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El Acueducto preside una de las estaciones del suburbano de Buenos Aires. :: EL NORTE
SEGOVIA

En el metro de Buenos Aires

La huella segoviana del ceramista Fernando Arranz está muy presente en la capital de Argentina

CARLOS ÁLVARO

Domingo, 18 de septiembre 2011, 02:55

Si estando en Buenos Aires, me bajo del metro en la avenida de Mayo y me topo que este colosal mosaico de azulejos en el que tan magníficamente se reproduce la plaza del Azoguejo, seguro que me paso tres días llorando, invadido por la saudade y el orgullo indescriptible de haber nacido en Segovia. Pero, ya que aún no he tenido la suerte de viajar a la Argentina, le agradezco a Rafa Cantalejo el detalle de haber 'colgado' en facebook un vídeo que muestra una maravillosa obra de cerámica, que lleva sin duda la firma del gran Fernando Arranz, el discípulo del viejo Zuloaga que decidió cruzar el charco en el 36, cuando los españoles comenzamos a arrancarnos la piel a tiras, unos a otros.

Hablemos de Fernando Arranz, madrileño de nacimiento, segoviano de corazón. Con tan solo doce años -hacia 1910 pues- comenzó a trabajar en el taller de cerámica que Daniel Zuloaga Boneta regentaba en el interior de la antigua iglesia en San Juan de los Caballeros. Ahí, junto a los hornos que prestigiaron Segovia ante el mundo entero, se forjó Arranz una trayectoria que enriqueció después en las fábricas de Talavera de la Reina y Manises. A comienzos de la década de 1920 regresó a su querida Segovia e instaló en ella un taller por su cuenta, cerca de la Casa del Sol, lugar que se convirtió en el punto de encuentro de todo el elemento intelectual segoviano de la época. Jóvenes como Emiliano Barral, Ignacio Carral, Mariano Quintanilla, Agapito Marazuela, Julián María Otero o Marceliano Álvarez Cerón, y no tan jóvenes como Antonio Machado o Blas Zambrano, solían organizar allí tertulias en un momento de inquietud cultural y renovación artística sin precedentes.

Ya en los años veinte, Fernando Arranz celebró numerosas exposiciones y al llegar la guerra civil, emigró a Argentina, donde creó y dirigió la Escuela Nacional Industrial de Cerámica de Buenos Aires. Además, a lo largo de la década de 1940, fundó otras escuelas provinciales en ciudades como Mendoza y Tucumán, así como la Sección de Cerámica de la Escuela Superior de Bellas Artes de La Plata, de tal manera que su labor, empeño y esfuerzo contribuyeron a introducir con éxito el arte de la cerámica en Argentina.

Murió Arranz en Buenos Aires, el 7 de junio de 1967. Sirvan estas líneas como pequeño homenaje a un hombre que ayudó a engrandecer aún más el nombre de Segovia.

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