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Beatriz Martínez, en el centro, acompañada de su madre, Puri López, y de su hermano David. :: LEONOR RAMOS
PALENCIA

Y en mi pueblo, ¿por qué no?

Monzón de CamposBeatriz Martínez, de 28 años, ha regresado desde el Palace para trabajar en el negocio familiar

LEONOR RAMOS

Domingo, 20 de junio 2010, 03:33

Ha vivido su particular cuento de hadas, aquél que cualquier joven desearía tras comenzar su vida laboral, pero ahora, tras nueve años fuera de casa, ha regresado para quedarse. Beatriz Martínez, con tan sólo 28 años, ha estado en lo más alto de su carrera profesional -estudió Turismo y ha trabajado en el Hotel Palace de Madrid-, pero ahora, tras estar en la cima, vuelve al pueblo que un día la vio nacer y al lugar donde comenzó a dar sus primeros pasos, al restaurante familiar La Concordia de Monzón de Campos. «Me marché cansada del pueblo, pero cuando conoces otras ciudades te das cuenta de que como tu pueblo no hay nada mejor, y sólo deseas poder volver algún día», explica orgullosa.

El viernes de la semana pasada volvió a Monzón, y mientras llegaba se le saltaban las lágrimas al ver al horizonte su querido pueblo. «Echaba de menos el silencio, la tranquilidad, mi entorno, y sobre todo abrir por las mañanas la ventana de mi habitación y poder respirar aire puro», explica. Todavía no le ha dado tiempo a asentarse, pero su mirada, cargada de optimismo e ilusión, revela que Beatriz ha llegado con ganas, por lo que ya nunca se marchará pensando qué Monzón no tiene nada que ofrecerle. «Mi cuerpo me pedía volver a mis raíces, que es algo que jamás pude imaginar, y ya ves, aquí estoy de nuevo», apunta con énfasis.

Del lujo al pueblo

Como dice Beatriz, ella nació prácticamente detrás de la barra, porque su madre, Puri, cogió el negocio embarazada y toda su familia siempre se ha dedicado a la hostelería. «Mis abuelos tenían la discoteca LOAM, luego lo cogió mi tío como bar, después mis padres, quienes incluyeron también el restaurante, y hace diez años abrieron el hostal enfrente», cuenta. Hoy lo conocemos todo como La Concordia.

Beatriz se marchó con 19 años a Tenerife con las manos en los bolsillos y el sueño de crecer profesionalmente. ¡Y vaya si lo consiguió! Ttras cuatros años en la isla, comenzó a trabajar en el Hotel Palace de Madrid. «He trabajado de gobernanta, de recepcionista, de supervisora de zonas nobles, de maitre de hotel, del restaurante… He atendido a personalidades muy importantes de la sociedad española y de otros países, vamos, que he tocado cumbre», afirma con una sonrisa en sus labios. Pero el lujo de allí lo cambia ahora por La Concordia, donde, como dice ella, «puedo comportarme como soy yo realmente». Porque para Beatriz, vivir en su pueblo sí es un verdadero lujo.

Ella es un reflejo claro de gente joven que apuesta por su pueblo y que ahora quiere traer a su tierra todo lo que ha aprendido fuera. «Traigo muchos proyectos nuevos para La Concordia, aunque todo lo tengo que hacer poco a poco, porque mi madre y mi hermano ya tienen una manera de trabajar», explica. De momento, tiene que adaptarse, aunque su mente ya está trabajando para darle otro aire al establecimiento, respetando, eso sí, su origen y su sentido más rústico. En la cocina, por ejemplo, le gustaría incluir alguna novedad en los platos tradicionales. «Mi equipo de cocina del Hotel Palace estaría dispuesto a venir aquí a formar a mi familia para enseñarles lo último en técnicas de elaboración de platos», afirma.

«Me gustaría evolucionar y atraer al turista de fin de semana ofreciéndole algo diferente, algo de pleno lujo, para relajarse en nuestra tierra», explica. «Tras haber conocido cómo se vive en Madrid, he aprendido que la gente valora mucho encontrarse con un pueblo como Monzón tan tranquilo y donde se puede huir del barullo de la capital», reconoce.

Ella se ha aventurado y ha vuelto para quedarse, y aunque su entorno no entiende este cambio, para Beatriz esta decisión no es un retroceso en su carrera, sino todo lo contrario, es un gran avance. «Yo apuesto por mi pueblo, apuesto por Monzón, y apuesto por el negocio familiar, porque sé que tiene mucho que ofrecer», asevera. Beatriz ha conocido mundo y se ha dado cuenta de que la provincia palentina tiene que creerse todo lo que vale, porque si no nos lo creemos nosotros, es imposible transmitírselo a los de fuera.

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