San Miguel, un barrio «privilegiado de Valladolid», cuyos vecinos piden «mejorar la limpieza»

Tal vez los vecinos más veteranos lo sepan, pero cabe recordar, sobre todo para los jóvenes vallisoletanos, que San Miguel fue uno de los lugares habitados más antiguos de la ciudad, pues se considera el primer núcleo medieval de la villa. Fue el epicentro de la aldea que se encontró el conde Ansúrez cuando a finales del siglo XI recala en la población para hacerse cargo de ella por mandato de Alfonso VI.

De hecho, allí se construyó la iglesia de San Pelayo, aunque con el paso del tiempo se convirtió en la iglesia de San Miguel. Por este motivo, en el siglo XII la plaza cambiaría su nombre también al de San Miguel, un templo dedicado a este arcángel que estuvo en pie hasta 1777.

No obstante, que los vallisoletanos y sus visitantes no piensen que la zona estuvo habitada por la burguesía, pues se trataba de un entorno urbanita, considerado como la primera aldea de la ciudad, conformada por pequeños artesanos que residían ahí y sacaban a diario adelante sus negocios. La popularidad de los comercios de esta zona hizo que mucho más adelante, en 1874, se plantease la idea de construir en ella un mercado público, al estilo de lo que después, en el año 1880, fue el famoso Campillo situado en el barrio de San Andrés.

Su plaza ha cambiado radicalmente con el paso del tiempo, con varias reformas en su haber. El derribo de todas las casas antiguas, sustituidas por altos bloques de viviendas, hizo que esta fuese una simple glorieta hasta el año 2009, cuando el último gran replanteamiento de esta zona hizo que volviese a ser un lugar estancial.

Casi 16 años después, ya es momento de descubrir la vida en uno de los barrios más importantes de Valladolid en lo que a historia se refiere.

Francisco Javier Peñas es vecino del barrio de San Miguel desde hace 48 años: «Primeramente realicé el servicio militar y después entré a trabajar en Renault, por lo que me quedé aquí, ya que soy natural de Dueñas». Él se muestra encantado en esta zona: «Estamos en un lugar privilegiado de Valladolid, porque tenemos todos los servicios cerca y estamos prácticamente en el centro de la ciudad».

En su caso, lo que más busca es la tranquilidad, por ello agradece la nueva zona de bajas emisiones: «Tampoco hay mucho exceso de tráfico y ahora con la ZBE yo creo que esto va a mejorar». Además, habla de la plaza San Miguel como su «zona favorita», ya que «transitan pocos vehículos, se puede respirar adecuadamente y se está a gusto». «Vengo aquí todos los días como una hora y media a reposar después de un paseo». Y su única queja del barrio pasa por «mejorar la limpieza», sentencia.

Allá por el año 1895 abría una panadería El Fiel mítica no solo en San Miguel, que no fue su primer emplazamiento, sino en todo Valladolid. Un negocio familiar que ya va por su cuarta generación y que sigue siendo un éxito. «Elaboramos panes artesanos, repostería y pastelería, todo de manera muy natural. Está todo riquísimo y es de muy buena calidad», cuenta Paloma Díez, trabajadora que cumple dos años aquí.

En cuanto a la vida del barrio, reconoce que «es estupenda». Además, explica con una sonrisa el encanto de su profesión: «Me gusta mucho mi trabajo, es una empresa de toda la vida y estoy muy contenta». En cuanto al producto estrella habla del conocidísmo «pan de Candeal». Respecto a su lugar preferido, no lo tiene claro puesto que a su juicio: «En esta zona hay muchísimas cosas relevantes». «Me gusta mucho la plaza del Viejo Coso, la plaza de San Miguel y la plaza de los Arces», enumera.

Y otro negocio de esos de toda la vida es Pantaleón Muñoz, que abrió su primer local en Valladolid en 1882. De generación en generación pasa este comercio que se sitúa en la calle San Blas. «Llevamos exactamente 18 años en este emplazamiento», cuenta Víctor Muñoz, actual propietario, que también cuenta con otras dos tiendas más en la ciudad.

Sin duda, este es un lugar con una gran variedad de productos entre los que su dueño destaca: «El jamón, que es lo que más se compra en el día a día por los vecinos de la zona», aunque explica que los turistas reclaman «productos de Valladolid y de Castilla y León». Y en cuanto a su zona favorita, lo tiene claro: «Me gusta mucho la plaza San Miguel, la veo muy bonita, es muy tranquila, con mucha gente, mucha vida y una zona estupenda».

Carlos Cabero, que vive desde hace 4 años en la zona de San Miguel, se muestra muy feliz con su barrio y de haberlo elegido como su residencia habitual. En cuanto a los vecinos explica que son «extraordinarios». Además, destaca: «la Plaza de Fabio Nelli o la Plaza del Viejo Coso», como sus lugares favoritos.

Por todos es sabido que la vida nocturna en San Miguel es muy ajetreada, ya que concentra un gran número de bares de copas que, en algunas ocasiones es molesto para los vecinos, aunque no siempre es así. «Eso va por días y por zonas. Aquí, verdaderamente, en esta calle, no hay mucho jaleo», concluye Cabero.

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