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Valladolid
El edificio explosionado de Goya encara el final de su rehabilitación con la reforma de los pisosLa instalación de los servicios ya está concluida a la espera de actuar en el interior de las casas afectadas por la deflagración del 1 de agosto de 2023
Martín Lara y Agustín López, de la empresa de mudanzas Lara, se afanaban a primera hora de la mañana de este lunes en subir unas ... lavadoras al interior de un gran camión. Las habían bajado desde la cuarta planta dentro de las labores que llevan a cabo en los últimos días en el interior del número 32 de la calle Goya. El mismo bloque que el 1 de agosto de 2023 sufrió una terrible explosión, en la que falleció la vecina del 1ºC y que dejó al resto de moradores sin su vivienda.
Ese día tuvieron que abandonar su piso a la carrera, pasto de las llamas que arrasaron el bloque, y desde entonces no han podido llamar casa a la que era su casa. Casi dos años después de esa noche fatídica, los vecinos empiezan a ver la luz una vez que la rehabilitación del edificio siniestrado llega a su final. De hecho, si uno pasa por allí y alza la vista, los restos de la explosión no se perciben a simple vista. Las ventanas ya están sustituidas, las vigas reparadas y la fachada ya ha sido rematada.
A eso se suma que las instalaciones de los servicios ya se encuentran concluidas. Las obras de luz, agua, gas... y el ascensor ya están finalizadas a la espera de que entren en funcionamiento. Donde ya lo están es en las zonas comunes, con un portal totalmente rematado y en el que la domótica ya hace su magia. Si uno accede al interior, un conglomerado de luces alumbran el alargado pasillo hasta la zona de unos buzones que aún conservan los nombres de los titulares.
Tras andar unos escasos metros, el portal hace una especie de 'L' para descubrir el hueco del ascensor, con una puerta totalmente nueva, y unas escaleras por las que hasta la fecha prácticamente solo suben y bajan operarios. Escalón a escalón, la domótica vuelve a iluminar a las personas hasta alcanzar la primera planta, epicentro de la deflagración hace casi dos años.
En un rellano a estrenar, la situación en los interiores cambia. Son viviendas vacías. No hay ningún electrodoméstico ni muebles ni decoración. Tampoco existen los recuerdos, se los llevó la «accidental» explosión en esa noche de hace dos veranos. Accesos a casas en las que los únicos elementos identificativos se encuentran en los cuadros de luces. Eso sucede en el 1ºC, lugar de la explosión, cuyo espacio es totalmente diáfano. No hay muros y el suelo actualmente es de cemento. No existen los habitáculos y desde la misma entrada se pueden ver los árboles exteriores de la calle Goya. Hace casi dos años, la explosión borró toda la vivienda.
La situación es muy similar en los cuatro pisos restantes de la primera planta, si bien alguna de esas viviendas conservó muros divisorios en su interior. Hasta en alguna el parqué no ha tenido que ser levantado. Precisamente, la mejoría de las casas se palpa según se asciende a otras plantas.

Con las zonas comunes rematadas es ahora el turno de los propietarios. Muchos de ellos se han aglutinado para compartir gastos de determinadas empresas. Sucede con Mudanzas Lara, contratada por varios inquilinos para llevar a cabo el traslado de enseres para almacenarlos durante las obras de reforma, y una vez concluidas, volver al número 32 Goya.
Llave del portal
Desde hace unas semanas los moradores ya tienen la llave de la puerta del portal y alguno de ellos se encontraba este lunes en el inmueble escalera para arriba y escalera para abajo. Prefieren no poner fecha para una vuelta definitiva, pero ya atisban la luz al final del túnel. «No nos dan la fecha definitiva. A ver si para el verano ya estamos con cierta normalidad», agregan desde el anonimato.
Para este verano se cumplirá el segundo aniversario de la tragedia, mientras los vecinos mantienen la esperanza de no celebrar otra Navidad fuera de sus hogares. Parece que ese plazo sí que se cumplirá.
La historia de la rehabilitación de Goya, 32 empezó desde el día después a la explosión. Con los moradores realojados en hoteles de la ciudad y segundas residencias, el debate de los técnicos versó inicialmente sobre la reforma o las reparaciones ante un posible colapso del inmueble. Tras unos primeros análisis técnicos, la opción de los propietarios fue la de la rehabilitación.

Tardaron en arrancar las obras, con unos eternos desescombros. Había mucho elemento que retirar, mientras se afianzaba el exterior con una zapata enorme de hormigón. Eso dio estabilidad a los muros de contención para arrancar la rehabilitación. Se derribó todo aquello que pendía de un hilo para trabajar, principalmente en el lado compuesto por las letras 'A', 'B' y 'C'. Tediosa labor que llega ahora a su final tras restablecer los servicios vitales y con la instalación de todas las ventanas.
Mientras las empresas constructoras trabajaban sobre el terreno, la desgracia se hizo más grande para los moradores después de que el inmueble sufriera una oleada de robos. No dejaron ni las mirillas de las puertas en mitad del drama.

Los restos de la explosión, en los bajos del inmueble
Si desde fuera la fachada ofrece aparente normalidad, en los bajos del edificio, aún al descubierto, se notan los efectos de las llamas que calcinaron el bloque. En esos espacios ubicados al ras del suelo, en los que se llegaron a calcinar varios vehículos al tratarse de un taller, las paredes teñidas de negro muestran la realidad de lo que se vivió esa noche de hace dos años. Ahora son dos locales diáfanos, sin rastro de los vehículos, y a la espera de volver a estar operativos. Tardarán más que las viviendas.
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