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Situación actual del Poligono de Argales (c) rodeado por los nuevos barrios creados en el sur de Valladolid

Argales reclama más atención pública tras fracasar el esperado soterramiento

Los empresarios de la asociación del polígono lamentan que se pierda el último banco que prestaba servicio en la zona y denuncian la falta de limpieza. Mientras, empresas como Gadis, Ecopack o Top Cash se instalan allí con éxito

Antonio G. Encinas

Lunes, 29 de junio 2015, 21:09

La Asociación de Propietarios del Polígono de Argales se encontró con la noticia en una carta. El Banco Popular, que tiene arrendado el local que se encuentra en el bajo de su edificio, propiedad de la Asociación, comunicaba que a finales de junio dejaría vacío el establecimiento. No se marchará solo un inquilino. Lo hará el último banco que prestaba sus servicios en el Polígono de Argales, donde no hace mucho tiempo llegaron a concentrarse tres entidades financieras. Hoy, frente a la ventana de la Asociación de Empresarios de Argales, en la calle Daniel del Olmo, permanece vacío el local que en su día perteneció a Caja España.

Aseguran desde la asociación que muchas de las cuentas que dejó Caja España fueron a parar al Banco Popular. La entidad, sin embargo, cuenta con trece sucursales en Valladolid. Dos de ellas, hasta la fecha, se encuentran en los polígonos de Argales y San Cristóbal. La respuesta que han recibido los empresarios de Argales unos cien, de los que más de setenta son asociados es que pueden seguir trabajando con ellos en una de las sucursales que tienen en el Paseo de Zorrilla. La idea de la asociación, en cambio, es volver a alquilar el local a otra entidad financiera. En los próximos días comenzarán los contactos con otros bancos para ver si alguno quiere hacerse cargo de un puesto que garantiza, cuando menos, que un buen número de cuentas de las empresas del entorno se quedarán allí. Eso es lo que pasó, aseguran, con el último cambio que se produjo con la marcha de Caja España.

Pero este detalle, el de la huida del último banco y cajero automático que quedaba en el Polígono de Argales es solo un detalle más de la paradoja en la que viven las empresas asentadas en él. Por un lado, son un enclave privilegiado por su cercanía a la capital. Cuando se construyó la primera fase, en 1963, se encontraba lejos del núcleo urbano, como puede ser hoy el polígono de La Mora respecto a la capital. El crecimiento de la ciudad hacia el sur, sin embargo, lo dejó cortado, en primer lugar, por la ronda interior, a cuyas orillas se han seguido edificando viviendas, barrios y centros comerciales. De este modo, las 111 hectáreas que mide Argales desde el Parque de las Norias hasta las instalaciones de Auvasa se han quedado incrustadas en la ciudad, en una suerte de absorción que no ha ido a más porque el plan Rogers ha muerto de inanición económica.

«Muchos empresarios habían puesto esperanzas en el soterramiento del tren y se han quedado con ellas», explican desde la Asociación. Así, algunas naves vetustas, ya sin uso, permanecen como rescoldos a la espera de que el plan urbanístico más ambicioso de Valladolid resucite para poder sacar réditos de ellas. «Han pasado veinte años desde que dijeron que esto se convertiría en suelo urbano residencial», lamentan.

Otras edificaciones, en cambio, se ofrecen a quien quiera instalarse sin que sea sencillo competir con la innumerable oferta de suelo industrial que rodea la capital. El suelo de San Cristóbal es más barato, como también el de La Mora. Y está el Brizo. Y más allá, Tordesillas. Y sin embargo, algunas de las empresas que se han situado en Argales en los últimos tiempos han conseguido buenos resultados. Es el caso del supermercado Gadis, que ha tenido que contratar más personal del que preveía para atender la demanda diaria. También se han instalado recientemente en Argales empresas del tamaño de Ecopack, o Top Cash, que ha ocupado el tremendo hueco que dejó libre Urende tras el cierre de la cadena de electrodomésticos en España.

