Así será la población de Segovia en 2037: más habitantes y más internacional
La proyección del INE vislumbra un aumento de unos 4.300 residentes y una comunidad extranjera que supondrá el 21% del padrón
¿Se imaginan cómo será la demografía segoviana dentro de quince años? ¿Creen que la provincia acentuará su declive o por el contrario, ganará nuevos ... vecinos? ¿Logrará romper de aquí al 2037 la tendencia descendente de nacimientos? ¿Persistirá el éxodo de vecinos en busca de mejores oportunidades fuera de las fronteras provinciales?
Estas incógnitas y alguna más son las que se plantea el Instituto Nacional de Estadística (INE) cada dos años. Es la frecuencia con la que el organismo oficial publica sus proyecciones de población y que, al bajar al territorio provincializado, toma como referencia en el horizonte los siguientes tres lustros. El panorama demográfico que otean los datos del último pronóstico, que vio la luz hace un mes, es alentador para Segovia. Al menos, la previsión fundada que hace el INE la sitúa en el vagón de las provincias que ganarían habitantes en 2037. Es un aumento a contracorriente de la evolución conjunta que apunta la comunidad autónoma.
Castilla y León ahonda en la alerta roja demográfica. El ejercicio que hace el instituto nacional a partir de las tendencias actuales revela la pérdida de 96.888 vecinos en quince años, lo que sería la peor cifra en términos absolutos de toda España. En porcentaje no sería la peor, porque perdería un 4,1% de la población respecto al 4,8% de Extremadura, el 6,7% de Asturias y el 8,9% de Ceuta.
Por su parte, el padrón segoviano extrapolado para aquel ejercicio 2037 estaría conformado por 158.109 vecinos, que son 4.297 más que los atribuidos al año en curso. O lo que es lo mismo, a lo largo de los próximos quince años, el INE presenta una proyección de aumento de la población residente en la provincia de casi el 3%.
El análisis que realiza el Instituto Nacional de Estadística toca varios indicadores a los que también sitúa en ese horizonte temporal. La natalidad es uno de ellos. En una de sus actualizaciones periódicas más recientes, el mismo ente estatal relegaba la provincia segoviana al furgón de cola de España como el territorio peninsular en el que más acusado había sido el descenso en la cifra de nacimientos durante el primer semestre del presente ejercicio.
Por lo tanto, en la primera mitad del actual 2022, la curva a la baja seguía buscando suelo. La proyección de población que hace la entidad estadística con la vista puesta en 2037 trunca esa racha descendente y ofrece una paulatina recuperación de la natalidad, que empezaría el próximo año, y que en tres lustros alcanzaría un aumento del 15%, pasando de los poco más de 960 alumbramientos actuales anuales a los 1.112.
La evolución demográfica que vislumbra el INE acompaña estas buenas nuevas de más recién nacidos con un descenso en las defunciones que se registrarán de aquí hasta la referencia de 2037. Si este año al que le queda un mes y medio para despedirse echa el cierre con unos 1.825 fallecimientos, la proyección disminuye la mortandad en la provincia a unos 1.732 óbitos, lo que equivale a una reducción del 5% aproximadamente.
A la hora de trasladar los datos y las variables sobre las que el Instituto Nacional de Estadística asienta su previsión, interpretarlas y extraer las conclusiones que despejen aquellas incógnitas sobre qué demografía habitará Segovia dentro de quince años, hay un indicador que sobresale como pilar sobre el que se edifica el crecimiento intuido. Se trata de la inmigración. O mejor dicho, de la población extranjera que se empadrona en la provincia.
Castilla y León perdería en torno a 97.000 vecinos en el horizonte temporal de los próximos quince años
El matiz es importante y diferenciador, ya que el INE distingue entre la afluencia de ciudadanos foráneos que recalarán en tierras segovianas a lo largo de los próximos tres lustros, y los vecinos de países que no son España que formalizan su situación y fijan su hogar.
