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Loli, profesora de Infantil, con las dos alumnas que se quedaron en clase ayer.
Un fallo en la calefacción deja sin clase a los alumnos del colegio de Puente Duero

Un fallo en la calefacción deja sin clase a los alumnos del colegio de Puente Duero

La caldera de biomasa, estrenada el invierno pasado, arrastra problemas desde entonces

Antonio G. Encinas

Miércoles, 21 de enero 2015, 17:56

A las doce del mediodía, Antonio toca el timbre para el recreo. Salen cinco alumnos de Primaria y dos de Infantil, todos los que se han quedado en clase. Faltan 33 compañeros cuyos padres decidieron, a primera hora, que se volvían a casa._El director, José Antonio Vinagrero, se había encontrado el termómetro a 15º al abrir las puertas. Puede sonar exagerada la desbandada, dicho así, pero lo cierto es que no era la primera vez, ni la peor, que la calefacción de biomasa nuevecita daba problemas. El invierno pasado, cuando se instaló para sustituir la antigua, de gasoil, ya dio algunos dolores de cabeza, pero entonces les dijeron que se debía a los ajustes lógicos. El pasado día 8 de enero, sin embargo, en la vuelta al cole, se encontraron con que la calefacción no había arrancado el día 7, tal y como estaba previsto. Después de casi tres semanas con el colegio cerrado, la temperatura era de 5 grados. «Estuvimos así el 8 y el 9, y todavía al lunes siguiente, día 12, le costaba coger la temperatura».

El CEIP Nuestra Señora del Duero es un colegio con aulas grandes, emplazado en un entorno idílico pero traicionero. El Duero pasa muy cerca, hay humedad y las corrientes de aire son importantes._«Hicimos una inversión hace poco para instalar dobles ventanas de Climalit», explica la concejala Domi_Fernández, que dirige el área del que depende el mantenimiento de los colegios. Y la inversión se nota, es cierto. Los cuatro profesores fijos del centro decidieron agrupar ayer a los niños en las aulas más calientes._Las dos niñas de Infantil dibujaban con la profesora Loli a 18º, con los radiadores funcionando ya a buena marcha. En otra aula más pequeña, vacía salvo por los libros abiertos sobre la mesa del profesor, el termómetro registraba a duras penas los 15º. «Está hacia el norte y es una clase más fría», explicaba el director.

Lo que realmente indignó a los padres del centro escolar ayer es que los problemas parecen repetirse con una frecuencia inexplicable, a pesar de que el Ayuntamiento ha enviado allí a los técnicos de mantenimiento, que han llegado incluso a cargar manualmente mil kilos de pellets en sacos de quince para lograr arrancar la caldera. «Los de la instalación dicen que la culpa es de los de mantenimiento, y los de mantenimiento, que es la instalación», explica el director.

De quién sea la culpa es algo que está por ver, pero un simple vistazo a las cenizas que expele la caldera permite ver que algo no funciona. En uno de los sacos de residuos aparece un polvo marrón finísimo. «Esa es la ceniza normal», explica el conserje, Antonio, recién llegado de otro centro que sabe lo que es cambiar de caldera, en este caso por otra de gasoil más moderna, el Allúe Morer. «Esa otra ceniza no está bien quemada», indica. Y lo cierto es que su aspecto es como de brasas a medio arder. Tampoco es normal el gasto. En una semana han consumido más de lo que sería habitual, y eso que en este caso está todo muy medido. Cuarenta kilos de combustible por hora, doce horas al día y un depósito, situado en el patio, con capacidad para cuatro mil kilos de material. Un sinfín traslada los pellets desde el depósito hasta la caldera en un procedimiento que debería ser automático. Sin embargo ayer, con la nieve derretida, se apreciaba cómo el agua se metía por debajo de la caseta habilitada como depósito. Dentro hay un silo de tela, y aventuran que quizá la humedad sea la responsable de que la caldera no se alimente bien, o de que los pellets no se quemen en condiciones. Para dirimir eso están los técnicos, claro. «Nos han confirmado que ya está arreglada la caldera», explicaba la edil Fernández al filo de las tres de la tarde. «Aun así, vamos a tener una reunión el viernes con los responsables de la empresa instaladora, la de mantenimiento y la Concejalía de Medio Ambiente, que fue la que contrató las obras», añade.

Lejos de la norma

Porque ya se ha arreglado otras veces en estos dos inviernos en los que la instalación está funcionando. Sin embargo, ha vuelto a dar problemas, como han podido comprobar con sus propios catarros los profesores y los alumnos del centro. 15º parece una temperatura agradable, pero hay que tener en cuenta que los niños y los propios docentes pasan muchas horas sentados o de pie en el aula, con lo que el fresquito se deja notar. La normativa explica que «la temperatura del aire en los recintos calefactados en centros públicos no será superior a 21 grados». Ayer los alumnos se encontraron con seis grados menos.

La Consejería de Educación, a través de la Dirección Provincial, ha pedido a los docentes que hagan lo posible por garantizar que los niños acudan a clase, pero ayer fueron los padres los que, ante la situación que se vive en el centro, decidieron actuar y reclamar ante todas las instituciones posibles una solución definitiva.

El centro, con su biblioteca vacía, las pizarras digitales apagadas, los pasillos sin voces y el timbre llamando al recreo a siete niños, recuperaba poco a poco la temperatura. Hoy volverán a clase esperando que la avería de la caldera sea ya historia.

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