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Son fincas, urbanizaciones, un puñado de casas molineras o filas y filas de chalés. En ocasiones, barrios enteros. A veces, incluso con más habitantes que ... el cogollo de la localidad. La provincia vallisoletana cuenta con 235 núcleos de población diseminados o que están alejados de los cascos históricos de cuyo ayuntamiento dependen (y del que forman parte). Son elementos esenciales del municipio, pero en ocasiones están a kilómetros de distancia del Ayuntamiento, del colegio, la iglesia, la Plaza Mayor. Hay que coger el coche y atravesar cerros, pinares, autovías o campos de labor hasta llegar al núcleo principal.
Más de 27.500 vallisoletanos (en 110 de los 225 municipios de la provincia) viven en estos puntos diseminados, según los datos recién publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Suponen el 5,2% de los habitantes de la provincia. No muchos, comparados, por ejemplo, con lo que ocurre en Asturias o Galicia (con muchas aldeas reagrupadas en torno a un Consistorio). Pero aquí, en Valladolid, ¿qué sitios son estos? Para entenderlo mejor, ahí van algunos nombres: Puente Duero, El Pinar de Antequera, Aldeamayor Golf, Entrepinos, Herrera de Duero, El Montico, Palacios de Campos, Rodilana, Puerta de Casasola…
En la siguiente tabla, si introduces el nombre de una localidad, verás si tiene algún núcleo diseminado y cuántos habitantes hay en cada uno de ellos.
De entrada, hay que aclarar que no todos tienen la misma tipología. Incluso, hay puntos dispersos que en su día estuvieron poblados y donde hoy no hay nadie empadronado (como Villacreces, en Santervás de Campos). Pero, en algunas localidades, una parte importante de sus vecinos residen en estos núcleos diseminados de población, tal y como los define el INE. En siete pueblos, incluso, es mayoría el número de personas que habitan en estas zonas que en el casco histórico. Es el caso de Portillo (con Arrabal como principal aportación al padrón), Cubillas de Santa Marta, Renedo de Esgueva, Boecillo… Pero, sobre todo, Aldeamayor de San Martín y Simancas. Allí, tres de cada cuatro vecinos residen en urbanizaciones.
En el caso de Aldeamayor, hay 1.496 habitantes en el casco histórico. Son menos de los 1.729 que residen en El Soto o los 2.791 que viven en Aldeamayor Golf. Hay que sumar además otros 44 empadronados en Los Aljibes y 93 en otras zonas del término municipal. «Esto nos obliga a hacer una inversión mayor que si tuviéramos a todos los vecinos más concentrados», reconoce Fernando de la Cal, el alcalde de la localidad. «Ocurre en limpieza o jardinería. En este último caso, tenemos a tres trabajadores en cada uno de los grandes núcleos (el centro, El Soto y Golf), además de otro en El Brizo».
La cosa se complica en su caso porque el municipio está atravesado por la Autovía de Pinares, lo que dificulta, por ejemplo, que la máquina barredora pueda atravesar de un lado a otro. Esto también influye en el transporte público, prestado por diversas empresas precisamente por ese hecho de tener que atravesar la autovía y el diseño de rutas. «Prestamos los mismos servicios a todos los vecinos. Pero hay que comprender que esto nos influye. El otro día, por ejemplo, tuvimos un problema con el abastecimiento de agua. Desde que la captamos hasta que se distribuye, son muchos kilómetros de conducciones y, hasta que se llenan y llega a El Soto, tarda un poco».
«Es un claro sobreesfuerzo para la administración local», indica Alberto Plaza, alcalde de Simancas. La población oficial del municipio, a 1 de enero de 2024, es de 5.551 habitantes. De ellos, 1.402 (apenas el 25,2%) residen en el núcleo principal». El resto se reparte entre 16 urbanizaciones. La más poblada es Entrepinos (1.734), seguida por El Pichón (602), Pinar de Simancas (403) o El Plantío (349). Muchas de ellas se encadenan a lo largo del Camino Viejo de Simancas, pero hay otras más alejadas, como Panorama (131 empadronados).
«La localidad tiene una densidad de viviendas muy baja, porque están repartidas por el término municipal. Eso supone una calidad de vida muy alta, pero también conlleva más esfuerzo, tanto por parte del Ayuntamiento como de la aportación que los vecinos tienen que hacer al municipio», indica Plaza, quien añade otro problema.
