Obituario
Adiós a Mari Carmen, la religiosa vallisoletana que entró por la ventana a su casa de ParaguayMaría del Carmen González Enciso «ha sido una de esas personas de bien, discretas y sencillas, que sin hacer ruido hacen que el mundo sea un lugar mejor para todos»
Santiago González-Enciso Fernández
Miércoles, 9 de julio 2025, 19:13
«El 29 de septiembre de 1979 llegaron a Asunción María Carmen González Enciso y otras dos religiosas. Hubo un malentendido en las fechas y ... se encontraron solas en el aeropuerto. Fueron a la casa sin llave y entraron por la ventana, anécdota que no olvidamos. La vecina les llevó algo de comer y luego se decidieron a ir al Colegio Técnico Javier, donde se celebraba un retiro con jóvenes. La sorpresa fue grande y entre abrazos y risas fueron recibidas las nuevas hermanas que llegaban». Con esta sencillez se relata en la historia de la Compañía de María su llegada a Paraguay. Allí permaneció hasta hace unos pocos días, en una vida de total entrega a Dios y de servicio a los demás, en las zonas más pobres y deprimidas de este país hispanoamericano.
Mari Carmen estudió en el vallisoletano colegio de La Enseñanza y, tras realizar el noviciado en Logroño, pronunció sus votos solemnes en 1974. Su sensibilidad por la evangelización y su ilusión por los más necesitados motivó su envío a Paraguay como misionera.
Vivió en la capital, Asunción, pero sobre todo en el campo, en la región de Misiones al sur del país, cerca del Río Paraná, que un poco más arriba recibe el agua proveniente de las famosas cataratas del Iguazú.
Su entrega alegre, incondicional y generosa nunca será olvidada por aquellos que la conocieron y recibieron su cariño en tantas situaciones. Son numerosos los testimonios de gratitud que nos llegan desde el otro lado del Atlántico: «Dejó huellas imborrables en las personas con quienes compartió la vida y la fe, en especial entre los más pobres». «Su espíritu misionero, su bondad y firmeza, su humildad y ternura, siguen latiendo en nuestros caminos».
El paso de los años y su delicada salud motivaron la decisión de su regreso a España el pasado 26 de junio. Su corazón quedó para siempre en esas tierras guaraníes, junto a los más necesitados, pues cuando llegó a Valladolid ya se encontraba totalmente debilitado. Fue ingresada en la UCI del Hospital Clínico, a cuyos profesionales debemos agradecer la completa atención médica y el inmejorable trato humano, falleciendo unos días más tarde.
Podemos afirmar que ha tenido una vida lograda, que ha dejado huella y fruto en tanta gente, especialmente en Paraguay, pero también aquí en su familia y amistades más cercanas. Mari Carmen ha sido una de esas personas de bien, discretas y sencillas, que sin hacer ruido hacen que el mundo sea un lugar mejor para todos. Como último y sentido homenaje, tras el funeral, su féretro fue portado a hombros por sus sobrinos recorriendo nuevamente los pasillos del colegio de La Enseñanza en el que había estudiado y sus restos ya descansan en el cementerio del Carmen.
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