Un pueblo de Segovia lleva año y medio sin beber agua del grifo
El núcleo de Mata de Quintanar, perteneciente a Cabañas de Polendos, se viene abasteciendo de botellas y desde este martes 17 de junio, de cisternas
Sin sequía por medio, hay una población en la provincia de Segovia que carece de agua potable. Es Mata de Quintanar, donde residen habitualmente ... un centenar de vecinos, aproximadamente. Son cifras que aporta el alcalde de Cabañas de Polendos, localidad a la que pertenece y de la que depende este núcleo. Lo peor, como subraya Javier Gómez, es que la situación de carestía de un recurso básico y necesario no se ha producido de la noche a la mañana. Es un problema que arrastran desde hace ocho años porque las administraciones implicadas en solucionarlo «se pasan la pelota unas a otras». Y al final, los que sufren el hecho de no poder echarse un trago del agua del grifo, ahora que empieza a apretar el calor, son los ciudadanos.
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«No es la falta de agua lo que más preocupa, sino su calidad», pone de manifiesto el regidor de Cabañas de Polendos. Gómez anticipa que el calendario va deshojando las semanas y los meses y se acerca a la temporada de verano, en la que el problema se multiplica como consecuencia de la llegada de veraneantes que incrementan el padrón en los meses estivales de vacaciones. Y, por lógica, a más vecinos, más consumo, lo que hace que el suministro escasee. «La contaminación vino después» de ir padeciendo este déficit hídrico, matiza el alcalde.
Javier Gómez expone que el nivel de arsénico disuelto en el agua que surte a Mata de Quintanar es incompatible con su consumo de boca. La polución se detectó hace un año y medio y es una constante que obliga al Ayuntamiento de Cabañas de Polendos a buscarse la vida para que los vecinos del núcleo de población dispongan del agua necesaria. A lo largo de este año y medio largo, el Consistorio se ha encargado de suministrar agua embotellada para que las personas que viven en Mata de Quintanar contasen con reservas para cocinar y beber.
«Mucho hablar de la 'España vaciada', pero faltan remedios cuando no tenemos los servicios más básicos»
Javier Gómez
Alcalde de Cabañas de Polendos
Por lo general, y si no hubiera otros avisos de urgencia, el convoy con las garrafas acudía un día a la semana, normalmente los jueves. Los habitantes de Mata de Quintanar, «entre los que hay muchos niños menores», han estado acudiendo a la hora establecida, que solía ser en torno a las siete de la tarde, para recoger los lotes y aprovisionarse de cara a aguantar los siguientes siete días con los litros de los que hacían acopio.
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Esta operación se repetía semana sí y semana también desde hace un año y medio. «Es un trastorno para todos», lamentaba el regidor, quien habla en tiempo pasado de esta alternativa de abastecimiento no porque el problema se haya resuelto, sino porque el Ayuntamiento de Cabañas de Polendos ha cambiado la furgoneta con las garrafas y botellas por una cisterna, la cual funciona desde el martes 17 de junio.
La molestia persiste para los hogares afectados de Mata de Quintanar, que igualmente se han de aprovisionar a través de este depósito con capacidad para mil litros. Van, abren el grifo y rellenan sus envases hasta que se acabe. Entonces, el Consistorio repondrá la cisterna y así hasta que los residentes puedan tener agua potable en sus casas. Los vecinos cuidan muy mucho que no haya un dispendio que descuadre la atención de las necesidades primarias y esenciales como son el consumo en boca y la limpieza e higiene al cocinar. Todo un incordio.
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«Algo tan básico como cocer la pasta o lavar la verdura se tiene que hacer con el agua embotellada», incide el responsable municipal. El surtido que llega y sale de los grifos contaminado fundamentalmente por arsénico -y también en ocasiones con alta concentración de nitratos- es apto para otros quehaceres cotidianos, como el aseo personal o para hacer la colada.
El coste para el Ayuntamiento
El problema conlleva también un engorro caro para las arcas del Consistorio de Cabañas de Polendos, llama la atención el alcalde, quien destaca el esfuerzo económico y logístico que supone garantizar agua potable a sus convecinos. Uno de cada cuatro euros del coste de las botellas y garrafas lo pone el Ayuntamiento, mientras que la Diputación Provincial sufraga el restante 75% del gasto. Los pagos se hacen a año vencido, precisa Gómez al relatar cómo se las van arreglando. «Es una locura» para las cuentas que ha de gestionar una localidad pequeña de las que tanto abundan en la provincia de Segovia, cuyo padrón ronda los 200 habitantes.
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«Mucho hablar de la 'España vaciada', pero faltan remedios cuando no tenemos los servicios más básicos», reitera en su queja el regidor, que está pendiente de reunirse en julio, tras algún que otro aplazamiento, con la delegada territorial de la Junta de Castilla y León en Segovia, Raquel Alonso.
La última opción de la cisterna para surtir de agua potable a la población de Mata de Quintanar continuará dando su prestación mientras se demora la resolución, que por cierto, recuerda Gómez, ya se acordó con las administraciones provincial y autonómica en 2017. Ocho años de retraso.
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Aquel convenio proponía un trasvase de agua desde Cabañas de Polendos a Mata de Quintanar. Se hicieron estudios y mediciones para detallar el caudal que iba a ser necesario y suficiente. Dos años después, en 2019, el regidor recuerda que se trató de que fuera Somacyl, la sociedad pública dependiente de la Junta de Castilla y León, la que se encargara del proyecto. A día de hoy, se ratifica y piensa que es este ente el que debe abordar la solución que se planteó para garantizar el agua potable en el núcleo de población frente a la contaminación, que es un mal endémico en algunos pueblos de la provincia.
Hasta ahora se han ejecutado dos terceras partes de la conducción que mide 3,3 kilómetros; pero faltan las bombas de impulsión, casetas para las instalaciones y esa tercera parte restante de la canalización. De momento, el dinero que ha puesto el Ayuntamiento de Cabañas de Polendos asciende a 45.000 euros, la misma cantidad asignada por el Gobierno regional, del que lamenta que «se gaste burradas en cosas superfluas» en vez de atender una demanda de un servicio básico.
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