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Un agricultor suelta dos hurones para tratar de ahuyentar los conejos que destruyen sus cultivos. óscar costa

Una plaga de conejos daña los cultivos y los agricultores exigen mayor control

Hay parcelas de ocho hectáreas con casi el 70% comido y otras más pequeñas que están devoradas, dice Florencio Chamorro, uno de los afectados

ricardo domingo

Segovia

Lunes, 18 de abril 2022, 07:39

No se complicaron los romanos cuando al llegar a la península Ibérica decidieron bautizarla bajo el término Hispania —a su vez heredado de los fenicios—, que significa tierra abundante en conejos. Una especie de península cunícola. Poco que objetar a esto tienen en la actualidad numerosos agricultores de la provincia de Segovia que están siendo testigos de cómo estos mamíferos provocan grandes daños en sus cultivos, dando lugar a grandes pérdidas económicas.

Uno de los agricultores afectados, Florencio Chamorro, cuyos cultivos de trigo y cebada se encuentran en el término de Perogordo, confirma que este año la presencia de conejos es mucho mayor que en años anteriores y predice que «cada vez habrá más si no se controla de alguna manera». La proximidad de sus tierras de cultivo a los taludes generados en los márgenes de la Vía Verde del Valle del Eresma y las cunetas de la N-110 ha conllevado que éstos se conviertan en una madriguera perfecta. Chamorro supone que esto, unido a las condiciones climáticas —escasas nevadas este año— y la lenta evolución de la planta esta temporada por las constantes heladas desde enero hasta marzo, ha hecho más fácil que la plaga de conejos aumente y diezme en mayor proporción sus cultivos.

«Hay algunas parcelas de ocho hectáreas con cerca del 70% comido, también hay parcelas pequeñas de dos hectáreas que están prácticamente devoradas. En total, tengo entre 30 o 35 hectáreas que están afectadas en el 50% de su producción, como poco», asegura el agricultor, que añade las diatribas de la aseguradora para conseguir coberturas de los daños. «El seguro no te cubre si una parcela no tiene el 20% de daño… Tengo parcelas grandes de alrededor de 30 hectáreas que tienen comidas cuatro o cinco hectáreas y no llegan a alcanzar ese 20%», ejemplifica Chamorro.

Llama la atención que en los taludes generados con la construcción de la vía de alta velocidad —también muy próximos a los cultivos— no se encuentren los efectos de la sobrepoblación de conejos. «En el comienzo del talud del AVE no hay nada… los deben tratar con algo porque no hay nada», asegura Chamorro. En cuanto a reclamaciones, el tema resulta complejo. «Lo estamos dando vueltas a través de la Unión de Campesinos y no se ve que haya colaboración de ninguna parte… ¿A quién pedimos daños y perjuicios? A través de la Junta lo único que se obtienen son los permisos de descaste». Fernando Chamorro mantiene la esperanza de encontrar una salida al problema y concluye que «todo tiene solución si se intenta colaborar».

Por su parte, Alfonso Pescador, presidente de la Unión de Campesinos de Segovia (UCCL), alega que «cuando una especie se convierte en plaga la Administración tiene que tomar cartas en el asunto. No sólo conejos, sino también especies de caza mayor como jabalíes o corzos». Desde la UCCL subrayan el creciente aumento de plagas distribuidas a lo largo de la provincia y las continuas reclamaciones realizadas al respecto. «Llevamos a la Junta los daños causados por la fauna salvaje, pero la Junta delega en los cotos de caza, en los cazadores… Pero este es un tema ya más grave», defiende el presidente de la UCCL.

Pescador explica que el aumento de conejos se ha visto disparado en los últimos años y que hemos llegado una temporada de «explosión demográfica» que debe coincidir con un ciclo alto de reproducción y unas condiciones climáticas favorables. Asimismo, identifica fuertes crecimientos en las poblaciones de corzos y jabalíes que afectan a los cultivos de, por ejemplo, girasoles. No ve la caza —precintos y descastes— como medida suficiente para lidiar con un problema de sobrepoblación de un calado como el actual, «cuando se disparan las poblaciones, la caza es como matar moscas a cañonazos», apunta Alfonso Pescador.

¿Qué soluciones existen? Dada esta situación, resulta cuando menos curioso descubrir que el conejo ha sido recientemente catalogado como especie en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Ramón Pérez de Ayala, responsable de proyectos del programa de especies del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF en sus siglas en inglés), explica que «la situación del conejo es bastante dispar, hay una proporción pequeña de poblaciones que está en aumento y producen daños, pero luego hay una gran superficie en la península entera donde la población de conejos cae en picado». Esta situación se debe a «la concentración de usos», existen zonas muy humanizadas donde los conejos tienen a su alcance recursos alimenticios y no tienen depredación, las zonas agrícolas son un ejemplo, especialmente las próximas a las vías y carreteras ya que «son un refugio perfecto porque no se caza y los depredadores terrestres y aéreos no actúan». La Vía Verde del Valle del Eresma con sus taludes, sumado a su cercanía en algunos tramos a la línea de alta velocidad, conlleva que se convierta en un enclave ideal para la presencia de plagas de conejos afectando a los cultivos colindantes.

Pérez de Ayala también indica las limitaciones de la caza como medida para reducir los daños. «Con la caza lo solucionas puntualmente, pero a largo plazo tienes los mismos problemas año tras año». WWF ha llevado a cabo proyectos de cara a probar otras medidas de prevención de daños de estas sobrepoblaciones, «hay varias medidas que sí que funcionan como los vallados de 60 centímetros, los ahuyentadores acústicos, un par de abonos que saben fatal, protectores con las arbóreas…No hay una medida que solucione todo, se requiere una batería de medidas», arguye Ayala. El responsable de WWF también señala medidas para fomentar la presencia de zorros y el huroneo.

WWF está llevando a cabo a un proyecto con una planificación más general llamado Iberconejo y cuya misión es la de optimizar la gestión del conejo en la península. «El objetivo es ver en qué zonas los daños provocados por el conejo van a ser muy grandes e intentar tomar medidas a escala de municipio», expone Ramón Pérez de Ayala. El punto de mira del proyecto incluye apartar al conejo de los espacios agrícolas de cara a repoblar el ecosistema de monte mediterráneo de este mamífero, que tiene utilidades tan valiosas como ser presa de depredadores—una de las bases para el lince ibérico o el águila imperial— o su rol de ser un excelente «ingeniero de ecosistemas».

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