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«Contagiarme de covid ha sido lo peor que me ha pasado en la vida». Así de contundente se muestra Arancha Barniol, una vallisoletana de ... 53 años que sufre covid persistente. «Lo he cogido hasta en 5 ocasiones y yo ya dudo que en algún momento se me haya llegado a quitar», añade. El pasado año, El Norte le entrevistó junto con otros dos compañeros del grupo 'Afectados Covid persistente CyL', que opera en redes sociales y que busca visibilizar esta enfermedad superdiscapacitante y todas sus problemáticas. Un año después, hablamos de nuevo con ella y nos dice que, lamentablemente, su enfermedad y sus secuelas han ido a peor.
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Hasta junio de 2020, Arancha era una persona sana, que no tenía condiciones autoinmunes preexistentes ni ninguna otra enfermedad subyacente. Disfrutaba mucho con su trabajo como auxiliar sociosanitaria en una residencia de mayores. En esa fecha contrajo el covid y a partir de ahí, su vida dio un giro de 180º. Ahora sufre dos enfermedades autoinmunes: síndrome de Sneddon, que le provoca ictus, y síndrome antifosfolípido, que le produce coágulos de sangre frecuentes. Han sido varios los microinfartos cerebrales que ha sufrido desde entonces. Sufre también, deterioro cognitivo, amnesia, visión borrosa, fatiga, dolores de cabeza y ha perdido la fuerza y sensibilidad en el lado derecho del cuerpo. «Dentro de todo lo malo, yo no me puedo quejar. A mí me diagnosticaron rápidamente. Me dieron la incapacidad total y por tanto ya no trabajo, y me han reconocido un 67% de discapacidad. Voy a pedir que me reconozcan el 100% por empeoramiento de síntomas. Tengo compañeros en el grupo de afectados que llevan tres años sin conseguir un diagnóstico y que no les conceden baja. Les están mandando a trabajar sin poder hacerlo y están perdiendo los empleos porque su cuerpo no lo resiste», explica.
Para colmo de males, debido a su dificultad para andar, en junio del año pasado, se cayó y se hizo daño en la espalda. Actualmente, le están tratando en la Unidad del Dolor. «Me he sentido apoyada por la Sanidad, pero sólo en parte. Los especialistas de medicina interna que me han tratado desde un principio, han seguido tratándome del diagnóstico inicial. Me han ayudado muchísimo. Sin embargo, me he sentido ignorada cuando he acudido con los síntomas nuevos que me han aparecido desde que me he lesionado la espalda. Finalmente en noviembre me hicieron una resonancia de neuroeje. En enero, tras poner una reclamación, me dieron los resultados. Tengo hernias, protuberancias en la columna, tengo afectada la zona lumbar, un quiste en un riñón y miomas uterinos. Estoy con oxicodona y los dolores no paran», se queja.
Procurador del Común
A Arancha nunca la han llegado a tratar en la Unidad Covid del Clínico, ella iba derivada por diagnóstico rápido. En el grupo de 'Afectados Covid persistente CyL', somos unas 100 personas. Juntos hicimos un escrito dirigido al Procurador del Común para explicarle nuestra situación. Él nos ha contestado diciendo que en todos los hospitales de nivel II, III y IV de la Comunidad, se han creado consultas de seguimiento covid, principalmente en los servicios de medicina interna y neumología. Sin embargo, eso no se está cumpliendo. Ahora mismo, en Valladolid tan sio hay una unidad de covid persistente en el Clínico y a alguno de nuestros compañeros le han remitido a Vitoria. En León había una unidad pequeña y la han quitado. En Zamora no la han llegado a crear, ni en Soria tampoco. No somos invisibles y lo que queremos es que estas unidades que deberían estar abiertas, se abran y nos atiendan. Nos están ignorando, seguimos enfermos y peleando. Toda la carga de nuestra atención, se la están llevando los especialistas de medicina interna. Nos sentimos abandonados. A día de hoy, a muchos se nos ha dicho que el covid persistente no existe, que lo que tienen es ansiedad reactiva, depresión… tardan meses en darnos cita», comenta.
Arancha ya está jubilada, cobrando la mitad de su sueldo. Ella anhela su trabajo y su vida de siempre, que no puede llevar debido a que las secuelas van en aumento. «No tengo fuerza en el lado derecho del cuerpo. A varios compañeros y a mí, nos han incluido en un estudio en la Unidad del Dolor, para intentar quitarnos los dolores sin tanta medicación. Lo que tengo ahora no es vida», concluye.
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