¡Todo el mundo es bello!
Las modelos 'XL' trazan las nuevas formas de la moda: acaparan las portadas de las revistas y desfilan para los grandes modistos
PPLL
Domingo, 18 de abril 2010, 03:16
Posan ya para los mejores fotógrafos con las colecciones de los modistos más cotizados. No se llaman Adriana Lima, Gisele Bündchen, Kate Moss ni Natalia Vodianova y, por supuesto, tampoco lucen las medidas de las 'top'. Son mujeres mucho más espectaculares y con unas tallas nada comunes para un negocio que, definitivamente, parece tirar por otros derroteros. Las revistas de moda más importantes -'Elle', 'Visionaire' o 'Harper's Bazaar'- se han rendido a las curvas y formas rotundas. La temporada perfila otras siluetas. Al grito de ¡todo el mundo es bello!, los grandes editores se abrazan a modelos diferentes. Siguen sin prescindir de cuerpos famélicos, bordeando incluso la anorexia, pero conciben otras líneas.
Las más delgadas, que han imperado toda la vida y marcado los cánones de belleza, pero también las más gruesas. Se acabó, momentáneamente, la dictadura exclusiva de la talla 36 y se pone de moda la 48. Las que lucen chicas rollizas como Tara Lynn, que se sometió a dietas enfermizas para no ser desterrada de la profesión, Candice Huffine, Crystal Renn, la reina de las 'redondas'; Kasia P., Marquita Pring, Lizzi Miller, que posó desnuda con una incipiente tripa, 80 kilos...
Se las conoce como las 'modelos XL'. Gracias a ellas, el universo del diseño se normaliza y mira a la calle. A cuerpos reales y sin pudor alguno. Porque estas maniquíes posan para los objetivos de Bruce Weber, Sølve Sundsbø o Terry Richard desplegando sensualidad, erotismo, michelines, pliegues... Se muestran como las 'top' que manejan las riendas de las pasarelas: desnudas o bien arropadas por el minúsculo detalle de un sugerente tanga, sacando punta a los tacones de unas sandalias de Dior, luciendo un sujetador de encaje de Agente Provocateur o un corsé y braguitas de Dolce&Gabbana.
¿Porqué tanta delgadez?
Estas chicas se destaparon profesionalmente de forma timorata y sin levantar demasiado ruido, pero ya no hay quien las pare. Posiblemente, porque la industria ha descubierto en ellas un filón hasta ahora poco o nada explotado, salvo por firmas como Elena Miró o Marina Rinaldi, la versión extra de Max Mara. El lujo que tejen modistos como Ralph Lauren, John Galliano o Miuccia Prada siempre las ha mirado con desdén, e incluso con desprecio. Pero ahora llega su momento. No son pocos los estilistas que cada vez se hacen con más insistencia la misma pregunta: ¿Por qué tanta delgadez en las modelos de hoy? Son los mismos que han llegado a la conclusión de que estas bellezas de tallas grandes «demuestran que hay mucho sitio en la moda para mujeres que aparentan ser mujeres». Los fotógrafos parecen disfrutar con ellas: «Me encantó la oportunidad de demostrar que se puede ser guapa y 'sexy' saliendo de los estereotipos que de costumbre definen la belleza», confiesa Sundsbø, el fotógrafo noruego que cubre las campañas publicitarias de Givenchy, Gucci y Hermès. No todas lo pueden contar. Ralph Lauren despidió a Filippa Hamilton, de 23 años, la maniquí adelgazada con el 'photoshop', porque «había engordado demasiado y no cabía en su ropa».
Chicas desgraciadas
Tara Lynn, que no cabe en una prenda por debajo de la talla 48, ha conseguido lo nunca visto: ser la portada del último número de 'Elle'. En contra del criterio de diseñadores como Karl Lagerfeld, de Chanel, quien siempre ha mostrado su rechazo a la presencia de mujeres «rollizas» en los desfiles. «Vendemos sueños e ilusiones, aunque ya sé que hay momias de grasa que se sientan a ver la televisión agarradas a sus bolsas de patatas fritas que piensan que las modelos delgadas son horribles», polemiza.
En cambio, Alexandra Shulman, directora de la edición británica de 'Vogue', abandera los nuevos tiempos. En una confesión sin precedentes filtrada al periódico 'Times', solicitó a los grandes modistos que dejaran de hacer ropa para jóvenes anoréxicas, ya que «ni la delgadísima» Kate Moss podía ponerse los vestidos que le mandaban «de lo pequeños que eran». Lynn se ha rebelado y ha ganado la batalla. «Perdí 30 kilos en dos años, pero no era sano, estaba hambrienta y siempre me dolía algo. Así que dejé a mi cuerpo en paz». Volvió a engordar y de nuevo fue feliz tras aceptar que nunca tendría la silueta que venden los referentes de belleza. Como Crystal Renn, que desfila para Dolce&Gabana y Jean Paul Gaultier. Con 96 centímetros de contorno, 76 de cintura y 107 de caderas, reconoce que las mujeres «esqueléticas pueden ser tan desgraciadas como una chica gorda. Sabemos lo terrible que es obsesionarse por cada caloría que tomas». Las 'XL' no tragan con esto.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.