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Sergio y Antonio Rupérez, en el pago La Casilla, muy cerca de Atauta. :: ARGI
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La pequeña Soria

Cuatro viticultores de Peñalba de San Esteban inician su andadura en los vinos de la Ribera del Duero

J. P. ANDRÉS

Viernes, 8 de julio 2011, 02:49

Son hijos y nietos de viejos viticultores elaboradores de vino en las tierras de Gormaz. Sus antepasados cultivaron un viñedo inmenso, elaborando sus vinos en grandes cantidades, como lo demuestra el desbordante testimonio que la arquitectura popular nos ha dejado en el paisaje de los alrededores de Peñalba. Atauta, Miño, Soto y Aldea de San Esteban. Antonio Rupérez reconoce que su pequeña bodega es nueva, pero no su viña y la historia que la acompaña.

Todo comenzó cuando Antonio y su hermano Javier Rupérez, junto a Juan Martín del Hoyo y Marcos Espinel, decidieron elaborar un vino de calidad, precisamente con las viñas y en los pagos que, décadas atrás, habían hecho sus ascendientes. El joven Sergio Rupérez -hijo de Antonio- asegura que Tierras del Guijarral -que es como se llama la bodega- tiene alma y vocación viticultora. Los viñedos, situados en un pequeño valle que une Peñalba y Atauta, están protegidos por una línea de montañas conocida por el nombre de 'las Comarcas', cuya orografía explica un clima y un suelo específico, en el que existen abundantes guijarros y cantos rodados.

La pequeña bodega, que comercializa alrededor de 30.000 botellas al año, exporta más de la mitad. Sus vinos se elaboran con la producción de sus quince hectáreas, la mitad en vaso de 80 a 120 años, donde predomina la variedad tempranillo y alguna pequeña porción de garnacha y albillo. Sus vinos llegan al mercado en las categorías de joven, joven roble y crianza con la marca Rudeles.

La bodega de elaboración se ha instalado en una nave a la orilla del río Pedro, en el casco urbano de Peñalba de San Esteban. Los depósitos, las barricas, el dormitorio de botellas y el lagar cuentan con todas las bendiciones de la enología moderna, aunque, como reconoce el joven Sergio, «no destaquemos por la arquitectura, pero este lugar nos sirve para elaborar vinos con mucha dignidad». Esto no impide a esta bodega de la Ribera soriana subirse al carro del enoturismo, consciente de sus sencillas infraestructuras. Pero tienen algo de un valor incalculable. Se trata de las viñas, que se esparcen por un ligero valle repleto de majuelos entre Peñalba y Atauta, de una belleza singular, dejando fascinados a todos los profesionales, sumilleres y visitantes que quieren conocer los vinos de la zona.

La bodega Tierras del Guijarral es un ejemplo más de viticultores que han apostado por recuperar el vino en su propio pueblo, salvando la viticultura de la zona.

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