Sede de la Audiencia Provincial de Valladolid. rodrigo jiménez
Valladolid

Cuatro años y nueve meses de cárcel para un militar que abusó de su hija y se exhibió desnudo ante ella

tribunales ·

El hombre, cuando fue sorprendido por la madre, le confesó que se sentía «atraído sexualmente» por la chica, de 12 años

M. J. Pascual

Valladolid

Jueves, 20 de octubre 2022, 12:58

La Audiencia de Valladolid ha condenado a un brigada del Ejército, F. B. C., de 44 años, a un pena de cuatro años y nueve ... meses por abusar sexualmente de una hija reconocida (no biológica) de 12 años y exhibirse desnudo ante ella en el domicilio de la familia en una localidad vallisoletana. Tal y como manifestó la denunciante y madre de la menor durante el juicio, cuando pidió explicaciones a su marido por una sucesión de fotos de la niña «durante el masaje» que encontró en la papelera de su teléfono móvil, él le confesó que «se sentía atraído sexualmente» por la chica. A pesar de que el acusado negó ante el tribunal que en el masaje hubiera ningún ánimo libidinoso y sostuvo que era un complot para perjudicarle y presentarle como un «depravado», la Sección Segunda concluye en su sentencia que hay pruebas solventes de la intencionalidad sexual del hombre y que este se prevalió de su ascendencia sobre la menor de 16 años. Por ello le condena por abusos y exhibicionismo a cuatro años de cárcel por el primero de los delitos y nueve meses por el segundo (con el agravante de parentesco), además de retirarle la patria potestad por seis años.

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La sentencia, que aún no es firme y puede ser recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, le prohíbe también acercarse o comunicar con la niña durante siete años; le inhabilita por ese mismo tiempo para empleo o actividad relacionada con menores de edad, y estará en libertad vigilada por siete años a partir del cumplimiento de la condena. Contempla además el pago de una indemnización a la niña, que continúa en tratamiento psicológico, con 15.000 euros por los daños morales.

El militar, quien residía en un pueblo de Valladolid con su esposa, también militar, y sus dos hijos menores de edad, el pequeño biológico y la mayor, reconocida por él dos años después de casarse con su madre, comenzó en las Navidades de 2020 a mantener actitudes de aproximación física hacia la víctima, de 12 años, sobre todo cuando la madre estaba ausente en guardias nocturnas o maniobras, lo que molestaba a la niña. Según el relato de hechos probados, el malestar se acentuó a partir del mes de abril de 2021 y empezó a manifestarse en ella con «un estado de baja moral, aspecto lloroso, falta de concentración, bajo rendimiento escolar, incluso con vómitos, mareos y problemas de sueño.

La niña tenía una contractura en el hombro y con la excusa de que iba a darle un masaje le retiró la ropa y aprovechó para tocarle la parte trasera de los muslos y sacarle fotografías con el móvil

Días antes de ocurrir el episodio de abusos que desencadenó la ruptura del matrimonio, que en el momento de la vista oral se encontraba en trámite de divorcio, otro hecho había producido inquietud y miedo en la menor. Según relató la víctima al equipo psicosocial, el 7 de junio de 2021, cuando su madre se encontraba fuera por su condición de militar, el acusado le estuvo enseñando las armas que tenía en casa, «cargándolas y descargándolas, ante lo cual la menor sintió miedo. Su padre le advirtió que no se lo contara a su madre», indica la sentencia.

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El 9 de junio, cuando la madre se encontraba en el trabajo, la niña tuvo una contractura en el hombro y el padre la convenció para que se tumbara boca abajo en el sofá del salón para darle un masaje. Le retiró la camiseta y el sujetador y el pantalón corto que llevaba y aprovechó «para hacerle tocamientos en la parte trasera de los muslos, todo ello a pesar de que ella no quería y así se lo hizo saber ella, pues tan solo había accedido a que le diera masaje en la espalda». Solo se interrumpió cuando el otro hijo pequeño le reclamó y ella aprovechó para vestirse y marcharse a su habitación. Pero antes, el acusado le había sacado sin ella saberlo once fotografías con su teléfono móvil. Después, esa misma tarde, él subió a ducharse y se paró en la puerta de la habitación de la niña completamente desnudo y «con el pene erecto» y la invitó a ducharse con él, «diciéndole que si no lo hacía se iba a arrepentir». La niña se negó y se encerró en su dormitorio, sujetando la puerta por miedo a que entrara. Tras lo ocurrido sufrió un mareo y llamó a su padre, que había salido a pasear al perro, y este la atendió y llamó a la madre para decírselo.

