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Javier, Verónica y Nacho miran sus fichas numeradas en una partida de Rummikub que juegan en la nueva sala polivalente con la que cuenta la ... asociación Camino, que presta asistencia a personas con daño cerebral adquirido. A su lado, Victoria, Nacho y Alfonso disfrutan de una partida de cartas para poner a prueba la memoria visual. Esta entidad sin ánimo de lucro se mudó a principios de año al antiguo colegio Rosa Chacel. «Es el mejor espacio en el que hemos estado», admite su presidenta Josefina Pablo. Son más de 500 metros cuadrados de planta baja, con varias salas y despachos que han reformado, «con unos 50.000 euros de inversión», para crear una gran sala polivalente con cocina y unos baños adaptados.
Este jueves, alcalde y concejales conocían e inauguraban de forma oficial este espacio donde los 92 socios a los que atienden se encuentran de lo más cómodo, potencian su autonomía personal y fomentan su integración social. El Ayuntamiento les cedió el uso del espacio (la planta baja y el patio) en enero por un periodo de 25 años y tras una señal de 10.746 euros. «Ha supuesto un trampolín para nosotros por lo espacioso que es, llevábamos 20 años luchando por un espacio como este», se sincera Josefina. Y eso que el uso de la primera planta está reservado desde hace años como almacén de la Seminci.
«Ahora se está haciendo un trabajo de selección de todo ese material que se ha ido almacenando, documentos, alfombras... durante muchas ediciones para dejar este espacio libre», comenta la concejal de Educación y Cultura, Irene Carvajal, desde donde han cedido este espacio «en tiempo récord cuando se planteó la necesidad», tal y como ha recordado en la inauguración el propio alcalde, Jesús Julio Carnero. Ambos han estado presentes en el acto para conocer cómo han quedado las instalaciones tras la reforma.
Si se quiere dar un uso social a esa primera planta y ceder ese espacio a otra asociación «tiene que ser una que sea compatible con la convivencia y las actividades de los usuarios de Camino, que además son personas vulnerables», añade. En su día se planteó el nombre de la Fundación Splora del movimiento scout, pero es algo que a día de hoy prácticamente «se descarta por el tipo de actividad que realizan y para proteger al máximo a los usuarios de Camino, no sé si ambas actividades serían compatibles». Carvajal apunta más a la idea de que en un futuro pueda ser la propia asociación de daño cerebral adquirido la que pueda hacer uso también de la planta superior, «eso sería lo idóneo, lo ideal si desde la asociación tienen la necesidad en un futuro de hacer uso de ese espacio».
Un espacio en el que los usuarios de esta asociación tienen su punto de encuentro y son atendidos por profesionales especializados en estimulación cognitiva. Se cumple una doble función. «Trabajamos con ellos con actividades como teatro, danza, informática, juegos de mesa o talleres de cocina, entre otras actividades y servimos como servicio de respiro para las familias durante las horas que están aquí», cuenta la presidenta. Lo sabe muy bien porque su hermano, Javier, es uno de los usuarios del centro. «Le dio una parada cardíaca hace 16 años y quedó con daño cerebral. Le puede pasar a cualquiera, llevas una vida normal y un infarto, un ictus, enfermedades de transmisión sexual, meningitis, infartos, tumores cerebrales, traumatismos... entra en tu casa de golpe y te rompe todos los esquemas, te cambia la vida».
La asociación Camino abre paso a esas familias afectadas, actualmente más de 200, que no saben qué pasos seguir, qué hacer una vez que el paciente es dado de alta tras la fase aguda de la enfermedad. «Pasan unos meses ingresados y luego te sientes perdido, la mayoría de la gente no puede permitirse pagar terapias privadas», comenta Josefina. Para eso están ellas, un equipo de 6 personas que atienden a los usuarios de este centro al que acuden con total libertad de horario. El ambiente que se respira es familiar. «Somos una asociación humilde», admite.
Junto a ella, la coordinadora y trabajadora social, Beatriz Tomás, habla de la importancia de esas terapias grupales en las que ellos socializan y se encuentran seguros. «El trabajo diario de la memoria, la atención, la psicomotricidad o las sesiones de gimnasia de mantenimiento o piscina son fundamentales y muy beneficiosas para su desarrollo», explica. Están ilusionadas, no solo por disponer de este nuevo espacio que les permite salir al patio a disfrutar del aire libre, también por los nuevos proyectos que tienen en mente. «Hemos iniciado hace poco sesiones de logopedia con ellos y queremos empezar en breves a dar también sesiones de fisioterapia de mantenimiento, que les vendrá fenomenal», explica Tomás.
Otro de los futuros proyectos es el de crear y equipar una de las salas de esa planta baja que utilizan como gimnasio equipado. «Pero necesitamos más apoyo para todo eso que queremos hacer, para mantener el personal que tenemos, para que podamos convertirnos en un futuro en centro de día, porque por nosotros mismos con las actividades benéficas o las donaciones que recibimos se hace muy complicado», coinciden ambas. «Queremos mantener las cuotas asequibles para todas las familias».
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