Vida de Barrio
El Cuadro, la zona de Valladolid donde Brad Pitt salió de fiesta: «Ahora vivimos más tranquilos»Entre los años ochenta y la primera década de los 2000, la zona acogió más de 30 locales de ocio nocturno que desaparecieron más adelante por la presión vecinal y normativas más estrictas
Durante casi tres décadas, Valladolid tuvo un punto neurálgico de fiesta que marcó a varias generaciones. Ese punto de encuentro fue localmente conocido como la ... zona de 'El Cuadro'. Entre los años ochenta y la primera década de los 2000, la zona comprendida entre la calle Padre Francisco Suárez, Gregorio Fernández y Paulina Harriet fue sinónimo de juventud, música y noches interminables. Para los más jóvenes, fue lo que actualmente son las zonas festivas de San Miguel, plaza de Coca o Poniente.
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En esta famosa plaza se concentraban más de treinta locales de ocio nocturno, algo impensable hoy en día. Sus característicos nombres todavía resuenan en la memoria de muchos vallisoletanos. El Refugio, Conde Costa, La Colombina, Okey, Bebemás, La Candelaria, Dixieland, Carcasonne, Ascot, El Desván, Titahuana, Camarote y, sobre todo, Charlot, la discoteca cuyo nombre homenajeaba al cineasta Charles Chaplin, que se convirtió en el epicentro de la 'Movida vallisoletana'.
Los fines de semana centenares de jóvenes tomaban la calle Padre Francisco Suárez listos para una noche interminable. Las rutas nocturnas solían empezar tarde, y no podían faltar los cubatas baratos y cachis de cerveza o calimocho. Unas rutas que, frecuentemente, terminaban de madrugada, muchas veces con el sol ya saliendo y los pájaros entonando su primer canto de la mañana. Los DJs eran auténticos protagonistas y cada local buscaba diferenciarse con un estilo musical propio, que fue evolucionando del pop y el rock hacia el techno y la electrónica.
No obstante, la fama del Cuadro trascendió las fronteras locales en los inicios de los años 90. Uno de los episodios más recordados fue la visita del actor Brad Pitt, que durante una estancia en Valladolid acabó saliendo de fiesta en la discoteca Charlot. Su presencia sorprendió a clientes y camareros, y quedó como una de esas anécdotas que elevan aún más el aura legendaria de la zona. Considerado como una de las estrellas de Hollywood más influyentes, por aquel entonces era un actor casi desconocido de 26 años que visitó la capital del Pisuerga con motivo de la Seminci, donde en 1991 la película de Ridley Scott 'Thelma y Louise' recibió una espiga de oro.
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Aquella noche, los pucelanos no fueron conscientes de que compartieron una intensa noche de fiesta con el que más adelante sería uno de los actores más importantes y mediáticos del mundo.
Sin embargo, la presión vecinal por el ruido, las normativas más estrictas y el cambio en los hábitos de ocio fueron apagando la intensidad del Cuadro. Y es que a la par que miles de vallisoletanos disfrutaban del mundo de la noche, otros muchos recuerdan aquellos años como una auténtica pesadilla, pues convivir en una zona marcada por borracheras, peleas y música a todo volumen era todo un reto.
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En 2008, el cierre de Charlot y del histórico Paco Suárez marcaron simbólicamente el final de una época irrepetible. Hoy, las persianas bajadas de muchos de aquellos locales conviven con nuevos negocios, mientras el recuerdo de aquellas noches sigue vivo en la memoria colectiva de Valladolid.
«Esto lo he conocido en pleno apogeo en los años 80 y la verdad que disfrutábamos mucho, eran otros tiempos
Carlos Cano
Vecino de El Cuadro
Carlos Cano, vecino de El Cuadro de toda la vida y que frecuenta un negocio de motos en dicha zona desde hace 30 años recuerda aquellos años con nostalgia. «Yo esto lo he conocido en pleno apogeo en los años 80 y la verdad que disfrutábamos mucho, eran otros tiempos» asegura con una inevitable sonrisa de oreja a oreja. Como ejemplo de lo que era salir en esta zona en aquella década, Cano explica que antes, «podías dejar el coche en doble fila, te tomabas una copa tranquilamente y si alguien quería pasar te pitaba o iba al bar a avisarte, pero claro, estamos hablando de otra época».
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Más adelante, cuando Carlos Cano estableció su tienda en el 95, el ambiente ya no era el mismo pero aún se mantenía la esencia los sábados por la noche. «Todavía debían de quedar doce o quince bares abiertos, pero ya no era lo mismo. Ahora algunos se han reconvertido, como pasa con El Desván o El Carcasones, que han pasado de discotecas a bares tranquilitos, pero es bueno que sigan porque son de toda la vida» explica mientras recuerda los últimos años buenos en lo que a fiesta se refiere en El Cuadro.
Tras el cierre de la gran mayoría de discotecas, Carlos Cano asegura que el ambiente en el barrio «ya no es el mismo» aunque cuenta aún con mucho movimiento. «Es una calle que tiene mucho paso para ir a zonas céntricas como Isabel la Católica o la plaza Tenería, además aquí está el colegio Lourdes y tanto por las mañanas como por las tardes los padres aprovechan y hacen aquí recados» apostilla.
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«Era una zona problemática, la gente intentaba entrar en los portales y bebían mucho»
Julia González
Vecina de El Cuadro
Opinión muy diferente tiene Julia González, dueña de la frutería 'Fruitiland', que se encuentra a escasos metros de la tienda de motos de Carlos, de lo que fue El Cuadro durante su era 'anárquica'. «Era una zona problemática, la gente intentaba entrar en los portales, bebían mucho, y a veces había peleas, ahora estamos mucho más tranquilos» explica aliviada una vecina que lleva aquí ya cuarenta años.
«Desde que prohibieron aquí la fiesta todo está muy tranquilo, los pocos bares que quedan están muy bien y hay mucho movimiento» dice Julia González feliz por el gran cambio que ha experimentado El Cuadro desde la década de los 80. Además, como es habitual en barrios históricos y sus alrededores, esta veterana frutera asegura que muchos de sus clientes ya son casi como de la familia. «A muchos les conocemos cuando estaban recién casado y ahora tienen nietos y siguen viviendo, es un entorno familiar muy agradable» concluye.
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Noches interminables, fiestas universitarias cada semana, actos vandálicos... El ambiente explosivo que lo caracterizó hasta los inicios de la década de los 2000 se ha sustituido por la tranquilidad y el ambiente familiar que se respira en los barrios clásicos de Valladolid. Ahora, la nostalgia y el alivio, están condenados a convivir juntos en El Cuadro para siempre y es más que probable que no volvamos a ver de fiesta a Brad Pitt de nuevo por esta zona.
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