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El trabajo de mantenimiento se limita a echar sal en los puntos críticos. Aunque haya mínimas bajo cero, la amplitud térmica hace que los días ... levanten. Son dos camiones los que cubren más de 300 kilómetros diarios por diferentes itinerarios: uno opera en las proximidades de Segovia y otro peina las zonas de sierra. «Las zonas sombrías, las carreteras en las que tenemos problemas todos los años, sabemos cuáles son». Así se tratan lo que el delegado especial de Red Viaria, Benjamín Cerezo, define como las «heladas gordas», a partir de los cinco grados bajo cero.
Los camiones salen a las seis de la mañana y atacan los puntos problemáticos. «En una carretera de 20 kilómetros a lo mejor hay tres zonas de curva que son sombrías todo el día y no deshiela. Si además están pegadas al río y hay humedad, se prepara la placa de hielo. Y apenas lo notas; ves húmedo el suelo, te piensas que vas a pasar bien y en cuanto pisas el freno se te va el coche a la cuneta». La niebla es otro aliado porque evita que el sol derrita esa fina capa que tanto daño hace.
Los camioneros son los mejores chivatos del hielo. También los ayuntamientos, que avisan cuando hay heladas considerables a los capataces. Cerezo habla de unos 25 puntos y de una operación quirúrgica: apenas una o dos toneladas diarias. «No interesa echar a lo bestia porque al final los coches se lo llevan y al día siguiente vas a tener que pasar otra vez». Cerezo lamenta que haya demasiada sal en vías de Segovia como la N-110. «Está todos los días blanca cuando todavía no ha nevado nada. Luego decimos que las carreteras no aguantan».
El asfalto nuevo es más deslizante en sus primeros meses. «Las carreteras, cuanto más se las ruede, casi mejor para quitar esa grasilla que se queda». Las más desgastadas tienen la ventaja de que los baches hacen que el hielo agarre peor y la desventaja de que son más difíciles de limpiar cuando hay nieve.
La ribera del Cega es la más problemática, tramos como la carretera que une Arevalillo con Rebollo, una vía estrecha pegada al río cubierta del sol. El plan en carreteras grandes en zonas frías como Campo de San Pedro ha reducido riesgos con la retirada del arbolado para reducir la sombra. Aunque Fresno de Cantespino tiene la mínima histórica de la provincia —registró 20,8 grados bajo cero en 2009— no es un punto crítico.
En la misma zona, el firme entre Bercimuel y Maderuelo es delicado, mientras entre Boceguillas y Grajera, muy soleada, no hay problemas. En la zona de Cuéllar hiela más, pero es más abierta. El listado de puntos críticos incluye la carretera que une Prádena con Castroserna, una vía con muchas curvas que va rodeando el cañón. «Tenemos que pasar sí o sí a ver cómo está». De ahí a La Velilla, Orejana, Valleruela de Sepúlveda, Valleruela de Pedraza o la bajada desde Bernardos hacia Carbonero el Mayor.
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Luis Javier González
El dispositivo de vialidad invernal dispone de almacenes de fundentes, llamados coloquialmente saleros. En el parque de Segovia, en Quitapesares, hay una capacidad para 450 toneladas de sal. El parque de Cuéllar tiene para 40 toneladas; y el de Sepúlveda para 60. Se añade una nave municipal con almacén en Cuevas de Provanco, con capacidad para 20 toneladas de sal, la misma que otra nave en Riaza.
«Si la gente nos los propusiera, haríamos alguno más». La tarifa plana contempla 500 kilos para todos los pueblos que lo pidan, siempre que vayan a por ella. «Cuando empieza a nevar, vendrán todos corriendo. Sobre todo, vamos los que estamos en la sierra». Unos 40 municipios, los que más miran el termómetro.
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