Disfrutar de un Valladolid vacío el 15 de agosto: «Huimos del jaleo del pueblo para venir aquí»
Los vallisoletanos recomiendan a los foráneos posponer sus planes hasta última hora de la tarde a causa de la alerta naranja por las altas temperaturas
«Para lo que es Valladolid está muy vacío, El Corcho cerrado y muchos bares de la zona sin gente, así está la cosa», explicaba ... una mujer que estaba en mitad de una llamada telefónica mientras se refugiaba del calor en uno de los soportales de Fuente Dorada. Valladolid amanecía este 15 de agosto en alerta naranja por las altas temperaturas, persianas bajadas y terrazas medio desiertas que parece haber vaciado el festivo de la Asunción de la Vírgen. Buena parte de los vecinos aprovechan este día para hacer las maletas rumbo a los pueblos o a la costa para dejar la capital como si de un domingo cualquiera se tratase.
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Sin embargo, algunos foráneos han dado la vuelta al festivo y aprovechan su estancia en la ciudad para descubrir Valladolid sin aglomeraciones. «Venimos directos desde Valencia para probar la gastronomía y el pincho de lechazo. Solamente tenemos un día para estar aquí y queremos aprovecharlo al máximo», señala una pareja que se encaminaba a la oficina de turismo de la Acera Recoletos. Su plan de hoy se aleja mucho del chúndara y las verbenas. «Vamos a coger el bus turístico para no perdernos ni un detalle de la ciudad», afirma Ana Lumbreras.
Ambos han aprovechado las primeras horas de la mañana para dar un paseo por Campo Grande y tomar algo por el centro. «Nos ha sorprendido el parque, tiene muchos animales y para un día como hoy es un respiro porque está muy fresco», explican. Y aunque Valladolid esté un poco más vacío de lo normal han tenido tiempo de toparse con varios conciudadanos. «Ya hemos visto a varios turistas como nosotros que prefieren visitar las capitales en días como hoy para aprovechar que está más despejado», concluyen.
A media mañana y con el mercurio rozando los 35 grados algunos llegan a Valladolid para escapar del ruido y las prisas de las grandes ciudades. Es el caso de Juan Martínez, que junto a su pareja disfrutan de un paseo en el interior de un Campo Grande que, en estos días de calor, se convierte en un refugio verde. «Somos de Madrid y hemos venido a hacer turismo por el centro. Apenas hemos empezado a conocerlo pero seguramente terminemos en la playa», manifiesta. Y aunque solo hayan estado un par de horas ambos confirman que «si quieres un plan tranquilo y sin estrés, Valladolid es un buen plan porque hoy la gran mayoría están en las fiestas de pueblos», aclara.
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Y es que para algunos vallisoletanos el 15 de agosto es una oportunidad de oro para vivir en Valladolid a un ritmo más pausado de lo normal. Jesús Mato y María Teresa Alonso se detienen frente a la parada del bus turístico para observar las paradas y el itinerario a seguir. Mapa de Valladolid en mano, gafas de sol y sombrero pueden hacerlos confundir como otros turistas más, pero al preguntarles la duda se resuelve en segundos. «Somos de Valladolid y vamos a subir al bus turístico porque nunca lo habíamos hecho. En días como hoy apetece dar una vuelta, refugiarse en casa a las horas centrales del día, y por la tarde, a ver el partido», anuncia Mato, que no se piensa perder el encuentro deportivo de esta noche en el estadio José Zorrilla.
«Casi siempre estamos en el pueblo pero huímos de ahí para desconectar»
Raquel del Pozo
Vallisoletana
La pareja considera que este 15 de agosto ha atraído más turistas que en otras ocasiones a la ciudad, y que ellos seguirán su misma ruta, disfrutar de Valladolid al completo. «Dar una vuelta, tomar unos vinos y unos pinchos, todo es cuestión de gustos. Preferimos esto a las fiestas de pueblos, aunque todo va con las edades, nosotros apreciamos la tranquilidad más que otra cosa.», manifiestan.
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Una buena ruta es la que tenía preparada Guillermo Zamora, que se disponía a enseñar la ciudad a sus cuatro amigas.»Aprovechando que es fiesta y han podido venir vamos a recorrernos Valladolid», apunta. A pesar de ser un grupo joven, Zamora indica que «todo depende de gustos» y que «siempre puedes ir a un bar para tomarte algo, unos juegos de mesa o cualquier plan que no sea más tranquilo que una fiesta de pueblo», termina.
Un vermut frío y desierto
La serenidad de la que tanto hablan se ha extendido hasta la hora del vermut. Con buena parte de los vecinos fuera, las terrazas de las calles Ferrari, Mantería, Regalado e incluso Platerías lucen con muchos asientos vacíos esperando a ser ocupados. Sin embargo, otros se han acercado a los bares para tomar un refrigerio atraídos por la bruma con la que cuentan algunos negocios para refrescar a los clientes en las horas de más calor. «Venimos a tomar algo aprovechando este fresquito», explica un grupo de chicas que se encontraban celebrando un cumpleaños. Y aunque otros sitios no cuenten con una experiencia refrescante son un acierto para los vallisoletanos.
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«Estamos con un aperitivo para ver si frenamos un poco el calor que hace», muestra una pareja de hermanas que habían elegido la terraza de El Minuto para pasar su día libre. «Valladolid se queda vacío el día de la Virgen y acapara el 80% de las fiestas de los pueblos de la comarca. Siempre es una buena opción una buena gastronomía, un paseo por Campo Grande», recomienda Belén Pastor, aunque antes hace una advertencia dirigida a los turistas. «Hasta que no caiga la tarde es mejor no hacer muchos planes por el calor que hace. A partir de las ocho es una buena hora para seguir viendo lo que les haya quedado pendiente».
En las terrazas de la plaza de la universidad Ignacio Pomar y a Raquel del Pozo disfrutan de una mañana de fiesta sin bullicio. «Lo que hace uno en estos días es huir. Nosotros encontramos la ciudad atractiva así, cuando está tranquila. No somos partidarios del bullicio de las fiestas», se posiciona Pomar, que junto a su mujer se acerca a Valladolid desde su pueblo para escapar del jaleo que hay en sus calles en un día como este. «Casi siempre estamos en el pueblo pero volvemos de ahí para desconectar», le acompaña Raquel.
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A estas horas mientras muchos se desplazan a las festividades de sus localidades, vecinos y turistas aprovechan un día de calles poco concurridas, terrazas disponibles y zonas verdes que recuerdan que, incluso en alerta naranja la capital conserva su propio ritmo para quienes deciden quedarse en ella.
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