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Parte del Regimiento de Caballeria Farnesio nº12 llegan con sus caballos a la Acera de Recoletos. Rodrigo Jiménez

Aplausos y ovaciones para ver de lejos a Felipe VI en Valladolid

Cientos de vallisoletanos se agolpan desde primera hora de la mañana en las vallas de la Acera de Recoletos para ver la conmemoración del 375º aniversario del Regimiento de Farnesio

Sergio García

Valladolid

Jueves, 7 de marzo 2024, 14:13

Había unas vallas que impedían el paso a todo aquel que no tuviera invitación, muchas de las cuales se habían repartido entre los 300 militares ... que esta mañana desfilaron ante el Rey. Fuera, los vallisoletanos que no han podido entrar, muchos de ellos también familiares de los efectivos. Dentro, además de las instituciones, había un hombre que pintaba un cuadro. Desde la lejanía se podía intuir lo que parecían los árboles de la Acera de Recoletos, un vehículo armado y varios militares sobre el mismo. Un pequeño presagio de lo que allí ocurriría minutos después, durante la celebración del 375º aniversario del Regimiento de Caballería Farnesio nº12, el más antiguo del mundo. Un cuadro que será testigo material de la conmemoración, como también lo serán las fotografías de los cientos de vallisoletanos que se han acercado a ver el acto.

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No todos de Valladolid, algunos también han venido desde fuera, como una familia recién llegada de Toledo para ver a su nieta, también a su hija, en función de quien respondiera. «Nos hemos levantado a las cinco de la mañana para venir en coche. Seguro que merece la pena para verla desfilar», comentaban los seis miembros de esta familia manchega que se ha acercado hasta la capital. Ellos han sido unos de los primeros en entrar a las gradas instaladas para los invitados que se han acercado a ver el desfile y que se situaban a las espaldas de Felipe VI. Otros, que no tenían familiares en desfile, preguntaban a los militares que «dónde se va a poner el Rey». «Pues mire. No le conozco personalmente, pero nos han dicho que en esa silla», respondían. Y al final fue verdad, allí se sentó. En la mitad de la Acera de Recoletos.

Varios momentos protagonizados por los asistentes al desfile. Rodrigo Jiménez

Menos suerte tuvieron los que esperaban apostados en las vallas más cercanas a la Plaza de Zorrila. Primera fila para ver, al menos, la llegada de los miembros del Regimiento, que también llegaron a lomos de sus caballos, pero que no alcanzaron a ver la llegada del monarca a Valladolid. «Las glorias del pasado no garantizan las victorias del presente. Por eso hemos cambiado los animales por los vehículos», diría más tarde en su discurso el Coronel Jefe, Pedro Pascual San José. Por eso también han desfilado 17 vehículos armados del Regimiento, de modelos VRCC Centaura, VEC, BMR, VERT y VAMTAC. De cuatro y hasta ocho ruedas, con y sin cañones. Entre los apoyados en las vallas se encontraban personas como Lucía Martín, que contaba a las personas de alrededor que su tío fue militar durante muchos años. «Llegó a Capitán y para mí es un día muy importante. Desde las nueve estamos aquí», aseguraba.

En las calles cercanas, el tráfico ha permanecido cortado desde las 8:00 horas, cuando se ha procedido al cierre de la Plaza de Zorrilla y de España. Algunos de los autobuses que tenían previsto circular por el paseo de Filipinos han tenido que dejar a sus pasajeros en Arco de Ladrillo, cuando poco más tarde de las nueve de la mañana se ha procedido al corte de esta vía. Los peatones también han tenido restricciones, con el Campo Grande cerrado en su totalidad y una de las aceras de Filipinos también cerrada para los transeúntes. El tráfico ha discurrido con normalidad durante las horas que ha permanecido cerrado a causa de la conmemoración.

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La llegada del Rey ha sido recibida con gritos de «¡Viva!», en contraste con algún «sinvergüenza» dirigidos a la ministra de Defensa, Margarita Robles, que rápidamente han sido silenciados por otros más sonoros «¡Viva España!». Los bancos se convertían en plataformas para alcanzar a ver el desfile. «Qué poco crecimos cuando tocaba», se lamentaba una mujer. Los balcones de la Acera de Recoletos también se llenaron de personas que desde allí asomadas intentaban ver el acto. Suerte que sea en otoño y las hojas no oculten la visión. Y si no, siempre quedarán esos recuerdos capturados en las tarjetas de memoria de los teléfonos móviles. Más fugaces y rápidos de hacer que ese cuadro, pero con mayor carga emotiva por la persona que ha capturado el objetivo. Ese hijo, esa madre, ese amigo o esa nieta que bien ha merecido un madrugón desde Toledo.

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