Campo Grande, una histórica zona de Valladolid con un parque «único por su ubicación, extensión y belleza»
Residentes y comercios tradicionales conviven con turistas y franquicias en este barrio marcado por su pasado conventual y burgués cuyos límites lindan con el Pisuerga
Dependiendo del contexto, mencionar Campo Grande en Valladolid puede hacer referencia al parque más famoso de la ciudad –considerado su pulmón verde–, a la estación de trenes o quizás a uno de los hospitales. Sin embargo, este nombre también es compartido por uno de los barrios del callejero vallisoletano que, además de albergar todas las ubicaciones mencionadas, es pieza fundamental de la historia de la ciudad, al ser testigo del pasado medieval, el auge de la burguesía y el presente desarrollo de las infraestructuras y transportes que vive Valladolid.
El barrio de Campo Grande, según la división por barrios y subzonas realizada por el Ayuntamiento de Valladolid, está conformado por siete subdivisiones que siguiendo el sentido de las agujas del reloj y comenzando por el norte son Caballería, Miguel Íscar, Campo Grande (la principal), Estación de Autobuses, Reyes Católicos, Francisco Suárez y San Ildefonso. Limita con Plaza Mayor y Plaza España al norte, Caño Argales al este, Renfe y Plaza de Toros al sur; y, al otro lado del Pisuerga, Huerta del Rey al oeste.
Un gran jardín desde 1787
Antigua superficie de cultivos agrícolas, el jardín Campo Grande es la mayor zona verde de la ciudad. De forma triangular y con unas 11 hectáreas de superficie, está limitado por la Acera de Recoletos, el paseo de Filipinos y el paseo de Zorrilla. Su origen como parque urbano se remonta a 1787 aunque en él existió una de las puertas que servían como entrada sur a la ciudad entre los siglos XIII y XVII.
Hoy día, el Campo Grande es uno de los lugares preferidos por los vallisoletanos para pasear, especialmente los más pequeños, ya que da cobijo a más de 150 especies animales entre las que destacan ardillas, tortugas y aves como patos, garzas, ocas y, por supuesto, los pavos reales, todo un icono de la ciudad desde 1930.
«El Paseo Central es donde pasábamos nuestras tardes, nos conocíamos y, finalmente, nos emparejamos»
Teresa Guitián
Vecina de Campo Grande
Por ello, no es de extrañar que este jardín sea el rincón favorito de los vecinos, tal y como asegura Teresa Guitián, quien considera esta zona como «la mejor de la ciudad». Nacida en la Casa Mantilla y residente junto a la Academia de Caballería, disfruta paseando por el parque y yendo a misa a la parroquia de San Agustín (junto al Convento de los Agustinos Filipinos). «El Paseo Central es donde pasábamos nuestras tardes, nos conocíamos y, finalmente, nos emparejamos». Como vecina de la zona, se muestra «contenta» con los avances en materia de transportes, destacando la conexión con Madrid mediante la línea de alta velocidad. Sin embargo, en ocasiones, echa en falta «más limpieza» en este barrio.
Acera de Recoletos, escaparate de la ciudad
La Acera de Recoletos, uno de los paseos más emblemáticos y elegantes de Valladolid, hoy es mucho más que una simple avenida: es la puerta de entrada a la ciudad para quienes llegan en tren. En 2003, su imagen fue profundamente transformada gracias a una ambiciosa remodelación. Aceras más amplias, iluminación renovada, quioscos y una circulación restringida al transporte público y residentes convirtieron este eje urbano en un escaparate de la ciudad.
Pero su historia se remonta siglos atrás. En sus orígenes fue un espacio extramuros ocupado por conventos e instituciones religiosas, como el de los recoletos agustinos, o los franciscanos, todos desamortizados o derribados entre los siglos XIX y XX. Con la expansión urbana y el auge de la burguesía, esta vía se transformó en una codiciada zona residencial donde surgieron edificios señoriales como la Casa Mantilla, la Casa Resines o la Casa del Príncipe, inmuebles muy valorados que aún hoy conservan detalles únicos, desde figuras mitológicas en sus balcones hasta placas que recuerdan a ilustres como Miguel Delibes, nacido en el número 12.
Precisamente, hacia esta calle se dirige a pie José Fortuna, quien «casi todos los días» da una vuelta por las principales calles de este barrio, para «después continuar por la calle Santiago y la Plaza Mayor». Sin embargo, si tuviera que quedarse con una sola ubicación del barrio de Campo Grande, sin duda, se quedaría con el parque: «Es único. Tanto por su ubicación, como por su extensión, belleza y animales. No hay otro». A pesar de que no ha sido residente de Valladolid toda su vida, pues es natural de la localidad zamorana de Fermoselle, afirma que siempre ha visto la zona «igual de bien que en la actualidad». «En general, me encuentro muy feliz y muy a gusto en Valladolid, y todo lo veo bien», afirma satisfecho.
Miguel Íscar, una calle señorial ayer y hoy
La calle de Miguel Íscar, una de las más representativas de Valladolid, se trazó a finales del siglo XIX tras el soterramiento de uno de los ramales del río Esgueva que discurría por la zona. El Ayuntamiento quiso rendir homenaje al alcalde Miguel Íscar Juárez –figura clave en la transformación urbana de la ciudad y fallecido en 1880– bautizando con su nombre esta nueva vía.
Conecta la plaza de Zorrilla con la plaza de España, y es una amplia muestra de la arquitectura burguesa de la época. Casi todos sus edificios están protegidos por su valor histórico o artístico, destacando la Casa Mantilla (en el número 2), el conjunto de los números 3, 5 y 7, o el inmueble que hace esquina con Licenciado Vidriera. También es conocida por su vínculo con Cervantes: aquí se encuentra la Casa Museo dedicada al escritor.