La sentencia también refiere que entre la Navidad de 2020 y junio de 2021, sacó también varias fotos de la niña, sin que ella lo supiera, cuando la menor estaba en su cuarto, tomándola por detrás y en algunas de las cuales estaba apoyada en la silla del escritorio y con las nalgas en un primer plano.

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La madre descubrió lo que estaba ocurriendo cuando encontró en el teléfono de su marido algunas fotografías de su hija en el sofá con la espalda desnuda y el pantalón corto recogido entre las nalgas

Los hechos los descubrió la madre cuando encontró en el teléfono móvil de su marido algunas fotografías de su hija en el sofá con la espalda desnuda y el pantalón corto recogido entre sus nalgas. Ello motivó que hablara con el acusado, quien acabó manifestándole que se sentía atraído sexualmente por la menor.

Como consecuencia de estos hechos, la víctima sufre una sintomatología depresiva y ansiosa que precisa de tratamiento psicológico. Se le ha diagnosticado un trastorno por estrés postraumático y depresión mayor moderada que ocasiona un deterioro clínicamente significativo en diferentes áreas de actividad (estudio, tiempo libre y actividades de ocio).

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Durante el juicio, el padre negó todas estas acusaciones aunque reconoció que le hizo un masaje y justificó las fotos en que iba a mandárselas a la madre aunque, dijo, después se le olvidó. Trató de deshacerse de las imágenes tirándolas a la papelera del móvil, pero su mujer, al día siguiente, aprovechando un momento en que este estaba fuera y se dejó el dispositivo en casa, vio las fotos de su hija y decidió denunciarle.

El tribunal no se cree la versión exculpatoria del acusado al entender que las pruebas incriminatorias son fuertes, especialmente el testimonio de la menor, a quien le dan total credibilidad porque «ni tenía mala relación con su padre ni motivo para hacer una acusación falsa contra él». De hecho, «incluso la preocupación cuando se lo cuenta a la madre es que no quiere que le pase nada malo a su padre». Su relato, es «coherente, persistente y claro en los hechos sustanciales, sin que incurra en contradicciones relevantes.

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La condena se apoya además tanto en la pericial de la psicóloga de la Oficina de Víctimas, «que acredita una sintomatología en la menor de trastorno de estrés postraumático y de depresión que es consecuencia de estos hechos, correspondiéndose con la vivencia de una situación abusiva como la referida por la menor», como en el informe del Equipo del Instituto de Medicina Legal, pues «resulta elocuente y claro que el relato de la menor es creíble».

Pero el tribunal destaca la «notable trascendencia» de las fotografías realizadas por el acusado que aparecen en su teléfono móvil. «La apreciación conjunta de estas fotografías permite inferir que el acusado sentía cierta fijación o atracción por la menor adolescente, lo cual se pone en relación con la manifestación de la madre, en el sentido de que el acusado le admitió que se sentía atraído por la niña», destaca el fallo judicial.

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Concluye la sentencia que este conjunto de pruebas lleva a considerar que los actos del acusado «de tocamientos de los muslos» durante un masaje no deseado en esa zona «los realiza con intención sexual, dentro de cuyo contexto se encuadra la propuesta de ducharse juntos y la conducta posterior de exhibiciones relatada por la menor» y se sirvió «de esa relación de superioridad derivada de la ascendencia sobre la víctima por esa relación de parentesco y la confianza que la menor tenía en él en cuanto padre con el que vivía».

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