Down Valladolid amplía su sede con idea de convertirse en un Centro de Día inclusivo
El Ayuntamiento ha cedido el uso de la planta baja del edificio del CEIP Jorge Guillén a la asociación que contará en 2026 con 750 metros cuadrados
Sofía Fernández
Lunes, 11 de agosto 2025, 07:08
Es la Asociación Down Valladolid «un centro de entrenamiento, un espacio acogedor y familiar« en el que preparan a las personas mediante rutinas diarias para ... que lleguen con éxito a su meta: la inclusión total. «Aquí adquieren habilidades en todos los aspectos que uno tenga en mente y que puedan necesitar en el día a día», dice Manuel Velázquez, presidente de Asdova. Y precisamente ese espacio acogedor al que se refieren -ubicado en el CEIP Jorge Guillén de Arturo Eyries- que utilizan como trampolín a la inclusión cien usuarios actualmente duplicará su tamaño en breves para poder atender a más miembros de esta gran familia.
El Ayuntamiento ha aprobado hace dos semanas la cesión para la ampliación de las instalaciones que permitirá duplicar el tamaño actual con el que cuentan ahora. Desde 2013 usan el espacio de la planta superior y este mes de septiembre esperan un comienzo de curso que arranque con las obras de reforma del antiguo comedor escolar (son 390 metros cuadrados adicionales) en la planta baja del edificio que darán vida a uno de los proyectos más ambiciosos que afrontan desde que se iniciara la asociación en 1993; la creación de un centro de día inclusivo.
«La idea es que puedan venir aquí sin limitación de horario al mediodía, que puedan si lo desean comer aquí, ampliar actividades en este futuro espacio como la escuela de familias, jornadas de yoga, charlas, aula de informática... son muchas las opciones que nos van a permitir dar una abanico de tiempo y de servicios más amplio del que tenemos ahora», añade Toñi Juan, gerente de Asdova.
Lo que ahora son dos grandes salas que acogen la cocina y el comedor se convertirán en unos meses en ese espacio polivalente que servirá para que usuarios de todas las edades desarrollen sus habilidades. Acompañan a las familias incluso antes de nacer. «Vienen con muchas dudas, muchos miedos y hacemos juntos ese camino con ellos, formamos parte de todo el ciclo vital de la persona con síndrome de Down», coinciden ambos. Inciden en la idea de que las familias encuentren aquí su lugar para que entiendan que las personas con Síndrome de Down y discapacidad intelectual podrán formar parte de una relación de talleres «infinita» y servicios como el de atención temprana, logopedia, apoyo escolar, autonomía, vivienda, actividades de deporte y ocio inclusivo en la ciudad, talleres de gestión emocional, afectivos, también formación laboral y empleo con apoyo a actividades y así hasta llegar a los más veteranos que tienen unos 60 años.
Es de hecho, uno de los mayores retos a los que se enfrenta la asociación. «La esperanza de vida en personas con Síndrome de Down ha aumentado muchísimo, por eso estamos muy centrados en el envejecimiento activo y la soledad no deseada», asegura Toñi. Así, para los mayores la promoción de la actividad física, la estimulación cognitiva y el apoyo emocional son aspectos fundamentales a tratar. ¿Y para los jóvenes? «Estamos trabajando mucho el tema de redes sociales, tecnologías e inteligencia artificial mediante clases, cursos y talleres para que tengan ese acceso a los conocimientos necesarios el día de mañana en la incorporación al mundo laboral. De hecho, se les da realmente bien», reconoce Manuel.
Tanto la formación laboral como los acuerdos que mantienen con una treintena de empresas en Valladolid son dos de los pilares de esta entidad. «Que finalmente terminen trabajando en un entorno normalizado, que se sientan realizados y que sea un aprendizaje tanto para ellos como para los trabajadores que están allí es un éxito por partida doble», asegura la gerente de Down Valladolid.
Suben las persianas de la planta baja del edificio, que en otra vida albergó el comedor escolar y se llenan de ilusión al pensar cómo podrá cambiar todo «creemos más o menos que a principios de año». Admiten que es «el mayor reto económico» al que se han enfrentado pero confían en que salga todo como es debido.
Los inicios, en casa
Con esta ampliación entienden que las instalaciones del CEIP Jorge Guillén serán su casa por muchos años más, en los que seguirán desarrollando sus objetivos para que las personas con este síndrome tengan los mismos derechos como el resto de personas y que el día de mañana puedan desarrollar su proyecto vital.
Empezaron compartiendo experiencia con reuniones de familias en las que algún miembro tenía esta alteración cromosómica. «Eran reuniones de amigos, de conocidos en las casas y así la red empezó hacerse más y más grande hasta que pasamos a ocupar un par de aulas de este edificio, posteriormente toda la planta superior y hoy podemos decir que también la planta baja. Las familias están muy contentas con la cesión de este espacio».
Según las necesidades que tengan en cada uno de los momentos del año se contrata a más personal, pero lo normal es que la plantilla oscile entre quince o treinta personas -entre voluntarios y personal cualificado en áreas como la logopedia, la psicología o la educación- que les acompañan a diario y lo seguirán haciendo durante años aunque eso choque con «el sueño» de su presidente, que sería «poder cerrar la asociación porque eso significaría que la sociedad sería inclusiva por completo con estas personas y que no necesitarían de nosotros aunque eso aún está lejos de conseguirse».
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