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Pintada en un establecimiento de José Zorrilla. Antonio Tanarro
El vandalismo callejero le cuesta a Segovia más de 40.000 euros al año

El vandalismo callejero le cuesta a Segovia más de 40.000 euros al año

En lo que va de 2018 los servicios municipales han detectado más de un centenar de pintadas

claudia carrascal

Segovia

Lunes, 23 de julio 2018, 08:21

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Reparar los desperfectos que dejan los actos vandálicos en la capital le cuesta al Ayuntamiento de Segovia más 40.000 euros al año. Pintadas en espacios públicos y fachadas, quema de contenedores, destrozo de mobiliario urbano como papeleras bancos y daños en parques infantiles y espacios verdes, por el uso indebido que hacen, entre otros colectivos, los adeptos al parkour (las personas que lo practican utilizan su cuerpo para superar los obstáculos urbanos que se encuentran a su paso realizando acrobacias) son las prácticas más comunes de vandalismo en la ciudad, según explica el concejal de Medio Ambiente, Jesús García Zamora.

Solo en servicios de limpieza de grafitis y pintadas, el Ayuntamiento desembolsa entre 21.000 y 24.000 euros anuales. Además, el coste de sustituir o reparar contenedores que se queman y destrozan supera los 15.000 euros. A estos gastos hay que sumar los ocasionados por el deterioro intencionado de otros bienes de ciudad.

Las pintadas son los actos vandálicos más frecuentes en Segovia. Los servicios municipales detectaron en 2017 una cada menos de tres días, es decir, un total de 144 en todo el año. Además, en los seis primeros meses de 2018 la cifra se ha incrementado hasta alcanzar las 101 pintadas, por lo que si se mantiene la tendencia podrían superarse las 200 a finales de año. Para garantizar la conservación de los monumentos y evitar su deterioro por la presencia de sustancias químicas, el Ayuntamiento tiene previstos dos días a la semana para la limpieza de estos dibujos y grafitis. No obstante, en casos puntuales se eliminan de inmediato.

No solo los monumentos son diana de este tipo de acciones, sino que también se concentran en fachadas, escaparates, marquesinas o aparcamientos. En caso de que estén en una propiedad privada, deben de encargarse de su eliminación los propietarios o comunidades, salvo que se trate de zonas singulares. Eso sí, el Ayuntamiento presta asesoramiento y en caso de que así lo soliciten los particulares y abonando los costes de la intervención puede encargarse de su limpieza y de la restitución de las condiciones originales. Las pintadas suelen hacerse con pinturas plásticas, aerosoles o rotuladores que penetran en los poros y las técnicas empleadas para la supresión dependen de las características de las fachadas y superficies. Lo más frecuente es utilizar un decapante y agua caliente a presión, aunque existen otros métodos como pintar sobre la superficie dañada o el empleo de chorros de arena para quitar la capa más superficial de pintura, explica García Zamora.

Además, advierte de que muchas de las frases que se dejan en lugares visibles del espacio público son especialmente ofensivas y transmiten mensajes de odio hacia personas o colectivos. Estas pintadas suelen experimentar un repunte «cuando hay hechos noticiables o resurgen temas polémicos», como es el caso de la tauromaquia o la inmigración. Hace poco más de un año, tras el doble atentado islámico de Cataluña, apareció en tono rojo en la pared del antiguo edificio del parque de bomberos el mensaje 'Vuestra guerra, nuestros muertos', recuerda el concejal. Los mensajes de amor y desamor también son frecuentes, comenta.

La calle José Zorrilla, San Lorenzo, San Agustín o la gasolinera de la calle Padre Claret son algunos de los lugares preferidos por los grafiteros, aunque los sillares del Acueducto también han sido objeto de pintadas que contenían nombres o iniciales. La nueva ordenanza que regulará el entorno del monumento castiga a los autores de pintadas, grafitis o a los vándalos que rayan o descascarillan la piedra con algún objeto punzante con multas de hasta 3.000 euros.

La iglesia de San Millán, auténtica joya del románico en la ciudad situada en el centro de la ciudad y tradicional punto de visita para muchos turistas que a diario pasan por delante de ella, ha sido una de las últimas víctimas del vandalismo. El pasado 11 de julio apareció con manchas de pintura verde en la fachada que se sitúa debajo del atrio del claustro. El concejal de Medio Ambiente advierte de que este tipo de daños en monumentos son más delicados tanto por la contribución a su deterioro como por el desconocimiento y la inconsciencia social que suponen. «En la mayoría de los casos se debe a la absoluta ignorancia de quienes las realizan que no son conscientes del valor de estas superficies que utilizan para sus grafitis, ni de que su acción supone un atentado contra el patrimonio».

Los contenedores son otro de los objetivos de los gamberros, que en este caso buscan incendiarlos arrojando objetos ardiendo en su interior. En el último año, la Concejalía de Medio Ambiente tuvo que arreglar o sustituir un total de 23 contenedores, aunque el servicio municipal de extinción de incendios registró en torno a un centenar de incidentes de este tipo. Esta diferencia se debe, tal y como indica el concejal, a la efectividad de la rápida intervención de los bomberos y a los materiales metálicos de los que están hechos estos contenedores, que evitan la rápida propagación de las llamadas.

