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Las procesiones de la Semana Santa de Valladolid consiguen una mayor ambientación atenuándose sus recorridos callejeros. El escenario urbano adquiere cada año más importancia ... en el propio relato de las cofradías. Y es adecuar las plazas y calles al propio discurrir de cofrades e imágenes y grupos escultóricos intentando crear una verdadera atmósfera de espiritualidad a la vez que un marco más atractivo para el disfrute artístico de un desfile procesional como verdadera plasmación plástica de lo que realmente es arte efímero en la vía pública. Ese recuerdo e impacto en cada persona desde el punto de vista de la fe además del estético, catequizador y patrimonial, es lo que las hermandades, unas más que otras, quieren lograr en sus distintos itinerarios con la solicitud del apagado o de minimizar la intensidad del alumbrado público.
Un total de 22 vías públicas apagarán total o parcialmente sus farolas de alumbrado público durante esta Semana Santa. Son calles de luces y sombras porque mientras el alumbrado se apaga las sombras se acrecientan por el resplandor ofrecido por las velas de los hachones, los faroles o los candelabros de andas y carrozas. El Ayuntamiento de Valladolid accede a la petición de distintas hermandades para atenuar la luz en determinadas calles y plazas al discurrir de los desfiles entendiendo que la coexistencia de la iluminación pública junto con los establecimientos comerciales origina una contaminación lumínica que incluso distorsiona las propias procesiones.
La Concejalía de Tráfico y Movilidad, de acuerdo con las peticiones tramitadas a través de la Junta de Cofradías, posibilitará el apagado de las calles y plazas de vías especialmente procesionales durante los diez días de procesiones, es decir, entre el 11 y el 17 de abril. Pero el acuerdo alcanzado conllevará también la potenciación de las luminarias públicas en número de horas durante este mismo periodo relativas a edificios religiosos y monumentales como la Iglesia de Santa María la Antigua, el Palacio de Santa Cruz, la Catedral o el propio epicentro ciudadano, la Plaza Mayor. También se adelantará el horario de encendido en las iglesias penitenciales de las Angustias y de la Vera Cruz.
Las calles de Santo Domingo de Guzmán y Expósitos, dos de las vías más emblemáticas de las procesiones de la capital donde el adoquinado convierte el discurrir cofrade en algo así como la Vía Dolorosa de Jerusalén, son las que más horas tendrán apagado el alumbrado público durante estos días de Pasión. Y es que la intimidad que propicia el discurrir por ambas vías motiva que numerosas cofradías procesionen por ahí y, por tanto, sean muchas las que en diferentes días soliciten el citado desconectado de las farolas para conseguir una vía más oscura al paso de los desfiles. Este entorno conventual, en la actualidad cada vez con menos congregaciones, despierta la atención de naturales y visitantes por lo que significa prácticamente mimetizarse con la procesión, ir a la par, y participar del sentir de los cofrades que caminar a media luz propicia. Un camino que trasciende los tiempos y aboca a vivir una procesión de siglos pasados gracias al ambiente conseguido de media luz.
En este antiguo barrio de la judería también el apagado afectará a la plaza de San Agustín, la confluencia del Archivo Municipal con la iglesia del Monasterio de Santa Isabel de Hungría o la plaza de la Trinidad, entorno penitencial donde confluyen la Penitencial de la Sagrada Pasión la Cofradía de la Oración de Huerto en los templos de San Quirce y de San Nicolás, respectivamente.
Junto a estas, el Atrio de Santiago y la plaza del Salvador son otros de los emplazamientos más solicitados, por ejemplo, por la de la Cofradía de las Siete Palabras para su procesión titular del Miércoles Santo para conseguir otra perspectiva de su desfile del Santísimo Cristo de las Mercedes. Precisamente, apostarse en el mencionado acceso a la Parroquia de Santiago además de sus calles contiguas de Zúñiga o Héroes de Alcántara se ha convertido en una de las zonas más concurridas durante las salidas o entradas del crucificado de Pompeyo Leoni por su aspecto al propio urbanismo y la arquitectura. Y este ambiente casi medieval precisamente también lo quieren repetir desde este año en el entorno de la plaza del Salvador y su parroquia hermana del Santísimo Salvador.
Una céntrica y recoleta plaza, por cierto, con una identidad muy propia que la ausencia de muchos vatios de potencia la hacen propicia para crear ambiente semanasantero que será visitada este año por la Cofradía de la Preciosísima Sangre en su desfile nocturno del Lunes Santo. Cabe reseñar asimismo las salidas desde la Iglesia de las Esclavas, su sede canónica desde hace casi dos años, de la Hermandad del Atado a la Columna.
La farola cuádruple de San Martín para las salidas de La Piedad, la calle de la Platería, la de Jesús para la penitencial del Nazareno, la plaza de Santa Ana solicitada por el Santo Entierro o la de Santa Cruz pedida por los universitarios del Cristo de la Luz son la otra parte del listado de calles afectadas por los apagones a la carta junto con vías como San Juan de Dios, en la zona del Palacio Arzobispal, o el tramo de Canterac entre el paseo de San Vicente y Mariano José de Larra. El siguiente paso, en próximos años, en opinión de muchas cofradías, conseguir tapar las señales de tráfico o apagado de semáforos, que alguno ya se apaga, por ejemplo, en la Procesión General del Viernes Santo.
En definitiva, un apagado momentáneo, realizado al paso de las procesiones y que se ha hace de manera manual entre 1 y 3 trabajadores de la empresa mantenedora de la capital -ELPA- que a su vez está supervisado por un capataz municipal. Tal y como han explicado fuentes del área de Alberto Gutiérrez Alberca a El Norte de Castilla, las cofradías vallisoletanas cada año solicitan más puntos de apagado, pero para su concesión lo primero que se tiene en cuenta son las condiciones de seguridad viaria de la zona ante la presencia, generalmente, de muchísimas personas para ver o participar de la procesión e concreto. Además, destacan cómo a las hermandades las gusta cuidar el aspecto estético de sus procesiones cada vez más, lo cierto es que este apagado parcial de la iluminación lleva realizándose una década aunque al principio en un número de farolas casi testimonial. Tan testimonial, aclaran, que al principio el gasto por esta tarea alcanzaba escasamente los 400 euros mientras que ahora supera los 2.100 euros.
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