una mascarilla de Zorrilla, obtenida a raíz de su muerte, y algunos libros y papeles».
En la década de los años 20, la casa sirvió de sede a la Sociedad de Estudios Históricos Castellanos y por iniciativa de la Comisión de Monumentos se planteó instalar en ella un Museo de Historia que, finalmente, no prosperó. También por entonces, Narciso Alonso Cortés donó algunos libros y objetos vinculados al poeta, precedente de la magnífica biblioteca personal que el mismo Alonso Cortés donaría en 1969.
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Mas la triste realidad no era otra que el abandono casi total de la morada del poeta. Hacia 1928, insignes escritores se lamentaban en periódicos de tirada nacional de la desidia que sufría, y la dibujaban «vieja, triste y severa». Especialmente destacada fue, a este respecto, la campaña iniciada en las páginas de El Norte de Castilla por Antonio G. Santelices, catalizador de una exitosa iniciativa a favor de restaurar la morada y convertirla, de una vez por todas, en Museo de Zorrilla. Hasta el mismísimo Azorín se sumó públicamente a la propuesta.
Pese a la reacción instantánea del Ayuntamiento, que en 1929 inició obras de reparación y mejora, lo del Museo seguía siendo una utopía. La Asociación de Amigos de Zorrilla, que ocupó la casa entre 1932 y 1965, incluso abrigó la idea de instalar en ella una Biblioteca Hispano-Americana, para lo que en 1936 solicitó ayuda de «Estados, municipalidades e Instituciones culturales, casas editoras, autores, etcétera, de España y América».
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Decisivo fue, como ha señalado Jesús Urrea, que en aquel año de 1965 la vivienda fuera catalogada Bien de Interés Histórico, lo que dio pie a la primera gran remodelación de la misma. Cinco años después iniciaba su vida como Museo y en 1982 era integrada en la Fundación Municipal de Cultura. La última rehabilitación de envergadura comenzó a finales del verano de 2006 y estuvo lista en noviembre de 2007.
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