«Las prisiones ya no son centros de rehabilitación, sino campos de tortura»
Un preso de la cárcel de Segovia escribe una carta en la que pide ayuda a los medios y denuncia cucarachas en la celda y en la comida
La carta manuscrita de un joven preso drogodependiente y con discapacidad que cumple condena en la cárcel de Segovia es una petición de ayuda que ... traspasa los barrotes. «Los juzgados de vigilancia penitenciaria no prestan atención, ruego que lo hagan los medios. Las cárceles ya no son centros de rehabilitación, sino campos de tortura», lamenta en la misiva.
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En ella cuenta una serie de «irregularidades» y «persecuciones» con registros a su celda con videovigilancia desde que en un registro se quejara por uno de ellos. «Consisten en gritarte y humillarte, en ocasiones sin revisar siquiera tus pertenencias. Las tiran al suelo y las pisan». Una situación que, añade, afecta a su estabilidad emocional hasta el punto de valorar el suicidio. Se lo dijo a un funcionario que le respondió «haz lo que veas».
Asegura haber presenciado un golpe a un interno con discapacidad que estaba «estático» y cómo «pegaron» a otro reo con epilepsia en enfermería. «Podría estar contando más de mil abusos». Una situación que este preso asegura haber compartido con otros más veteranos: «Denunciando no se puede hacer nada, estamos en desventaja, no tenemos medios para recabar pruebas», lamenta en la carta.
«Te gritan y te humillan, en ocasiones sin revisar siquiera tus pertenencias. Las tiran al suelo y las pisan»
Testimonio de un recluso de la cárcel de Segovia
Sí se ha quejado estos meses de salubridad, sin respuesta. «Tenemos cucarachas en las celdas, hay internos que han llegado a encontrarlas en la comida. Esto es inhumano. Pido a los que no me crean que entrevisten a presos, no solo de esta cárcel, sino de otras, y verán que cuentan historias iguales o más fuertes».
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El Norte ha conocido por fuentes jurídicas sanciones recientes a raíz de episodios de agresiones, como el aislamiento entre 6 y 14 días para un preso por atacar a otro que se defendió con un «pincho carcelario» escondido en una maceta de una sala con televisión. También fue aislado otro reo por agredir a otro al que los funcionarios hallaron con «visibles rasguños en el cuello».
Otro recluso fue analizado tras un vis a vis por los perros, un cacheo positivo por el que acabó en el hospital, donde le detectaron dos bolas de hachís dentro de su cuerpo por un peso de unos 50 gramos. En una segunda inspección, hallaron dos bolsas en el forro de sus zapatillas con más de dos gramos de cocaína.
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