Esta espera tensa y estéril del soterramiento ha hecho que Argales viva en un limbo para el Ayuntamiento, aseguran desde la asociación. Así, se adecentaron hace tiempo las medianas de la calle Daniel del Olmo más cercanas a la vía del tren, con un tapete verde de hierba artificial. La ronda interior, que atraviesa el corazón de la zona, muestra buena cara. Un paseo por las entrañas del polígono, sin embargo, permite ver medianas descuidadas y calles sucias. «Estamos muy abandonados por el Ayuntamiento. Pagamos 1.200 euros al año por la recogida de basuras pero no nos ponen contenedores porque consideran que son residuos industriales. Pero aquí ya no hay residuos de ese tipo, sino urbanos, porque está catalogado como polígono comercial. Nosotros ponemos nuestros propios contenedores, pero la limpieza brilla por su ausencia».

Un detalle tan simple como la placa de una calle demuestra, a juicio de la Asociación, el abandono municipal. «Les hemos pedido que pongan el cartel de la calle Azucarera, porque algunos empresas se quejan de que el correo o algunos envíos les llegan con retraso, o no les llegan, porque en ningún lado pone cómo se llama la calle. Ofrecimos incluso poner nosotros el cartel, pagándolo, y nos dijeron que eso no se podía hacer, que nos multarían. Pero el caso es que sigue sin haber cartel», aseguran.

Una calle sin salida

Tampoco existe una solución para la calle Daniel del Olmo, la vía principal que une el Paseo de Zorrilla con el barrio de las Delicias. Las empresas instaladas en ella tienen que hacer puzles para poder encajar los coches y dejar entrada libre a los camiones. (Durante la conversación, llega de la calle un ruido estridente de cláxones. Desde la ventana se observa a un camión de gran tamaño invadiendo la mediana y los dos carriles contrarios para poder entrar marcha atrás en una de las naves para descargar la mercancía. El atasco, en unos minutos, llega hasta la vía de mercancías, junto a la carretera de Madrid).

Un polígono con mucho potencial

  • Gadis instaló su supermercado enArgales hace poco más de un año. Se encuentra al lado de la Ronda Interior Sur, y el resultado ha sido «genial», en palabras de José DanielPosadas, delegado de Gadisa enCastilla y León. «Hemos cogido la clientela prevista y además a gente de zonas que no contemplábamos, como Torrelago y Valladolid».Eso ha hecho que tuvieran que contratar «dos o tres puestos más de los previstos.Tenemos 31 trabajadores y arrancamos con 28». Cree Posadas que el supermercado, enclavado en este polígono industrial cada vez más comercial, «tiene aún mucho potencial de crecimiento». Y lo hace basándose en datos.«Por la comunicación, porque hicimos un estudio de mercado que decía que circulaban 24.000 coches todos los días y era un nudo importante para ciertas zonas que transitan por ahí para ir a San Cristóbal o Laguna y hay un colegio al lado».

La calle Daniel del Olmo ya tenía su maqueta. Dos vías de servicio, menos aparcamientos, adecentamiento de la mediana... Un sueño que la crisis se llevó por delante. Hoy la calle, que en teoría tiene dos carriles, es un embudo en el que confluyen a todas horas autobuses de Auvasa, camiones y un tráfico de coches endemoniado que en las horas punta se recrudece.

¿Qué salida le queda a un polígono que está ya más cerca del centro de la ciudad que algunos barrios? Según la Asociación de Propietarios, convertirse en comercial. Piensan qué habría pasado si Río Shopping se hubiera instalado allí, y no en Arroyo, por ejemplo. O qué sucedería si los concesionarios de automóviles, talleres y demás se agruparan en sus calles, convirtiéndolo en una especie de ciudad del motor. O los industriales del mueble, por señalar otro sector que necesita naves amplias y almacenes.

Proyectos que a día de hoy se antojan lejanos, casi irrealizables, para un polígono que busca una salida que lo revitalice y lo adecue a su nueva y complicada situación en el mapa.Incrustado junto al centro de la ciudad, cortado por la Ronda Interior y doblemente segado por las vías del tren.

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