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«Retirarte con 38 años y medio y acabar en Primera División, no en el equipo de tu ciudad pero sí en el que más quieres... fue un bonito broche, como cerrar el círculo. Valladolid es el lugar fuera de Galicia donde más tiempo y más a gusto he estado». Son palabras de cariño de Borja Fernández hacia el Real Valladolid y hacia la ciudad. El exfutbolista gallego jugó durante un total de siete temporadas en Pucela y se retiró en 2019. Siguió vinculado al club hasta 2022: fue segundo entrenador con Javier Baraja en el Real Valladolid Promesas y dirigió al Juvenil A. Actualmente entrena al UD Ourense y vive a caballo entre su tierra natal y Valladolid. «Aquí aquí tengo familia, algunos de mis mejores amigos, negocios... me unen muchas cosas. Vengo cada semana, casi siempre los lunes, y me quedo hasta el miércoles», explica.
Borja Fernández es uno de los socios que gestionan Jero Catedral y Melêl. Se trata de un proyecto que le conecta con su llegada a la ciudad y con algunos de los mejores momentos que ha vivido aquí. «Del Jero de la calle Correos tengo muy buenos recuerdos sobre todo de mi primera época. Íbamos con la pandilla casi todas las semanas y también traía siempre a quienes venían a verme de Galicia o de Madrid. Jero decía aquello de 'al fondo hay sitio', y si no lo había lo buscaba en 30 segundos. Ahora con este local que tenemos en la Catedral, en una zona en auge y con estas vistas privilegiadas, es una forma bonita y nostálgica de revivirlo. Aquí contamos con muchos de esos pinchos como el Navideño, el Castellano, Matrix y el Misión Imposible, mis favoritos». El Castellano lleva morcilla y huevo de codorniz mientras que el Navideño tiene Foie con Pedro Ximénez y Matrix une higo con crema de queso y arándanos. Pero su punto débil es el Misión Imposible, una explosión de sabor con boletus, bacalao, gambas, mahonesa y un crujiente de almendra. «Dependiendo de la temporada le añaden fresas o frambuesas. Me recuerda mucho a ese capítulo de Friends, que yo soy muy fan, en el que Joey se come una especie de tarta que lleva lengua de gato, carne... de todo. Lo come porque todos esos ingredientes le gustan por separado pero todo junto obviamente está horrible... pero no, aquí está rico. Nadie se explica cómo puede estar tan rico con esa mezcla», bromea.
Melêl, el otro establecimiento del que es socio, se encuentra justo ahora en pleno cambio de carta. «Vamos a llevar también allí la cocina de Jero, la que tienen en el original, en la parte de abajo. Recuerdo que servían un arroz caldoso espectacular».
Otro de sus rincones gastronómicos favoritos es La Parrilla de San Lorenzo, especialmente para disfrutar de un buen lechazo. «Allí fue mi primera comida en Valladolid. Siempre te tratan muy bien, hay ambiente y una comida exquisita». También Corinto, un lugar «donde siempre comes rico» del que destaca los huevos rotos, el tataki de atún rojo y las croquetas, y Martín Quiroga, «mi número uno, mi favorito, en el top tres de los mejores restaurantes que he estado en el mundo», recalca. De aquí le hace la boca agua el gambón, el carpaccio de gambas, los chipirones y la ensaladilla, por su toque diferente y ligeramente picante. «El otro día probé por primera vez allí el besugo y me pareció espectacular. Y siempre tenemos pelea por ver quién se come más yemas de postre, mi hermana y yo siempre nos la sorteamos», asegura. Además destaca los locales del Grupo Bla Bla Bla, dueños de Raza y La Pera Limonera, entre otros. «De la Pera Limonera siempre me han gustado mucho las hamburguesas y el steak tartar que preparaban allí en la mesa delante de ti, muy rico», recomienda.
En cuanto a los barrios, resalta dos lugares, en La Victoria y Villa de Prado respectivamente. «Hemos ido alguna vez a Paco Espinosa, hemos celebrado reuniones y comido en un salón privado. Es muy bonito y con mucho encanto. Y en los últimos años otro sitio de referencia para mí es el Atypikal. Me quedo con los huevos japoneses, que son como huevos rotos pero con atún, los nigiris y el brócoli, que está muy rico», promete.
En la provincia, solía acudir mucho a El Rincón del Labrador, en La Santa Espina. «Tenía una cosa muy buena que era producto casero, de su huerta. Recuerdo los espárragos, los tomates, los huevos rotos de las gallinas que compraban en el pueblo... pero ya cerró», lamenta. Actualmente, si tiene que elegir un restaurante de pueblo, lo tiene claro: El Chivo, en Morales de Toro (Zamora). «Siempre que podía iba entre semana a tomar un cocido, lo sirven los jueves. Pero desde que me he ido a Galicia no he podido volver. Su especialidad es el pescado, dicen que es uno de los lugares que sirve mejor pescado de España», asegura.
Para tomar algo con los amigos, su ruta se vertebra con El Farolito, Cucu Bananas, The Bowie y Sala de estar. «Vamos mucho a El Farolito para tomar un vino y algún platito frío, unos tomates o algunas latas en la terraza», explica.
Borja Fernández valora mucho la gastronomía vallisoletana. «Al primero que preguntes te va a hablar de vino y de lechazo, pero creo que hay muchas más cocinas y muchas más cosas aquí en Valladolid. Obviamente el concurso de pinchos y la tradición que hay de pinchos es muy grande y aparte es una ciudad bonita», alaba.
El domingo 8 de junio conoceremos el plan favorito de la actriz vallisoletana Ana Garcés, quien dio vida a Jana Expósito en la serie de TVE 'La Promesa'.
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