«Estamos muy cerca de Valladolid capital y muchas de estas viviendas fueron, en un primer momento, concebidas como segunda residencia. Pero ahora se han convertido en el hogar habitual». Esto supone que, aunque haya 5.551 habitantes empadronados, la realidad es que en la localidad viven cerca de 8.000 personas, según las estimaciones municipales. Todos esos habitantes demandan servicios y el municipio no recibe la ayuda de otras administraciones en este sentido.
«Las aportaciones de fondos estatales, la de los tributos de la Junta o las subvenciones de la Diputación dependen del número de vecinos. Calculamos que llegan en torno a 380 o 400 euros por cada habitante», dice Plaza. Por eso, desde el Consistorio insisten en la importancia de que se empadronen aquellas personas que viven en el pueblo de forma habitual. Como en el caso de Aldeamayor, destaca el mayor esfuerzo de inversión que hay que hacer en labores de limpieza, jardinería, seguridad o alumbrado. «En los últimos años hemos emprendido un plan de iluminación para conectar las urbanizaciones que se extienden por el Camino Viejo)», apunta el regidor simanquino.
«Está claro que esta dispersión no facilita la organización del trabajo», apunta Raúl Gómez, alcalde de Boecillo. Allí cuentan con once núcleos diseminados, donde residen el 51,2% de la población. Hay 2.178 en el casco histórico, pero también 1.221 en Pago El Nogal o 415 en Pago La Barca. Como sus homólogos en otras localidades, señala la limpieza como uno de los principales quebraderos de cabeza. Hay que recorrer más kilómetros para mantener el pueblo y sus zonas verdes en perfecto estado de revista. Y remarca otro aspecto importante: las fiestas de la localidad que, por efectos prácticos, suelen celebrarse en el casco histórico. «Por eso es importante que los vecinos, vivan donde vivan, se sientan como una parte importante del municipio», indica Plaza, alcalde de Simancas.
En ese recuento de los 27.527 vallisoletanos que habitan en estos núcleos diseminados no se incluyen las 904 personas empadronadas en las nueve pedanías de la provincia, que cuentan con un mayor grado de autonomía que los barrios dispersos o las urbanizaciones. Estas pedanías son Aldealbar (en Torrescárcela), Foncastín y Torrecilla del Valle (en Rueda), Gordaliza (en Bustillo de Chaves), La Santa Espina (en Castromonte), Villamarciel y Villavieja del Cerro (en Tordesillas) y Santiago del Arroyo (en San Miguel del Arroyo) y San Bernardo (en Valbuena de Duero). En este caso es donde más equilibrada está la población entre el municipio y su pedanía, ya que son 213 en Valbuena y 195 en San Bernardo, de acuerdo con los datos del INE.
En Valladolid capital, el INE reconoce diez zonas estadísticas diseminadas, aunque algunas están vinculadas con los grandes barrios del extrarradio. Así, los mayores núcleos son La Overuela (2.686 vecinos), Puente Duero (1.098) y El Pinar de Antequera (884), pero también hay 125 empadronados en El Pinarillo y 48 en Doctrinos.
Si nos fijamos en el volumen de habitantes de estos núcleos diseminados en la provincia, el más poblado es Aldeamayor Golf, con 2.791 vecinos. A continuación se sitúa La Overuela (2.707) y Puerta de Casasola (1.846, en Renedo de Esgueva). Entre los núcleos más destacados están también Arrabal de Portillo (1.668 habitantes, cuando en Portillo son 718) o Herrera de Duero (con 912 vecinos). Este último depende del Ayuntamiento de Tudela de Duero e incluso varios vecinos formaron un grupo político con representación en el pleno. En las últimas elecciones de 2023, el partido IHD (Independientes por Herrera) obtuvo 296 votos (el 6,34% de los sufragios).
En otros casos, las viviendas diseminadas, fuera del casco histórico, no se agrupan en urbanizaciones como tal, sino que se trata de antiguas fincas agrícolas o ganaderas, pero también viviendas y chalés construidos a las afueras. En Traspinedo, por ejemplo, un tercio de sus vecinos (408 de 1.244) viven en estas casas. El INE reconoce además 44 núcleos diseminados que tienen como tal reconocimiento estadístico, aunque ya no vive nadie en ellos. O, al menos, no hay nadie empadronado. Es el caso de Aniago (en Villanueva de Duero), Vega-Sicilia y Los Jaramieles (en Valbuena de Duero), Retuerta en Sardón, Villalogán en Mayorga o Híbridos Americanos (en Laguna de Duero).
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