Terapias, música y dibujo para atajar problemas de comportamientos adictivos
La Fundación Aldaba trabaja con menores que han llegado al extremo de agredir a sus padres por su 'enganche' a las pantallas
Los casos de violencia o maltrato (físico o verbal) que los hijos ejercen hacia sus padres «no ha dejado de crecer desde 2009, es un ... fenómeno que va en aumento y que cada vez está más judicializado, pero los casos que se ven son solo la punta del iceberg», asegura José Aldudo, coordinador del área de prevención de la Fundación Aldaba.
Publicidad
Las cifras no dejan lugar a dudas, en 2021 atendieron a 254 personas para tratar de mediar y solucionar los problemas de conducta de los jóvenes que maltratan a sus progenitores. En 2020 llegaron hasta la Fundación 119 personas (35 en 2019). «Hemos aumentado la red de personas a la que llegamos en colaboración con los CEAS, el Ayuntamiento o la Diputación, por eso, son más casos», aclara Aldudo.
«Detrás de estos comportamientos muy difíciles de superar para los padres que sienten las agresiones por parte de sus hijos como algo antinatural, con un gran sentimiento de culpa y que les desborda emocionalmente, existen multitud de factores y variantes que desembocan en la violencia filioparental», tal y como explica Paz de la Puente, la directora de la Fundación.
Terapias, música y dibujo
Dentro de ese aumento de los casos también están aquellos en los que las adicciones son comportamentales (sin sustancias) y que tienen como protagonistas a jóvenes con adicción a los móviles, a las redes sociales o a los videojuegos, «que muestran gran agresividad cuando los padres intentan ejercer algún tipo de control en este sentido. En 2021 atendieron 11 casos, 16 en lo que va de 2022 «y el año no ha terminado», inciden desde la entidad que ha visto la necesidad de crear un programa específico para tratar estos conflictos.
Publicidad
«La población en general está constantemente haciendo uso de redes sociales, chats o videojuegos y es importante saber detectar a cualquier edad cuándo se abusa de estos contenidos».
«Esa necesidad imperiosa y compulsiva de usar la tecnología puede desencadenar en absentismo o bajo rendimiento escolar e incluso alterar sus biorritmos»
Paz de la puente
Directora de la Fundación Aldaba
Este tipo de adicciones generan en niños y jóvenes un estado de alerta permanente y el no consumo de contenidos fundamentalmente a través del móvil les provoca angustia, ansiedad o nerviosismo. «Esa necesidad imperiosa y compulsiva de usar la tecnología puede desencadenar en absentismo o bajo rendimiento escolar e incluso alterar sus biorritmos», añade De la Puente.
Aldudo, coincide y, como coordinador de la fundación destaca además la importancia de dar visibilidad a estos casos «para tratarlos cuanto antes», como hacen desde la entidad a través de terapias individuales y grupales con el fin de controlar las escaladas de violencia y proporcionar a los jóvenes y a sus progenitores herramientas y pautas para disminuir la tensión en casa. Agrupan a los chavales por edades de 12 a 15 y de 16 a 19, «aplicamos técnicas con psicólogos, recurrimos al dibujo o la música y les ayudamos para que puedan hacerse responsables de sus conductas».
Publicidad
«Tratamos a una chica de 17 años que no salía de la habitación ni para comer»
fundación aldaba
«Hay que ponerse en manos de profesionales siempre», señalan desde Aldaba y recuerdan uno de esos 16 casos de adicción para dar visibilidad a un problema creciente.Hasta al Fundación llegó en marzo una chica de 17 años acompañada de sus padres por la gran adicción que tenía a los videojuegos. «Pasaba muchísimas horas jugando y sus padres trataban de impedírselo por la fuerza, quitándole el mando, el módem o escondiendo la consola, lo que provocada unas escaladas de violencia que llegaban a la agresión», señalan desde Aldaba.
La joven comenzó a aislarse hasta tal punto que no salía de la habitación ni para comer y abandonó los estudios. Al refugiarse en las redes sociales de forma descontrolada llegó a sufrir ciberacoso, lo que empeoró la situación y pidió ayuda a sus padres. Una vez vinieron comenzamos entonces a trabajar la anticipación de la escalada de violencia, a darles pautas para disminuir la tensión en el hogar, a trabajar la comunicación, la escucha y el apoyo.
Publicidad
También a enseñarle a ella la importancia del ocio sano, del auto cuidado, la autonomía, la aceptación de las normas mediante terapias que permitan un mayor autocontrol y una mejor gestión emocional que les sirvan como guía. Tras 6 meses de trabajo en familia le dieron de alta hace apenas un mes y ahora, tal y como explican desde la Fundación, «ha comenzado a buscar trabajo, ha salido de ese aislamiento social y ha dejado de lado los videojuegos.»
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión