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El cielo encapotado desde el amanecer respetó la salida de La Borriquilla e incluso el discurrir de prácticamente todas las cofradías, aunque una borrasca apareció ... de manera breve antes de las dos de la tarde arruinando una tranquila y apacible mañana de Domingo de Ramos de la Semana Santa de Valladolid. Tanto es así que el chaparrón obligó a activar el plan de emergencia y una parte de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, el claro de la procesión del paso más la banda de música y las autoridades, se resguardaron en la Iglesia de Jesús porque la lluvia registrada calaba y era de especial intensidad. Fueron unos minutos que comenzaron con una llovizna rematada con un chaparrón en una Plaza Mayor, uno de los epicentros del recorrido, donde se estaba sucediéndose una situación excepcional pero no inédita porque ya ha surgido en varias ocasiones: muchísimo público ya se había levantado de sus asientos porque la hermandad que cierra el cortejo procesional de las veinte cofradías vallisoletanas, la que alumbra el paso, no aparecía.
Estaba descolgada y tampoco se la veía por lo que muchas personas pensaron que la procesión había terminado. Pero no. De repente, con el primer pinteo, aparecía la penitencial a paso tranquilo. Un discurrir que tuvo que acelerarse por momentos: la cabecera de la Vera Cruz y la mayoría de los cofrades emprendieron marcha rápida hacia su sede de la calle de la Platería y una pequeña parte se abrieron camino por la calle de Jesús hacia ese templo penitencial. Y precisamente la Cofradía de Jesús Nazareno abrió sus puertas de par en par para recibir a La Borriquilla, a hombros de sus afanados cofrades en una ajustada entrada a su templo hermano, para guarecerse del agua sobre el paso más antiguo de la capital. Antiguo en lo sentimental, en lo patrimonial, pero de especial delicadeza por la fragilidad de las imágenes que lo componen dado que las cabezas, las manos y los pies son de madera policromada pero los cuerpos de las figuras de personas y de animales son de papel y telas encoladas.
Fueron unos minutos de reencuentro en lo que significó una imagen histórica: La Borriquilla y Jesús Nazareno, frente a frente. Es más, bien parecía que la Cofradía de la Vera Cruz devolvía la visita a la Penitencial del Nazareno del Miércoles Santo del año pasado en que la tromba también obligó a éstos a refugiarse en su templo. Pero este momento de lluvia también tenía otro punto de interés: la calle de la Platería, donde esperaban prácticamente todas las cofradías vallisoletanas y donde la lluvia también provocó gran revuelo e incluso momentos de desconcierto con una decisión común: todas las cofradías emprendían rápidamente la vuelta a sus sedes aunque bien es verdad que algunos fueron bien recibidos en el templo penitencial ante la lejanía de sus iglesias y el intenso aguacero que sorprendía a todos.
Pero todo fue cuestión de pocos minutos, los justos para mal terminar esta procesión de niños y de ciudad, y el mismo breve periodo para que La Borriquilla pudiese emprender camino a casa y, ante una calle con muy poca audiencia en comparación con un año normal, el propio arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, prefirió desde el balcón de la recientemente abierta Vera Cruz que la situación quedase en anécdota, «en una parábola de lo que tenemos que estar dispuestos a hacer con las dificultades de la vida» para a continuación pedir a los presentes que batiesen sus palmas.
Aún así, con este sobresalto en que la Cofradía de la Vera Cruz manifestaba públicamente su desconcierto por haber esperado en el entorno de la Seo Metropolitana hasta 45 minutos, con unas cofradías que no entendían el paso tranquilo del desfile en una valoración que compartían muchos de los espectadores, la Semana Santa celebró su día triunfal con muchísimos cofrades y aceras repletas de público. Otro día grande de ciudad donde los niños fueron protagonistas para batir sus palmas y ramas de olvido al cuidado del paso procesional más antiguo de Valladolid, la Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, el pequeño grupo escultórico que encandila a todos, grandes y pequeños, en un céntrico recorrido entre la Catedral y la Vera Cruz.
La Banda de Cornetas y Tambores de la Cofradía de la Preciosísima Sangre abrió la procesión mientras que Pureza, celebrando con los cofrades y fieles su décimo aniversario, cerraba el cortejo. Entre ambas, muchas sonrisas, gestos cómplices, juegos con las palmas e infinidad de imágenes anecdóticas como niños que se estrenaban en filas cofrades, hermanos que se incorporaron al desfile o una exitosa convocatoria con cientos de niños de numerosos colegios de la ciudad que integraban también las plantas procesionales. Encuentro entre niños y jóvenes cofrades involucrando a la ciudad en esta amistad cofrade.
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