Bancos desde los que se aprecian las mejores vistas de Valladolid

Los registros de esta concejalía (consignados para el plan de accesibilidad)y de la de Medio Ambiente dicen que en las calles, los parques y plazas de la capital hay diseminados en torno a los 14.900 bancos, con diferentes diseños y tamaños. Algunos más cómodos que otros, claro. No suelen gustar los que no tienen respaldo y los que están demasiado bajos, porque eso dificulta luego la incorporación de las personas mayores. Esta es una crítica repetida en los presupuestos participativos, que en la votación del año pasado reclamaba la sustitución de bancos en varias zonas de la ciudad. De hecho, el Ayuntamiento se ha comprometido a tomar medidas al respecto, a elevar el asiento de los bancos, como recoge el documento remitido a la Organización Mundial de la Salud (OMS)para adherirse a la red de ciudades amigables con las personas mayores.

Valladolid no dispone de una ordenanza o texto que determine criterios a la hora de colocar bancos (anchura mínima de la acera, por ejemplo), pero sí que hay ideas que se tienen en cuenta a la hora de diseñar cada proyecto de urbanización. «La orientación es importante, para buscar el sol durante el invierno o que haya sombra en verano», explica Saravia, partidario de que los bancos «no miren a la pared», sino que permitan al usuario dirigir la mirada hacia la actividad principal del lugar en el que se halla ubicado. «Si es una plaza, que mire hacia el centro. En una calle, hacia el lugar de paseo». Y a esto se unen las peticiones vecinales. No solo para poner bancos, sino también para retirarlos. Las quejas de los vecinos del entorno (por excesivo ruido de las personas ahí sentadas, por ejemplo) pueden motivar el cambio de ubicación de los asientos. Y el vandalismo. El año pasado los desperfectos en los bancos supusieron un desembolso cercano a los 2.500 euros para arreglos y resposiciones. Los metálicos cuestan 300 euros.