Profanan con basura el yacimiento donde se encontró la huella dactilar más antigua del mundo
Los arqueólogos se han encontrado con la desagradable sorpresa en el comienzo de la nueva campaña de excavaciones en San Lázaro
El yacimiento del Abrigo de San Lázaro de Segovia, enclave de relevancia mundial tras el descubrimiento de la huella dactilar más antigua conocida, ha aparecido ... este martes cubierto de basura y en un estado de deterioro alarmante. Coincidiendo con el inicio de una nueva campaña de excavaciones, el equipo del proyecto Primeros Pobladores de Segovia se encontró con una escena desoladora al retirar el cerramiento provisional del yacimiento, ubicado cerca del santuario de la Virgen de la Fuencisla.
El Abrigo de San Lázaro, declarado BIC hace unos meses, cuidadosamente protegido con vallas de obra y lonas al concluir la campaña anterior, ha sido, pues, blanco de un acto vandálico que ha dejado el lugar en condiciones deplorables. Restos de basura y de una hoguera, desperdicios y daños en el cerramiento han empañado la reanudación de unas excavaciones que prometen arrojar nueva luz sobre los orígenes de los primeros pobladores. Este enclave, que en el último mes ha alcanzado fama internacional gracias a la publicación de un hallazgo sin precedentes –una huella dactilar fosilizada considerada la más antigua del mundo–, se encuentra ahora en el centro de una controversia que pone en cuestión la protección del patrimonio cultural. El equipo arqueológico denuncia con firmeza este «atentado» contra uno de los patrimonios culturales más valiosos de Segovia, Castilla y León y España.

Las excavaciones en San Lázaro tienen como objetivo profundizar en los hallazgos previos y consolidar el yacimiento como un referente en el estudio de los primeros pobladores de la península Ibérica. David Álvarez Alonso, director de la excavación, expresó su consternación al describir el estado del yacimiento: «Por lo que vemos, ha habido gente que ha estado aquí comiendo y durmiendo. Incluso han hecho fuego en el interior y removido toda la superficie de la excavación que teníamos preparada para seguir este año». Según Álvarez, los vándalos han alterado gravemente el nivel arqueológico en curso: «Han movido todas las piedras de sitio, nos han quitado las referencias, han hecho fuego.... Esto es muy perjudicial porque contamina los estratos y altera el material arqueológico. La primera capa del suelo arqueológico está en muy mal estado».
El equipo, compuesto por entre 18 y 20 personas, tenía previsto iniciar una campaña de cuatro semanas, hasta el 18 de julio, con el respaldo de un convenio reciente con el Ayuntamiento de Segovia. Sin embargo, el incidente obligó a dedicar el primer día a documentar los daños, limpiar la basura y evaluar el nivel de alteración. «Antes de poder excavar, tenemos que ver hasta qué punto está alterado en relación con la última campaña, retirar lo que ya está movido y reiniciar sobre una superficie que no esté contaminada», explicó Álvarez. El proceso, aunque necesario, supone una pérdida de tiempo valioso para la investigación. El yacimiento, cerrado desde julio de 2023 tras la última campaña, había sido inspeccionado en septiembre de 2024 por el equipo junto al consejero de Cultura de la Junta de Castilla y León, sin que entonces se detectaran daños.
El arqueólogo lamentó la vulnerabilidad del lugar, cuya protección se ve limitada por ser un terreno privado. «Lo ocurrido pone de manifiesto lo fácil que es entrar aquí. La propiedad es privada, y la Junta nos dice que no pueden hacer una inversión en un terreno privado», señala. Esta situación plantea una duda sobre quién debe asumir la responsabilidad de proteger un bien cultural de tal importancia. Una solución podría pasar por la adquisición pública del terreno, como ocurrió con los yacimientos de Duratón o el Cerro de los Almadenes, en Otero.
La falta de medidas de seguridad efectivas, como una valla metálica permanente, agrava el riesgo, especialmente ahora que el yacimiento ha ganado notoriedad. «Con el efecto llamada, a nada que venga un solo energúmeno con el afán de buscar su tesorillo, el destrozo está garantizado», advirtió Álvarez. Para el arqueólogo, la protección no es solo una cuestión de recursos, sino de voluntad: «Nadie puede imaginar que esto pueda pasar en Atapuerca».
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