En particular, estos últimos son los que decantan la balanza y los que propulsan la cifra de población hasta el horizonte de 2037. El INE desgrana que, en función de la nacionalidad de los habitantes que habrá dentro de quince años, la comunidad extranjera va a pasar de representar el 8% de la tarta del padrón a copar casi el 21%. Esto es lo mismo que decir que uno de cada cinco convecinos que vivan, trabajen y desarrollen su vida cotidiana en la provincia tendrá un pasaporte de origen que no es el español. Este fenómeno no es nuevo para un territorio que ha sido de acogida para personas foráneas.
La inmigración ha sido un torniquete que ha evitado una hemorragia más abundante en los padrones de la provincia durante los últimos años. De todos modos, los asentamientos de comunidades extranjeras no han vivido últimamente sus épocas más boyantes como las que auparon a Segovia como la locomotora que tiraba de la expansión demográfica regional antes de que detonara la crisis financiera generalizada de 2008.
Fenómeno matizado
Baste recordar que los casi cinco mil extranjeros que se asentaron en este territorio entre 2007 y 2008 hicieron que el censo foráneo en la provincia superara el listón de los 20.000 residentes, lo que suponía rondar una representación del 15% de la población.
La renovada proyección estimada por el Instituto Nacional de Estadística revive aquellas cifras y las sobrepasa con creces. Si se cumple la tendencia que traza el progresivo aumento del vecindario extranjero, dentro de quince años morarán en la provincia unos 34.000 ciudadanos foráneos. El incremento de esta población en tres lustros se dispara un 58%, según se deduce del pronóstico publicado por el INE.
Este crecimiento está matizado, ya que el vaticinio estadístico anticipa al mismo tiempo un retroceso en la llegada de inmigrantes. En el cómputo de los tres lustros que hay por delante, el saldo de la inmigración procedente de fuera de España es negativo, con una bajada en términos relativos por encima del 40%. Parece una contradicción si luego esos mismos datos del INEauguran un colectivo extranjero más numeroso. Aquí entran en juego otros indicadores relativos a los movimientos migratorios.
Uno es la inmigración procedente del resto del país, que a tenor de la tendencia esbozada por la evolución del INE ascendería un 11% en los próximos quince años. Además, la emigración a países extranjeros se reduce un 36% en ese mismo periodo de tiempo. A ello, hay que añadir la regularización de población internacional que ya vivía en la provincia segoviana con anterioridad y que en estos tres lustros oficializaría su empadronamiento y establecería su hogar después de conseguir el reagrupamiento familiar. De ahí que la ciudadanía foránea esté cada vez más presente en la sociedad segoviana a través de más generaciones.
Esta previsión se contrapone a la que vislumbra una disminución, aunque en mucha menor proporción, en la cifra de habitantes con nacionalidad española. En el periodo contemplado de los próximos quince años, la provincia se dejará por el camino unas 8.200 personas de cuna española, lo que significa una disminución ligeramente superior al 6%. De los más 132.300 residentes nacionales con los que parte el viaje hacia el futuro que proponen los números del INE, se pasará a unos 124.100.
Durante el segundo semestre del pasado ejercicio, hace ahora un año, el organismo estadístico enseñaba a través de sus cifras un amago de recuperación del pulso demográfico, después además de las consecuencias devastadoras de una pandemia del coronavirus que multiplicó las defunciones en ciertos periodos que resultaron particularmente luctuoso hasta provocar un exceso de mortalidad superior al 45% en 2020, cuando en la provincia se lloraron más de 2.400 pérdidas. Entre julio y diciembre de 2021, el padrón ganó 19 residentes con respecto a la primera mitad del curso.
La previsión indica un aumento de la natalidad para volver a rebasar los mil alumbramientos anuales
Esos atisbos estadísticos que anticipaban tímidamente el final del declive demográfico parecen tener continuidad en la proyección del INE.
Las proyecciones de población «proporcionan una simulación» de la ciudadanía residente en España en un futuro, señala el propio INE al explicar el procedimiento empleado. Estos cálculos «responden a la necesidad de disponer de una visión perspectiva actual de la posible realidad demográfica futura, actualizada según la evolución demográfica más reciente». En concreto –añade en su exposición el instituto nacional– se trata de simular los efectos que sobre la población futura tendrían la estructura demográfica y las tendencias demográficas presentes.
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