Precisamente, la vía comienza en la mencionada Plaza de Zorrilla, que alberga desde hace 125 años la estatua que homenajea al ilustre poeta vallisoletano, erigida nueve años después de su muerte. En la actualidad, luce una fuente recientemente restaurada, además de las letras vegetales que conforman la palabra Valladolid y que ya se han consolidado como nuevo icono visual.
La vida comercial de la zona ha dejado huella, con negocios históricos y tradicionales como la sombrerería Santos (1918) o la tienda de antigüedades y decoración interior Fragonard (1990). Precisamente en este último negocio, cuyo vistoso escaparate llama la atención de no pocos peatones «todos los días», Silvia Sánchez, trabajadora en el local que ocupa el número 4 de la céntrica vía, comparte la experiencia del comercio durante estos 35 años: «Notamos que hay mucha gente que viene, tanto de Madrid como de Cantabria y otras zonas del norte de España a pasar el día y a consumir restauración». Algunos de estos visitantes no dudan en echar un vistazo a Fragonard: «muchos vienen a dar una vuelta y algunos compran, sobre todo turistas, que se mezclan con los clientes habituales». Otros de los cambios que este comercio ha vivido es, como resulta evidente, el auge de la digitalización, ya que «casi todas las ventas son 'online'», afirma.
A pocos metros de allí, en el número 8 de Miguel Íscar, se encuentra la Administración de Loterías número 21 de la ciudad, regentada por Fernando Sanz: «Llevamos en esta calle desde 1982, aunque al principio empezamos en el número 16», recuerda. Afirma que esta zona, perteneciente a la subdivisión denominada Miguel Íscar dentro del barrio de Campo Grande, se caracteriza por ser «un barrio principalmente de gente mayor» y que «anteriormente era conocida como la 'calle de los bancos'», por las muchas sucursales bancarias que existían en esta vía antes de las fusiones y cambios en los locales que, poco a poco, fueron desplazando a buena parte de ellas. Entre su clientela, «hay abonados de todos los barrios de Valladolid», aunque sí existe un número considerable de clientes habituales vecinos de la zona.
En lo urbano, Miguel Íscar, según señala Fernando Sanz, «ha cambiado muchísimo durante estos años», especialmente con «la ampliación de las aceras y la accesibilidad en la Casa de Cervantes»: «Hace muchos años se hizo una obra faraónica que afectó a todos los desagües. La calle Miguel Íscar estuvo totalmente levantada muchísimo tiempo, aunque lo dejaron todo muy bien». Otros de los cambios que el comerciante recuerda haber vivido desde su administración de loterías son «las nuevas direcciones de los autobuses y coches». De entre sus lugares favoritos, destaca uno: la casa y museo de Miguel de Cervantes: «es algo precioso que nos hace recuperar la historia de Valladolid».
La Academia de Caballería, un edificio militar de inspiración palaciega
Uno de los edificios más emblemáticos del barrio de Campo Grande es la Academia de Caballería, situada en el número 2 del Paseo de Zorrilla. Se alza en el solar donde anteriormente se encontraba «El Octógono», un inmueble muy representativo del Valladolid del siglo XIX. Aquel edificio fue destruido por un incendio en la madrugada del 25 al 26 de octubre de 1915; y el actual comenzó a construirse en 1920. Fue inaugurado en 1924 por el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia, quienes ya habían asistido en 1921 al acto de colocación de la primera piedra.
De estilo neorrenacentista e inspirado en el Palacio de Monterrey de Salamanca, el edificio combina el ladrillo con materiales nobles. Su fachada principal, restaurada en el año 2000, destaca por sus tres torres y los escudos de piedra que representan las órdenes militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa. El conjunto, con planta en forma de U, alberga aulas, internado, salones y un museo poco conocido, además de un gran lienzo de la batalla de Treviño en su sala principal.
A lo largo del tiempo, su uso ha sido objeto de debate: desde propuestas para convertirlo en parador turístico en 2010 hasta solicitudes para albergar el Archivo de Simancas. Sin embargo, hoy sigue cumpliendo su función como centro de formación para oficiales del Ejército de Tierra que eligen el arma de Caballería, además de ser un icono de la ciudad y protagonista de innumerables 'selfies' de locales y turistas a los que este edificio da la bienvenida.
De cementerio a parque público
La historia del barrio de Campo Grande no puede entenderse sin aludir a su pasado funerario, ya que buena parte de los terrenos que hoy ocupa tuvieron un uso cementerial durante siglos. Se tiene constancia de al menos dos necrópolis en la zona, entre ellas la del barrio mudéjar de Santa María. Aquel espacio, ubicado en unos terrenos al sur del actual parque de Campo Grande y paseo de Filipinos fue posteriormente ocupado, desde 1563, por el convento del Carmen Calzado. Las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo durante la rehabilitación del antiguo Hospital Militar en 2002 revelaron numerosos enterramientos vinculados a este uso, así como restos de las estructuras del propio cenobio.
Otro de los espacios funerarios que conforman el origen de esta zona fue ocupado por la comunidad judía que habitó Valladolid entre los siglos XI y XV. Fue excavado en el año 2002, tras los hallazgos durante las obras de urbanización de la Acera de Recoletos. Se llegaron a documentar unos 75 enterramientos, la mayoría bajo el actual Paseo de Coches y recordados hoy con diferentes placas plateadas en hebreo.
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