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ESMERALDA GUTIÉRREZ
Sábado, 7 de mayo 2011, 02:55
Primero fue la reina Juana I de Castilla, después su hijo, el rey Carlos I de España y V de Alemania, y ahora su nieto, Felipe II. El rey vallisoletano, junto con toda su corte y sus dos hermanas, Juana y María de Austria, resucitaron ayer de la mano de profesores, alumnos y antiguos alumnos del colegio de Nuestra Señora del Pilar en una particular representación de su largo reinado, a través de la III muestra de música, canto, poesía y danza que puso el broche final a la semana cultural 'Felipe, un vallisoletano del siglo XVI'.
Todo el centro educativo, incluidos profesores, se engalanó para recibir tan magna visita. Los pasillos, las aulas y, en especial, la capilla del colegio -donde tuvo lugar la representación- se transformaron en una auténtica réplica del Valladolid del siglo XVI. La fachada de San Pablo, la calle real (actualmente es la calle Santiago) y los barrios de la judería y morería se llenaron de pomposos y brillantes trajes de época y de cuellos alzados y ajustadas medias entre los hombres.
Al son de la música cortesana de dulzainas y laúdes llegó Felipe II en la lluviosa tarde del 21 de mayo de 1527. Un soberano de carne y hueso, representado por un profesor de lengua de gran parecido al monarca, hacía su presencia en la capilla.
Sin olvidarse de ningún detalle, la obra repasó toda la vida del rey desde su nacimiento en San Pablo, pasando por sus aficiones y sus cuatro esposas, hasta su muerte en El Escorial, a través de danzas muy pausadas, pero majestuosas, danzas de paloteos, cantos del coro y la coral del colegio, esgrima de la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León y mucha poesía del siglo XVI acompañada por las notas nobles del laúd.
Sin embargo, el momento más místico no lo protagonizó el propio monarca, ni ninguno de sus secuaces, sino que vino de la mano de una indígena. La polémica sobre las Leyes de Indias de Bartolomé de las Casas contra Ginés de Sepúlveda en el colegio de San Gregorio de Valladolid fue lo que más llegó al público. La estrella, una 'Pocahontas' que embaucó, con su danza expresiva de piruetas y contorsiones imposibles al son de la música de 'La Misión', a todos los padres y madres que se encontraban entre los bancos de la capilla con cámara en mano.
La idea de dedicar la semana cultural a una personalidad relevante de la ciudad tiene el objetivo de transmitir a los alumnos el legado histórico y cultural de Valladolid. Durante estos días, los profesores se han volcado con este mensaje y han adaptado su temario con textos de la época y medidas del siglo XVI como la vara castellana en matemáticas. Así, los más pequeños quizás no hayan aprendido a recitar poemas, pero conocen un poco más la historia de cuando su ciudad fue capital del reino.
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