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Empleadas a la puerta del Scalpers de la calle Santiago. Carlos Espeso
El colapso de las comunicaciones paraliza el comercio durante el fundido a negro
Apagón en Valladolid

El colapso de las comunicaciones paraliza el comercio durante el fundido a negro

El fallo del tendido eléctrico ha imposibilitado echar el cierre en las puertas mecanizadas de algunos establecimientos de la calle Santiago, donde la plantilla permanecía a la espera de directrices

Jenifer Santarén

Valladolid

Lunes, 28 de abril 2025, 21:33

Pasaban las 12 del medio día cuando supermercados, colmados o fruterías, comenzaron a llenarse de consumidores en busca de víveres, pero sobretodo, de información. Las bares y los pequeños establecimientos se han convertido esta mañana en el epicentro de las tertulias para teorizar sobre las causas y la duración del apagón eléctrico que ha afectado a toda España y a otros países de la Unión Europea, dejando en jaque durante horas transportes, telecomunicaciones y al sector servicios.

Y mientras el fundido a negro en los semáforos obligaba a extremar las precauciones y a desplegar efectivos de la Policía Local en las zonas más transitadas para suplir a golpe de silbato la falta de directrices visuales, el efecto mariposa dejaba sin existencias las botellas de agua de un litro en poco más de media hora en una frutería panadería de la calle Doctor Cazalla. «La gente está viniendo a por agua, pan y conservas», explica Henar, gerente de Luna, donde el papel y el boli vino a sustituir esta mañana a la cajas registradora.

Entre tanto, las primeras noticias llegaban mediante el boca a boca. «¿Qué vamos a hacer si es en todo Valladolid?», preguntaba una clienta, ajena a la magnitud del incidente, mientras otros, más informados de su globalidad, cuando ya se había confirmado su replica en Portugal o Francia, se atrevían a elucubrar sobre la causa, un experimento después de que Bruselas advirtiera recientemente de la necesidad de disponer en casa de un de kit de supervivencia. Una radio de onda larga, alimentos no perecederos y medicamentos para situaciones de emergencia y que hoy han sido, junto al agua, los productos más demandados.

En las farmacias, la situación recordaba a lo vivido durante el pasado seis de marzo, cuando una caída del sistema interno impidió durante toda una mañana dispensar medicamentos con receta electrónica. Y al igual que en aquella ocasión, la solución ha sido volver al sistema en papel. «Estamos dispensando medicamentos de venta general y todo lo que sea de receta solo si la traen en papel, pero el principal problema es que no nos sabemos los precios de todos los medicamentos y no en todos los casos cuesta lo mismo, porque los pensionistas pagan menos», apunta Ignacio de la Cuesta, farmacéutico de la calle Ferrari, que boli y cuaderno en mano, apunta los datos de la clientela fiel a la que están «fiando» ante la imposibilidad de cobrar algunas prescripciones.

Garantizada la subsistencia con las fuentes públicas muy concurridas y a pleno rendimiento, las terrazas se han llenado en torno a la una de la tarde al mismo ritmo que se vaciaban las oficinas, con estampas dispares en el entorno de la Plaza Mayor. La incertidumbre y la falta de información obligaban a tomar decisiones siguiendo cómo único criterio el instinto. Y mientras que en La Banque habían atajado el paso a la clientela con una silla en la puerta del establecimiento en señal de que ahí ya no se tiraban más cañas ante la imposibilidad de limpiar la vajilla sin suministro de agua, en el Lion D'Or aprovechaban el empujón para llenar la terraza. «De momento podremos aguantar un par de horas», estimaba uno de los camareros sobre la capacidad de las cámaras frigoríficas para mantener frescos botellines y bebidas azucaradas.

A la hora de la comida la mayor afluencia se ha concentrado en las tahonas y los establecimientos de comida preparada, con grandes colas en la franquicia Olibher para hacerse con un bocadillo. Se extendían hasta la cercana heladería Regma, ya en la calle Santiago, donde han apostado por mantener abiertas las puertas para dispensar el mayor número de helados posibles antes de que pudiera echarse a perder el género una vez rota la cadena del frío.

Mientras, restaurantes como el Café del Norte se han visto obligados a suspender el servicio de comidas, con el personal esperando a la llegada de comensales con reserva para informar de lo que la mayoría ya presuponían. «Aquí nadie ha dado la cara y no nos informan de nada, ¿Quién se va a hacer cargo de las perdidas que estamos teniendo?», lamentaba Inés Castellanos, gerente del establecimiento, que permanecía a la espera de novedades para saber si «mandar a la plantilla a casa» con la esperanza de poder retomar la actividad en algún momento de la jornada.

Puertas atascadas

La céntrica calle comercial Santiago ha sido otra de las arterias donde más se ha hecho notar los estragos, con multitud de comercios de toda índole paralizados ante el fallo eléctrico y con la seguridad comprometida en algunos establecimientos. En la tienda para hombres de la firma Mango las puertas mecanizadas habían quedado entre abiertas, impidiendo echar el cierre, lo que ha obligado a sus empleados a permanecer vigilantes en la entrada. Y en Scalpers, donde habían bajado las rejas hacia el mediodía, un atasco en la persiana del establecimiento ha dejado encerrados a varios empleados de la marca, liberados gracias a la ayuda de un grupo de viandantes a última hora de esta tarde.

Aunque el principal escollo ha sido la falta de directrices en una situación sin precedentes y ante la imposibilidad de comunicarse con las oficinas centrales de las que dependen estas grandes cadenas. «Nos han pedido que echemos el cierre pero que permanezcamos en la tienda hasta nueva orden», explica Elena Benito, empleada de Ulanka, que afronta inquieta una jornada laboral que ha estado apunto de verse frustrada. El apagón la pilló bajando en ascensor, donde permaneció encerrada «cerca de una hora y medía» hasta que el técnico y la persona responsable de la llave han podido acudir a rescatarla.

«He tenido suerte porque no he quedado en entreplanta, sino no hubieran podido sacarme», agradece la mujer, que no ha requerido la asistencia de los Bomberos, que a lo largo del día han llevado a cabo «más de sesenta intervenciones en ascensores atascados», según el balance hecho público por el Ayuntamiento de Valladolid. El Consistorio también ha contabilizado cincuenta actuaciones de la Policía Municipal para rescatar a personas atrapadas en ascensores y otro medio centenar de atención personas necesitadas de servicios básicos de salud y movilidad.

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