Futbolistas a la fuga
Los jugadores de la selección de Eritrea tienen que pagar una fianza de 6.000 euros cada vez que salen al extranjero para evitar que huyan. Aún así, diez de ellos desertaron tras el último partido contra Botsuana
gerardo elorriaga
Viernes, 6 de noviembre 2015, 21:00
La selección eritrea de fútbol no sueña con alzar la Copa de África frente a una afición arrebatada. Los jugadores de este pequeño país tampoco se ilusionan con ganar sustanciosas primas por misiones tan imposibles como acceder a la ronda final del Mundial. Los chicos del Mar Rojo, como son conocidos, tan solo aspiran a reunir los 100.000 nafka, unos 6.000 euros, que su Gobierno les exige como fianza cada vez que disputan un partido en el extranjero y, de esta manera, dar el paso definitivo, el que cambiará sus vidas. No quieren ganar, sino abandonar la concentración y solicitar asilo político. El pasado 13 de octubre, jugaron contra Botsuana un partido clasificatorio para el Mundial de Rusia y, tras perder el choque por 3 a 1, diez profesionales huyeron de los vestuarios, pidieron asilo y consiguieron que su solicitud fuera aprobada.
El recelo administrativo hacia sus huidizos deportistas está plenamente argumentado. No es la primera vez que el equipo queda desmantelado por la fuga de sus componentes. En 2009, doce futbolistas desaparecieron en Kenia tras jugar la Copa CECAFA, un torneo regional. Tres años más tarde, cuando se celebraba la misma competición en Uganda, diecisiete jugadores y el equipo médico al completo tomaron las de Villadiego. No son casos excepcionales: la historia del balompié eritreo carece de éxitos apreciables y abunda en escapadas extradeportivas
El Gobierno del dictador Isaias Afewerki dice que se escapan por motivos económicos, dada la pobreza del territorio, mientras que organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch ofrecen otra versión: un servicio militar de duración indefinida que acaba convirtiéndose en un trabajo forzoso y mal remunerado, la detención arbitraria de miles de personas que permanecen incomunicadas o la imposición de una férrea dictadura influyen decisivamente en la huida de estos deportistas y de los 3.000 ciudadanos que cada mes deciden escapar de la Corea del Norte africana.
Los futbolistas constituyen una élite que puede acceder a un exilio relativamente rápido y cómodo frente a los miles de ciudadanos que, literalmente, se juegan la vida cuando atraviesan de forma ilegal la frontera. La tragedia de la migración a través del Mediterráneo se nutre de eritreos, pero existe un destino aún peor que naufragar frente a las costas italianas. Una tercera parte de los inmigrantes son secuestrados en Sudán y retenidos por tribus beduinas que exigen elevadas sumas a sus familiares para devolverles la libertad. La mayoría perece en el cautiverio, víctimas de torturas y asesinados, y los liberados se enfrentan a la supervivencia en Egipto bajo condiciones de clandestinidad. Al parecer, el tráfico de personas está organizado por oficiales del propio ejército de Eritrea.
Vecino indeseable
El drama de este país del Cuerno de África no cesó tras más de treinta años de lucha por su independencia de Etiopía, en 1993. La guerrilla que consiguió dotarlo de un Estado también se convirtió en un régimen despótico y en un vecino indeseable, capaz de generar conflictos bélicos con todas las repúblicas limítrofes, algunos tan graves como el que mantuvo con el gobierno abisinio por un erial y que causó 100.000 muertos. Informes de Naciones Unidas también acusan a Asmara de apoyar económicamente a Al Shabaab, la milicia islámica que combate a la administración prooccidental de Somalia.
Las elecciones prometidas nunca llegaron, la oposición resultó violentamente reprimida y durante las últimas dos décadas el pueblo eritreo ha vivido bajo una constante violación de los derechos humanos. Criticar la política gubernamental, practicar una religión no reconocida o tener familiares que han huido pueden conllevar el arresto y la reclusión sin juicio en campos de detención. Cárceles creadas con contenedores industriales en pleno desierto.
La guerra civil siria y las migraciones a través de los Balcanes han disminuido, aún más, la atención mediática hacia el problema eritreo, a pesar de que sus solicitudes de asilo superan en Suiza y Noruega, por ejemplo, a las de los llegados de Oriente Medio. La Unión Europa ha aprobado recientemente una partida de 122 millones de euros para el Ejecutivo de Isaias Afewerki, con la esperanza, un tanto ingenua, de que se invierta en planes de desarrollo que aminoren la salida masiva de sus ciudadanos. Las proyecciones sostienen que, en un futuro próximo, los futbolistas seguirán corriendo después de que el árbitro pite el final del partido.