«Nunca he tenido problema para hablar y expresar mis sentimientos»
El gallego repasa el rol de capitán en su quinto año en el club tras su sincero discurso previo al duelo del Cuenca, un punto de inflexión en la temporada
Gonzalo Carró dio lustre a la figura del capitán, el estatus que se ha ganado con cinco temporadas en el Balonmano Nava, con una charla ... que encendió la sanadora victoria del día 8 ante el Cuenca, la que volteó el ánimo de un grupo que ganó el sábado siguiente al Huesca y hoy vista Barcelona, el rival imposible, a las 20:30 horas, fuera del descenso. La arenga dijo así: «La gente al principio no nos va a ayudar, tenedlo claro, no les hemos dado nada desde que estamos aquí. Los metemos nosotros. Todos animando, celebramos cada puta acción, seamos equipo. Son 12 tíos y se parten la cara; seamos más que ellos. Cada puta acción, dejémoslo todo, corramos todas. Y, de verdad, creamos cada uno en nosotros mismos, que valemos mucho, os lo digo siempre. Hoy más. Volvamos a ganar, que mola mucho». El club lo grabó y aquello dejó huella con no pocas felicitaciones. «Me pillaron un poco in fraganti. Mientras sirva para que llegue a mis compañeros… Es algo que sale de mí. Hay que medir bien cuándo hacerlo; si uno lo hace todos los días, es más complicado que llegue».
–En esos malos momentos, ¿acaba uno detestando su trabajo?
–No. Piensas muchas cosas, igual te generas unas dudas que no son reales. En todos los trabajos suceden estas cosas, baches con los que hay que lidiar.
–¿Cómo se limitan los daños?
–Es difícil, la gente está más crispada y puede saltar antes. Medir palabras, gestos. No ha sido el caso, nuestro vestuario es muy limpio, mucha gente joven, con ganas. Los veteranos empezamos a tener nuestras manías; la experiencia ayuda, pero no es tan fácil lidiar con nosotros. En el nuestro, al haber tanto debutante, no hay maldad ninguna.
–¿Qué manías tiene?
–[Ríe] Cada vez más. Igual me las como yo más. Tendremos que hablarlo entre los más veteranos y no 'meter miedo' a los jóvenes.
–La emotividad ha sido su gran virtud y su gran defecto. ¿Cómo ha aprendido a utilizarla?
–Estoy totalmente de acuerdo, desde joven. Es algo que no he perdido, es lo que me hace seguir estando ahí. Esas ganas, esa lucha, esa entrega. Me lo han inculcado en casa. Ya que haces las cosas, intentar hacerlas al máximo. A veces puede salir cruz, pero he ido mejorando. He hecho mi autocrítica, he trabajado con psicólogos, pero viene con la experiencia. Sabes cuándo hacerlo para apretar a la grada o imprimir esa rabia, ese esfuerzo, al equipo.
–¿Qué valor da a sus cinco años en Nava?
–Te dan una tranquilidad importante para sentirte bien a la hora de jugar. Si estás pensando en qué vas a hacer el año que viene, tu rendimiento no es óptimo.
–A otros se le quedó pequeño. ¿Por qué a usted no?
–Son etapas. Gracias al Nava he vuelto a la selección, he jugado un Mundial, me he sentido querido. Hacía muchísimo tiempo que no vivía en la misma casa tantos años, ya te da pereza empezar de cero. Se me ha valorado mucho desde el primer momento y yo intento ayudar en todo lo que el club necesite. Si estás a gusto, ¿por qué cambiar?
–¿Por qué acepta ser capitán?
–Siempre he sido un poco echado 'palante', nunca he tenido problema para hablar y expresar mis sentimientos. Álvaro confió en mí cuando se lesionó Dzmitry. El año pasado era distinto porque teníamos un vestuario con más experiencia y no se necesitaban hacer cosas que este año, con gente joven, sí. Yo encantado.
–¿Las derrotas duelen más?
–Te diría que sí, sobre todo por los años que llevo aquí, por ese arraigo. Te sientes más responsable, no solo por la parte deportiva, sino por la del grupo. Metes más piedras a la mochila.
–¿Cómo se gana el respeto de sus compañeros?
–Con actos y trabajo. Sobre todo, ser fiel a lo que dices. Si te digo que hay que hacer esto y yo no lo hago, es un discurso vacío. Y estar ahí para cualquier cosa.
–Pablo Herranz marca ocho goles al Huesca y usted uno. ¿Quién hace mejor partido?
–No hay color, Pablo hizo un partidazo, es un gran pivote. A mí me da gusto ver crecer a la gente como él o como Óscar. Cuando llegué hace cinco años, no jugaba y él se fue a mitad de temporada. El otro día juego 20 minutos, pero intento aportar lo máximo posible, no solo en la pista, esa labor de capitán es importante en esos partidos.
–¿Cómo?
–Un poco de todo. Echar una mano al cuerpo técnico si veo algo, hablar con un compañero o con el árbitro, si se puede. Por no jugar no te vas del partido. Es una responsabilidad y hay que estar ahí los 60 minutos.
–¿Cómo se evalúa la aportación de un 'fontanero' como usted más allá de los goles?
–A veces es complicado. Antes pensaba más en ello, pero ahora lo veo con más perspectiva. Los intangibles, como bien dices, de ese fontanero. Puede ser que no se valore tanto de cara a la galería, pero la labor de ese tipo de jugadores es importante. No todos son arquitectos, es necesario que haya de todo en un equipo. Habrá momentos de más glamour, pero cada uno debe tener muy clara su faceta.
–¿Cuál es la lucha del Nava?
–Crecer cómo equipo y ver dónde nos pone la clasificación. Se han puesto cuotas muy altas, igual no era del todo bueno con tanta gente nueva. Suele pasar con estos equipos que empiezan de cero, el trabajo se empieza a ver en las segundas vueltas.
–¿Asume jugar contra el Barça como un partido imposible?
–Imposible no hay nada, pero sabemos lo que hay. Siempre se dice que es como ir al dentista. Hay jugadores que se pueden soltar más sin esa presión de ganar. Está en nuestra liga y todos los equipos tienen que pasar por ello.
–¿Creyó posible ganar en 2023 cuando mandaban por cinco?
–Sinceramente, me costaba mucho. He llegado a perder de uno en el Palau con Huesca yendo ganando todo el partido. Es el ejemplo. Salimos muy sueltos y les dimos guerra. Partidos así te ayudan mucho a crecer, por mucho que luego te dé rabia perder.
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