En este caso las zonas en las que más altercados se registran son la calle Soldado Español y el barrio de El Salvador. Sin embargo, y aunque la Policía vigila en especial las zonas más conflictivas es muy complicado descubrir a los autores. «Solo se puede atribuir un acto vandálico cuando se pilla al sujeto cometiéndolo, algo que no sucede en la mayor parte de los casos» aclara García, quien señala que suelen buscar lugares relativamente escondidos en los que ellos tengan buena visibilidad para escapar en caso de que acuda la Policía.

A finales, de junio, los bomberos de Segovia tuvieron que sofocar el fuego de dos contenedores de residuos en menos de una hora, que elevaron a 95 los contabilizados en un año. Este tipo de sucesos va por temporadas y por zonas, pero sí se detecta este año un incremento de incidencias (hace cuatro años, por ejemplo, el número de contenedores quemados fue de algo más de treinta), que en la mayoría de los casos se resuelve con la reparación de los depósitos de residuos para reponerlos después, ya que al ser metálicos pueden volver a pintarse si no quedan muy dañados.

En otros casos no es así y el Ayuntamiento tiene que proceder a su costa a retirar y sustituir los contenedores, pues ninguna compañía aseguradora suscribe una póliza para cubrir el riesgo de vandalismo. En casi todos los casos el incendio es consecuencia de un acto vandálico, pero en invierno también es frecuente que lleguen a arder los depósitos porque en las bolsas de basura hay brasas o colillas sin apagar. Pero cuando arden los de papel y cartón suele ser porque el fuego es intencionado.

Multas de entre 120 y 750 euros por orinar, defecar o escupir

En las fiestas patronales de San Juan y San Pedro, que se celebran en torno al 23 de junio, no suele registrarse un incremento de las actuaciones vandálicas. Sin embargo, sí que se producen otro tipo de conductas incívicas como orinar en lugares públicos. «Son acciones muy localizadas que solo suelen ocurrir durante las fiestas, momento en el que se concentra mucha gente en la calle y, sobre todo, en puntos como la zona próxima a la Catedral, el callejón Corral del Mundo o la calle San Geroteo», especifica el concejal de Medio Ambiente.

A pesar de los intentos de la concejalía por evitar esta situación antihigiénica con la instalación de baños portátiles en la zona durante estas fechas, la gente sigue incumpliendo la normativa. Por eso, la ordenanza también regula estas situaciones, con multas de entre 120 y 750 euros en caso de orinar, defecar o escupir en espacios público. Pueden ascender hasta los 1.500 euros si se hace en espacios muy concurridos o frecuentados por menores, así como si se producen en monumentos o edificios protegidos. Ante las reiteradas quejas de los vecinos del recinto amurallado el Consistorio también ha optado los últimos años por comenzar las labores de limpieza lo antes posible y utilizar detergente y ambientador en las calles más afectadas.

En comparación con otras ciudades españolas. en Segovia el número de actos vandálicos que se registran a lo largo del año no es excesivos por lo que Jesús García Zamora sostiene que la clave para erradicarlos es la prevención mediante la educación. «Las sanciones económicas pueden llegar a ser destacadas, pero no lo suficiente para resultar disuasorias. Por eso, lo principal es concienciar a los ciudadanos de que lo público no es que no sea de nadie, sino que es de todos y se paga con el dinero de todos», afirma.

El presupuesto que se destina para reparar contenedores, limpiar muros y fachadas o reponer mobiliario se podría utilizar, según el concejal, «a cuestiones más importantes como vivienda social, programas de empleo o educativos». No obstante, reitera que es una ciudad en la que imperan los comportamientos cívicos y que, aunque queda trabajo por hacer, «Segovia no es una ciudad dominada por el vandalismo».

También es frecuente que tiren por las escaleras los contenedores, se muevan, se dejen en medio de la calle o de la calzada o se vuelquen papeleras de una patada. Los incidentes en los parques infantiles o con bancos y farolas son ocasionales y normalmente los detecta alguno, de los más de cien empleados que forman parte del servicio de limpieza municipal o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Infracciones

Tanto el Código Penal como la ordenanza municipal de Convivencia Ciudadana prohíben todo tipo de grafito, pintada, mancha, garabato, escrito o inscripción realizados con cualquier material o bien rayando la superficie sobre cualquier elemento del espacio público, así como en el interior o el exterior de infraestructuras, también en exteriores privados si no existe autorización previa. Además, la ordenanza estipula que estas conductas serán sancionadas con multas de entre 120 y 750 euros en caso de que sean consideradas como infracción leve. Las que se encuentran en elementos del transporte municipal, en parques y jardines públicos, fachadas de inmuebles, señales de tráfico o cualquier elemento de mobiliario siempre que implique su inutilización o pérdida total o parcial tienen la consideración de graves y las multas oscilan entre los 750 y los 1.500 euros.

Las infracciones son consideradas muy graves, y sancionadas con multas de 1.500 a 3.000 euros cuando atentan contra el espacio urbano por realizarse sobre monumentos histórico-artísticos, edificios catalogados o protegidos. Los destrozos en el mobiliario están penados con sanciones entre los 100 y los 3.000 euros en función de la gravedad, el lugar del daño y de si genera algún tipo de riesgo para la seguridad e integridad física de los ciudadanos.

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