Aprendiendo a circular, con bicis, patinetes y un Ferrari

«Yo corro mucho», dice Paul con cara de velocidad. «Me gustan las carreras, porque si ganas, te llevas una copa», añade todo convencido este pequeño de 6 años, mientras se ajusta el casco. Él es uno de los alumnos de infantil del colegio El Peral, que en la mañana del jueves pudieron disfrutar de una divertida lección de educación vial, en la que aprendieron a circular con sus patinetes y bicicletas, con la máxima seguridad.

En el último día de clase, el patio de este centro educativo vallisoletano se convirtió en un auténtico circuito de carreras, con calles señalizadas por enormes banderolas y conos en las que se podía practicar la velocidad, la frenada y también hacer recorridos en zigzag. El artífice de este gran despliegue fue José Alberto Lorenzo, padre de Clara y de Alberto, este último alumno de 2º de infantil. A ellos, y al resto de sus compañeros de pupitre, pudo mostrarles lo mejor de su profesión. Él es organizador, a través de su empresa Infinity Race, de carreras de aceleración y otros eventos deportivos relacionados con el motor. Quiso que todos pequeños tuvieran una despedida de curso inolvidable y a la vez aprendieran algo realmente útil para su vida futura. «Les he preparado, junto con otros papás, una yincana de motor para que ellos puedan participar con sus bicis y patinetes y pasar un día genial de fin de curso», explicó este profesional del automovilismo. «El que cause un accidente, queda eliminado», les advertía entre bromas a los niños, mientras vigilaba las «paradas en boxes», que algunos de los pilotos hacían para ajustarse el casco o atarse las zapatillas.

Las risas fueron la tónica habitual de la jornada. Los niños, aguardaban pacientes en la parrilla de salida a que les tocara el turno de competir. Daniel Hernando, papá de Mateo de 5 años, era el encargado de hacer ondear la tradicional bandera de cuadros para marcar las salidas. «Mi hijo está emocionado y yo muy feliz de verle así. Anoche estuvo preparando la bici y el casco para traerlos al cole. Es una manera estupenda de celebrar el último día de colegio», dice este padre voluntario.

Familias y profesores se lo pasaron en grande viendo correr a los niños en el patio. Allí estaba también el director del centro educativo, José Antonio Vinagrero, quien se mostraba satisfecho de ver que por fin la normalidad había regresado por completo a las aulas y al patio. «Hemos recuperado la esencia del colegio pudiendo organizar de nuevo actividades en las que puedan participar las familias», señaló.

Medallas para todos

La lluvia hizo acto de presencia y la carrera tuvo que ser suspendida momentáneamente, aunque pronto se pudo retomar. En el «paddock» de este circuito de carreras escolar, se instaló una impresionante exposición de vehículos, a cuál más espectacular. Allí había un Ferrari 348, un gran clásico de los años 80, que acaparaba todas las miradas infantiles. También una mítica Volkswagen T2 camperizada, más conocida como la furgoneta hippy, un Chevrolet versión americana que José Alberto utiliza como Safety Car en las carreras de velocidad y aceleración que organiza, y también una Pick Up Navara de asistencia. «El Ferrari es el coche número uno del mundo», explicaba emocionado Nicolás de 4 años a sus amiguitos del cole. El dueño del vehículo, José Manuel Caño, que había llegado desde Renedo, escuchaba sonriente los comentarios infantiles sobre su joya de la automoción. «Me encanta este mundo de las carreras. Yo antes competía y cuando José Alberto me dijo que estaba organizando esta actividad con los niños, ni me lo pensé. Quise traer mi coche para que lo para que lo disfrutaran. A todos les resulta muy llamativo», dice este mecánico.

Sólo por participar, todos los niños tuvieron la oportunidad de subirse a lo más alto del podio y recibir una medalla con la inscripción «Feliz verano, campeones», que lucieron orgullosos como auténticos pilotos de carreras.