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«Xar Yalla», dice Boubacar Sarr. En las manos de Dios. Con el brazo en cabestrillo y un vendaje en la mandíbula, el del ... tercer tiro, el senegalés de 43 años que hace 19 días recibió tres disparos junto al bloque 18 de la calle Zorzal no se permite odiar. Espera, sencillamente, a que las cosas mejoren. Sin rencores. «Xar Yalla». Quiere curarse lo antes posible, mantener el trabajo en el matadero de pollos de Cuéllar donde había empezado 15 días antes y, sobre todo traer a sus hijos (de 16, 14, 12, 8 y 6 años), pues acababa de renovar sus papeles. Aunque su mujer y él tendrán que escoger, entre los cinco, a los tres que podrán venir. Porque no gana lo suficiente para que viajen todos. Si cobra mil, manda ochocientos a Senegal. De su sueldo dependen directamente treinta personas.
Es una decisión difícil, reconoce, la enésima de las decisiones difíciles de la vida de este pescador africano cuyos antepasados nacieron en el paraíso de Djirnda. Él creció en el cinturón de la miseria y la vergüenza de Dakar y allí fue donde conoció, en 2008, a su «amigo-hermano», Jaime Muñoz Pérez, activista del movimiento internacional ATD Cuarto Mundo. Él es quien traduce del wolof las palabras y sentimientos de 'Bouba' sobre lo que le ocurrió en su barrio el día que la muerte pudo acabar con su sueño de recuperar la dignidad. Solo porque de repente se le ocurrió acercarse a la vivienda okupada por un compatriota suyo, Jirim, para decirle que si quería ir a bañarse a su casa (en el piso okupado no hay agua ni electricidad) fuera pronto aquel día, porque él estaba cansado y se quería acostar. Salió del turno de noche, comió con Jaime y su familia y sobre las cuatro de la tarde se despidió y se marchó en la bicicleta hacia Zorzal. Pero no tuvo ocasión de decir nada a Jirim porque un grupo de tres personas que estaban en el edificio le impidieron llegar hasta su amigo. «Yo sufría por la manera de vivir que tenía.. Toda la comunidad senegalesa le decíamos, Jirim vete a Senegal, que tu madre está llorando... Recuperando chatarra y sufriendo una vida muy pobre, toxicómano e indigente, ¿Quién vive en un piso sin ventanas, agua ni baño, con la puerta abierta durante diez años si no es muy pobre? Yo sufría por él».
–«Puto negro, yonki. Que no subes».
La discusión en el portal fue subiendo de temperatura. Una chica amiga de 'Buba' que coincidió allí también y quería subir, se escondió detrás de él cuando los insultos se hicieron más fuertes. Ella fue después quien le dio su camiseta para que se taponara la herida en la barriga del primer tiro y avisó a los servicios de emergencia.
–¿No sintió usted en algún momento de la discusión que su vida podía correr peligro?
–No. Yo les decía, que no me voy, que no he hecho nada malo, yo me quedo. No esperaba que terminara así, ni me imaginaba que tuvieran armas. Creía que era una discusión normal, pero empezaron a insultarme y ya era cuestión de dignidad. Yo no soy ninguna mierda, soy una persona trabajadora y no me drogo. El «pasas o no pasas» se convirtió en una falta de respeto. Fue muy rápido todo.
Los tiros fueron abajo. De repente uno de los tres sacó un arma y el primer tiro alcanzó a 'Bouba' en la tripa y cayó al suelo. El segundo, en el hombro. Y el tercero, en la mandíbula. «Le dije a la chica que llamara a la policía, que me iba a morir, Cuando reuní fuerzas, fui caminando hacia el sol, necesitaba calor». Caminó 150 metros y se desplomó.
–¿Cuando sintió que iba a morir, qué se le pasó por la cabeza?
–Pensaba en mis hijos. Es muy duro, muy duro (se le saltan las lágrimas).
–¿Por qué se está usted emocionando ahora?
–Porque es muy dificil asumir que una persona que ha ido a ayudar a otra termine muriendo.
En la conversación planea el recuerdo por el policía municipal Luis Eduardo Izquierdo, cuya moto colisionó contra un coche cuando acudía al aviso del tiroteo y falleció días más tarde. «Pido a Dios que lo tenga en su gracia y que su familia pueda soportar su pérdida». No olvida que el agente murió cuando iba en su ayuda.
Ahora, mientras la investigación judicial sigue su curso, el herido se recupera en un pueblo de Salamanca, arropado por sus amigos, Lo que le gustaría, subraya, es que lo que le ha ocurrido sirva para mejorar la convivencia en Pajarillos, no para encender más mechas, Es «su» barrio. «Yo lo elegí, me gusta y quiero ver crecer en él a mis hijos». Se parece, dice, a Guinaw Rail, (Más allá de las vías), donde creció y la pobreza no puede esconderse, está a la vista de todos. «La gente piensa que cuando eres pobre bajas los brazos y te rindes, pero no es así. La gente de Pajarillos se ayuda, es luchadora y no baja los brazos». Quien no se ha quedado ha sido Jirim, el detonante involuntario del suceso. «Por fin ha volado a Senegal», dice 'Bouba' con alivio. La comunidad senegalesa le ha costeado el pasaje.
Jaime Muñoz Pérez, amigo de la víctima y miembro de la organización Cuarto Mundo, pone el énfasis en que su amigo 'Bouba' nunca ha tenido un problema con nadie «y la gente ve, saben muy bien a quién se lo han hecho». Considera que el suceso tiene que servir para favorecer el diálogo en Pajarillos. «Todos podemos ser víctimas y tenemos que arreglar la tensión, que haya paz en el barrio, no inculparnos unos a otros».
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