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Valladolid
474 vecinos pagan a escote 1,1 millones para remodelar una plazoleta del barrio del HospitalLas filtraciones en el aparcamiento, inaugurado en 1993, forzaron una intervención a cargo de los usuarios que suma meses de retraso
«Ha quedado un poco fea, ¿no?», suspira un vecino mientras observa el resultado de más de un año de obras, aún sin acabar, de ... remodelación de la plazoleta que dibujan las calles Amor de Dios, Romojaro, Ángel de la Guarda y Quebrada, en el corazón del barrio del Hospital, donde los operarios ultiman una intervención destinada a dar un lavado de cara a esta áspera superficie para integrarla en los viales que han sido reurbanizados en los últimos años y recuperar la popular pista de futbito frecuentada por los universitarios de las facultades cercanas.
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La singularidad de esta intervención, que comenzó en la primavera del año pasado, radica en que ha sido pagada a escote por los 474 titulares de las plazas de aparcamiento del subterráneo que acoge las entrañas de esta parte de la ciudad y vino motivada por las continuas filtraciones que sufría esta veterana infraestructura, que alberga tres plantas, inaugurada en un lejano 1993 y que estaba destinado a paliar la falta de estacionamientos en un barrio cuyos bloques de viviendas nacieron sin ellos cuando fueron construido en los años sesenta.
La popular pista de futbito, muy frecuentada por los universitarios, está rodeada de una verja que se asemeja a una «cárcel»
Así que tocaba arrimar el hombro y los propios concesionarios (casi a perpetuidad) de la infraestructura tuvieron que afrontar el pago de una primera derrama de 250 euros durante seis meses, a la que siguió una segunda de otros 150 por el mismo tiempo fruto de distintas vicisitudes surgidas durante una intervención en la que invertirán 1,1 millones de euros y que no solo permitirá adecentar la plazoleta y recuperar la añorada pista deportiva sino también mejorar las condiciones y la imagen del propio aparcamiento, en el que se ha renovado el ascensor y forrado de láminas metálicas sus rampas y las caseta que lleva al elevador y a las escalinatas de su segundo acceso peatonal.
Y, ¿el resultado? Pues la plaza, aún cerrada al tránsito de viandantes, mejorará de manera notable su accesibilidad con amplios paseos adoquinados en torno a la pista, que ha perdido su pequeño graderío y que está rodeada ahora de una suerte de enrejado metálico que a primera vista, y a falta de que sea rematada, parece más una «cárcel» que un espacio deportivo, según apuntan los propios residentes.
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Tanto vecinos como usuarios del estacionamiento, residentes veteranos del barrio en su inmensa mayoría, coinciden en apuntar que la intervención, al margen de su resultado estético, «parece la obra del Escorial». Y lo dicen en alusión a los continuos retrasos en su ejecución, que se previó inicialmente para comienzos del presente 2025 y que suma ya más de un año y medio. Y sin visos de acabar a muy corto plazo.
«El aparcamiento tenía problemas y es lo que tocaba», coinciden en señalar sus usuarios antes de relatar que aún falta por rematar el interior en torno al nuevo ascensor, que aún no funciona; forrar la rampa del lado del parque que mira a la avenida de Palencia, y acabar la urbanización en superficie, muy avanzada en este caso, y la propia pista. Eso además de renovar el sistema de recogida de aguas pluviales de una de las rampas para evitar inundaciones sufridas en los últimos años en el aparcamiento.
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Tonos crema y grises
La plazoleta, no obstante, está prácticamente rematada en cuando a su adoquinado, que luce por un lado, el que discurre por Amor de Dios, tonos crema con franjas rojas idénticas a los colocados en todas las renovadas aceras del grueso de las vías del barrio. Por el otro lateral, el que mira a la calle Ángel de la Guarda, el adoquinado es gris y rodea a la enjaulada pista deportiva. Allí falta por colocar los puntos de luz y rematar el propio campo de futbito.
Lo que no hay, al menos, por el momento son espacio verdes o alcorques para arbolado. Así que la plaza, a expensas de la llegada de posible mobiliario urbano, luce de momento un tanto descarnada, aunque, eso sí, con amplios corredores peatonales que unirán los parques del lado de la avenida de Palencia con el situado unos metros más adelante en la propia calle Amor de Dios (hacia el camino del Cementerio).
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La ambiciosa intervención, en cualquier caso, cambiará la imagen de esta plazoleta que nació de la imperiosa necesidad de dotas de aparcamientos subterráneos a todas las barriadas de la capital surgidas a partir de los años sesenta del siglo pasado y que llevó a la construcción en los albores de los noventa de este primer subterráneo para residentes en la calle Romojaro -con este nombre fue bautizado- del barrio del Hospital, al que siguieron el de la plaza Alberto Fernández (LaRondilla), Espanta (LaRubia) y Guipúzcoa (Delicias). Las deficiencias del estacionamiento de tres plantas y 474 plazas obligaron a su comunidad de usuarios a afrontar su actual remodelación.
«Ha sido un pozo sin fondo y ojalá que el resultado, al menos, sea el mejor posible», desean los vecinos que han abonado de su bolsillo una reforma destinada, de paso, a integrar la plaza en superficie en su entorno.
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