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Es para muchos cofrades la última procesión de la Semana Santa. Alejada del centro, de las miradas, de las calles abarrotadas. Sin testigos, pero de ... suma importancia. Durante el Sábado Santo, muchas cofradías aprovechan para recoger. Quitar las decoraciones de los pasos procesionales, las imágenes, y guardar las andas, esas estructuras de madera que sujetan todo el conjunto. Las hermandades las dejan en una nave junto al Cementerio del Carmen, donde se guardan durante todo el año, esperando soportar de nuevo el peso de las tallas de los imagineros. Hasta el año que viene.
La labor comienza pronto, a primera hora de la mañana. Eso, para el transporte de las estructuras, porque los preparativos arrancn antes. «Todo el trabajo de retirar las decoraciones de cada paso se hace durante la noche del Viernes Santo, depende del año se termina antes o más tarde. Esta vez, a medianoche ya estaba en casa», comenta Vicente Maturana, nieto de Tomás Maturana, uno de los fundadores de la cofradía de las Siete Palabras. Acabar más pronto también puede ser sinónimo de una sensación amarga, ya que si este año se ha podido adelantar trabajo ha sido por la suspensión de la Procesión General.
La nave acoge durante el resto del año algunos de los momentos más significados de la Semana Santa vallisoletana, como es el Sermón de las Siete Palabras. Además de las andas de pasos como del Cristo de las Mercedes, del Cristo de los Trabajos o del conjunto 'En tus manos encomiendo mi Espíritu'. Pero los detalles van más allá. Junto a las andas también se encuentra, por ejemplo, el púlpito desde donde se lee el Sermón. «El transporte se hace con grúas, lo llevan hasta aquí. Después, depende de las andas, uno solo las puede colocar. Lo importante es tratarlas con cuidado», indica.
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Hay de todo. Estructuras con muchos años y otras que se han estrenado este año, como han hecho por ejemplo las cofradías de Nuestra Señora de la Piedad o de Nuestro Padre Jesús Nazareno. También son modernas las que transportan el conjunto escultórico de La Sentencia, con obras esculpidas por la imaginera gaditana Ana Rey. El soporte de madera todavía muestra algunos elementos lisos. Falta tallar. «Nuestra idea es completarlo poco a poco. Este año esperamos llevarlo al taller de Manuel Oliva –tallista afincado en Chiclana de la Frontera, Cádiz– para avanzar en el resto de la estructura hasta completar todos los detalles», avanza Santiago Capote, hermano mayor de la cofradía del Discípulo Amado y Jesús de Medinaceli.
Sí, esta es la única anda de Valladolid que procesiona como se hace en Andalucía. «Se lleva con molía jerezana, no es lo mismo que ese costal sevillano, esa tela que se coloca sobre la cabeza. Aquí, es una manta enrollada sobre el cuello», matiza. Sobre otros avances también comenta la posibilidad de cambiar las parihuelas, esa estructura con patas, oculta bajo los mantos que decoran las andas y que sirven de soporte sobre el suelo cuando, por ejemplo, la procesión hace una parada. «Nos gustaría unificarlas y que sean también de madera para evitar problemas con los cambios de tiempo. Si es todo del mismo material, la estructura se dilatará en conjunto en verano y se reducirá en invierno. Así evitamos que cada cosa vaya por un lado y afecte a las andas, que son de madera», explica.
Mientras las grúas llegan, otros no lo tienen tan fácil para llegar hasta el almacén. Le sucede a la cofradía Penitencial y Sacramental de la Sagrada Cena, que traslada las andas, a pie, desde la iglesia de San Pedro Apóstol. Unos dos kilómetros escoltados por la Policía. «Lo de todos los años, esta vez no se nos ha dado mal, hemos tardado media hora en llegar», apuntaban los cofrades de la hermandad con el recorrido ya casi completado.
Poco a poco, el almacén, que se ha ampliado hace unos años, empieza a llenarse. «Si hace falta, compartimos los espacios con otras cofradías, no todas utilizan sus plazas. Hay sitio para todos, compañerismo y mucha implicación, tanto aquí como en las iglesias, primero para decorar y también cuando hay que recoger», destaca Vicente Maturana. Con este trabajo hecho, las andas quedan ahí, a la espera de volver a las calles de Valladolid. Algunas con novedades, otras con el mismo aspecto, el año que viene saldrán del almacén para portar de nuevo la Semana Santa vallisoletana.
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