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Carolina Dávila en sus instalaciones de Pequeland, en Parquesol. Mónica Muñoz

Autonomía para el niño como forma de educarlo

Carolina Dávila, gerente de Guardería y Ludoteca Pequeland

Laura Negro

Valladolid

Domingo, 27 de agosto 2017, 21:04

Carolina Dávila (43) ha visto cumplir su sueño. Hace unos meses ha tomado la «mejor decisión de su vida», emprender. Ello le ha permitido realizarse como profesional, mejorar como persona y conseguir la conciliación laboral y personal que tanto buscaba. Su proyecto empresarial es Pequeland, una guardería y ludoteca que abrió sus puertas en febrero de 2016 en el barrio de Parquesol y que gracias al método educativo Montessori, fomenta la autonomía de los niños.

Hace 21 años que recaló en Valladolid, procedente de su Santander natal, y lleva más de una década residiendo en la localidad de Mucientes. Siempre le gustó trabajar con las manos, una afición que le llevó a trabajar durante 5 años en un taller de ebanistería haciendo todo tipo de muebles, puertas y lijados, hasta que con la crisis se quedó en paro. «Decidí preparar oposiciones y entonces pude acceder a una bolsa de empleo como personal de servicios», explica esta emprendedora.

De cerca

  • Contacto. Juan García Hortelano, 35-47014 Valladolid. Teléfonos: 983 01 22 22 y 685 187 219

  • Fecha de inicio de la actividad. Febrero de 2016.

  • Emprendedor. Carolina Dávila Ruiz (45). Técnico superior en Educación Infantil.

A raíz de su embarazo, empezó a leer mucho sobre educación y así descubrió su gran pasión por la puericultura. Mientras trabajaba estudió el módulo superior en Educación Infantil, en el Instituto Ferrari. «Al hacer las prácticas vi que algo no funcionaba en la manera de educar a los niños. En la educación tradicional todos tenemos que hacer siempre lo mismo, sin tener en cuenta la opinión de los pequeños. Me parecía que obligarles a estar sentados y realizar todos juntos la misma actividad y a la vez, con horarios tan cuadriculados, no era la mejor manera de enseñarles. Yo considero que es mucho más efectivo atender las necesidades y emociones de cada niño en cada momento, estando siempre atentos a su evolución. Yo con mi hija Laia aplicaba ese método y veía que funcionaba», concreta Carolina.

Un traspaso

Aquella inquietud por poner en práctica una educación mucho más flexible, orientada al desarrollo de los sentidos y la experimentación, le llevó a buscar un lugar donde montar su propia guardería. Encontrar el local idóneo fue más complicado de lo que esperaba. «Buscaba un espacio diáfano y luminoso para poder aplicar las pedagogías activas. Un año después de empezar a buscar, por casualidad lo encontré», recuerda. Se trataba de una guardería que llevaba 17 años en funcionamiento. Carolina Dávila cogió su traspaso y se hizo cargo de todo el alumnado. «Lo primero que hice fue mantener una reunión con los padres para que me conocieran y explicarles mi propuesta educativa. Los padres confiaron en mí y aceptaron los cambios estupendamente», concreta.

Poco a poco fue acondicionando el local de acuerdo su sistema de trabajo. Para ella, era de vital importancia preparar bien el ambiente y nutrirlo de elementos que satisficieran las necesidades de los pequeños. «Utilicé pinturas especiales, igual que las que se usan en los hospitales y decoré todo con unas bonitas ilustraciones que evocan libertad. Preparé cada espacio pensando en que todo estuviera al alcance de los niños, de esta manera, no tendrían que depender de nosotras, las educadoras, en ningún momento», señala esta emprendedora. Y añade que en este centro «no hay nada que suponga un peligro para ellos. Cada cosa tiene su altura y está colocado por edades. De esta manera, tienen libertad absoluta para coger el juego que quieran y nosotras observamos su desarrollo. Por supuesto hay reglas y límites y los pequeños las respetan», aclara.

Carolina entiende a la educación como un desarrollo hacia la libertad individual, por ello, en su guardería aplica las pedagogías Montessori, Waldorf y las de Rebeca Wild. «Hacemos teatro de mesa con marionetas, juegos de dedos para desarrollar la motricidad y diariamente hacemos pan, bizcochos o galletas. Para los bebés utilizo el método creado por Emmie Pickler que se basa en dejar al niño en completa libertad de movimiento. Por eso, no los tenemos nunca en la cuna, a no ser en la hora de dormir. Siempre están en la alfombra con movimiento libre para no limitar su cuerpo», aclara.

El horario de Pequeland es de 8:00 a 17:00 horas, aunque Carolina Dávila afirma que se adapta a las necesidades de los padres. También ofrece servicio de ludoteca para niños de 3 a 12 años, con actividades durante las vacaciones escolares y celebración de cumpleaños temáticos.

«Mi experiencia hasta ahora, ha sido preciosa. Me encanta trabajar con niños y que cada uno vaya a su ritmo. Veo que ellos aprenden y eso a nivel personal me ayuda a vivir sin agobios y sin estar pendiente del reloj. Desde el punto de vista económico, emprender es una lucha continua, pero merece la pena», explica esta educadora, quien ya tiene todo listo de cara al comienzo del próximo curso escolar, para el que todavía queda alguna plaza libre.

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