Adiós a Miguel Retamero, el anciano que falleció mirando al Pisuerga
El hombre, de 88 años y padre de la concejala de Hacienda de Arroyo de la Encomienda, llevaba 36 horas desaparecido y falleció por causas naturales en un banco junto al río
En vilo. Así estuvieron muchos vallisoletanos durante todo el fin de semana mientras Miguel Retamero García, de 88 años estuvo desaparecido. Este vecino de ... Valladolid había salido a pasear sobre las 09:00 horas del sábado por la zona de El Corte Inglés. Ante la tardanza de su regreso, algo poco habitual en él, su familia, alarmada, solicitó ayuda inmediata debido a su alta vulnerabilidad. Miguel necesitaba oxígeno para respirar. El domingo al anochecer, Miguel apareció en un banco junto al río, cerca del Puente Juan de Austria. Parecía dormido, pero no. Había fallecido por un fallo respiratorio. Su mujer, Ángeles, sus cuatro hijas, María del Mar, Ángeles, Yolanda y Sheila y sus siete nietos han querido mostrar, a través de El Norte de Castilla, su más sincero agradecimiento a las fuerzas armadas y sanitarias y a todos los vallisoletanos que se volcaron en la búsqueda y ofrecieron su ayuda en esos momentos de incertidumbre.
Miguel era un hombre muy querido y respetado en su entorno. Nació en Játar (Granada) en plena Guerra Civil, en 1936. Cuando contaba con tan solo 11 años se trasladó con sus padres, que se dedicaban al campo, y sus cuatro hermanos hasta la capital del Pisuerga en busca de un mejor porvenir. Siempre se sintió muy andaluz, pero hizo de Valladolid su ciudad y lugar favorito en el mundo al crear aquí su familia. «Cada vez que bajábamos a Andalucía, al cruzar Despeñaperros le cambiaba la cara. Se sentía muy de allí, pero tenía un porte muy castellano y quería ser enterrado en Valladolid», dice su hija Ángeles Retamero, que es, además, concejala de Hacienda del Ayuntamiento de Arroyo de la Encomienda. «Era muy trabajador, constante y tenaz. Todo un luchador. Trabajó duro para criarnos a las cuatro hijas y darnos unos estudios que él nunca pudo tener por la época en la que vivió. Fue un marido maravilloso, un buen hermano, un abuelo extraordinario, el mejor amigo para sus amigos y el mejor padre que mis hermanas y yo podíamos tener. Se ha ido uno de los hombres que más admiro en mi vida», recalca su hija.
Con 12 años aprendió a leer, a escribir y a hacer las operaciones matemáticas más básicas y a esa edad ya sabía bien lo que era trabajar para echar una mano en casa. Todos los días se iba en su bicicleta hasta Viana de Cega a comprar pan y lo vendía en Valladolid. A los 16 años encontró trabajo en la Compañía General de Levaduras, hoy conocida como Lesaffre Ibérica, en la que permaneció 46 años. Durante más de tres décadas compaginó este empleo con el de operario en una empresa de vallas publicitarias. Todos los años regresaba a Andalucía a visitar a su familia, especialmente a su hermana Maruja, a la que echaba mucho de menos. «Nunca fallaba en la visita a su pueblo. Le encantaba contar historias de su infancia, del río, de la iglesia y de las eras en las que trabajaban sus padres. Tenía muchos recuerdos de allí, pero en Valladolid tenía su vida. Aquí conoció a mi madre a través de una amiga común. A mis abuelos les costó asumir que su hija se había ennoviado con un andaluz, pero terminaron adorándole», relata.
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Le gustaba disfrutar de los pequeños placeres de la vida: un paseo matutino por las calles de Valladolid, una conversación amena con los vecinos y las reuniones familiares. El pasado mes de noviembre contrajo covid, lo que le acarreó graves problemas respiratorios. Desde entonces sus paseos empezaron a ser más cortos. «Antes de enfermar iba al gimnasio todos los días y hacía bicicleta. Últimamente tenía que conformarse con un paseo, pero aún así seguía siendo muy activo. Este viernes, un día antes de desaparecer, nos había pedido que le acercáramos a la zona de Las Contiendas para ir a buscar almendras. Le encantaban», relata su hija Ángeles. «Mi padre vivía muy cerca de donde finalmente fue encontrado. Había cruzado la calle y había bajado a ver el río. Le encontró una joven de 15 años. Estaba sentado y pensó que estaba dormido y avisó al 112. Nuestra máxima preocupación era encontrarle», prosigue Ángeles.
Fueron horas muy angustiosas para toda la familia y amigos. pero que se hicieron más llevaderas gracias al apoyo de muchos vallisoletanos. «La Policía Local, la Policía Nacional, la Guardia Civil y los sanitarios se han volcado con nosotros. Hay mucha gente buena. Muchos salieron a buscarle. Otros nos ofrecieron salir con drones… gente que incluso no nos conocía de nada salieron a la calle a ver si le encontraban. Estamos admirados por el comportamiento de la gente y por cómo se ha volcado con nosotros», destaca Ángeles, quien solo tiene palabras buenas para los vallisoletanos y muy especialmente para Sarbelio Fernández, alcalde de Arroyo de la Encomienda. «Sarbelio se preocupó por mi familia desde el minuto cero. Me gustaría destacar su calidad como persona. De verdad, que estoy muy agradecida», concluye emocionada Ángeles, quien tiene previsto viajar próximamente a Andalucía a cumplir un «encargo especial» de su padre.
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