
La bodega de El Norte
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La bodega de El Norte
Un viaje en el tiempo para conocer cómo elaboraban vino nuestros antepasadosSin salir de la provincia de Valladolid, en el barrio de bodegas de San Pedro en Mucientes no solo se conservan las construcciones que podemos ver a simple vista, sino que se ha preservado la historia de la elaboración del vino en diferentes épocas. Para ello han guardado aperos, han documentado las técnicas vitivinícolas antiguas y también, un vocabulario que poco a poco ha dejado de usarse.
La entrada a este campo de conocimiento es la bodega Aula de Interpretación de Mucientes, que realmente son dos bodegas subterráneas del siglo XVI, que se han adaptado como espacio museístico. «No es un museo al uso, sino que es un aula de interpretación para dar a conocer una manera de hablar, un vocabulario, una manera de trabajar, y sobre todo ese trabajo que hay detrás de un vino», explica Gloria Martín Martín, técnico de turismo del Ayuntamiento de Mucientes y una de las encargadas de dar a conocer este patrimonio.
Este espacio dedicado a la difusión del vino, no es una cueva natural, sino que está hecha por los antepasados que habitaban esta zona en el siglo XVI. En la bodega conviven dos lagares, el primero dejó de usarse en el siglo XIX y el segundo estuvo en funcionamiento hasta el año 2000. De esta forma pueden mostrar la evolución en la manera de elaborar el vino en diferentes periodos y resaltar algunos de los aspectos que más ha cambiado con los años, como la higiene.
Uno de los puntos fuertes de este espacio es que en él se pueden ver herramientas, más o menos antiguas, contextualizadas y explicadas. Por ejemplo, en una de las paredes se muestra colgado una especie de palo o pico que en un desván podría pasar desapercibido, no obstante al conocer su nombre y uso puede llamar la atención de los curiosos. Es un andador, un utensilio que se usaba para «andar el vino». En el caso de los claretes de la zona de Mucientes, se utilizaba para que no se parase la fermentación y con el tinto, para bajar todos los hollejos y que siguieran en remojo.
El andador ha sido sustituido en la actualidad por los remontes. El mecanismo es similar, como queda la uva arriba, lo que hacen es sacar el mosto y volverlo a meter y con la fuerza se rompe el sombrero. «Uno de los objetivos del aula es mantener ese vocabulario tradicional», comenta Gloría Martín, asegurando que el lenguaje en enología ahora es muy técnico y algunas palabras como estas han sido sustituidas según se ha ido profesionalizando la manera de hacer vino.
En este museo no solo llaman la atención los aperos, también lo hacen las diferentes estancias. Una muy curiosa es la cocedera, el lugar donde almacenaban las uvas para empezar a trabajar. Es una habitación en la que hay que entrar agachado, en ella se meten las uvas por el echadero, que son las ventanas que se ven en el exterior. Según caía la uva, se iba aplastando un poco, lo que hacía que empezara a salir el mosto y con la temperatura comenzase la fermentación.
El nombre de cocedera viene porque al fermentar, es decir, cuando el azúcar se convierte en alcohol por la reacción de la levadura de la uva y la subida de la temperatura, sale gas y hace un ruido muy característico como el que hace una cazuela al cocer.
Otro factor que se resalta en el aula bodega es la historia de la zona a través de su relación con el vino. En el museo se expone un cáliz reconvertido en taza de plata. Este elemento representa un oficio desaparecido, la correduría del vino. El vino como alimento básico, igual que el cereal, la carne o el aceite, tenían impuestos y los impuestos los cobran la iglesia, la nobleza o la corona, dependiendo del momento histórico.
En la época de Felipe III se necesita dinero para las arcas reales y lo que hace el rey es vender ciertos impuestos, en Mucientes compra el derecho del vino, mosto y vinagre. A partir de ese momento, el ayuntamiento cobra el dinero, pero no lo hace directamente. Lo que hace es subastar anualmente el derecho a vender el vino de todos los productores de del municipio y lo que le van a dar es el instrumento de trabajo, un vaso, para dar a probar los vinos que van a comprar. Los vasos no se suelen conservar porque son de madera o de barro. En el caso de Mucientes fue así hasta el año de 1824. En ese año hay dos vecinos que ven la taza expuesta en un anticuario y se la regalan al ayuntamiento para la subasta del vino, que es como se conocía esta correduría.
Desde 1824 se utiliza esta taza de plata hasta el año 1945. En la actualidad, ya no se utiliza porque cada uno pone el precio que le interesa y cada uno va a la bodega que mejor le convenga, pero cada cuatro años esta taza se utiliza de manera simbólica cuando se toma posesión de la alcaldía. En esta localidad, además de recibir el bastón de mando, se entrega la taza de plata como símbolo de la economía del pueblo.
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