Segovia
El mal menor de gastar 4.000 euros y ocho meses por un conductorEl transporte ha encontrado soluciones en Perú ante la falta de mano de obra, una opción que rechazan hostelería y construcción
Tal es la carestía de personal en el transporte que pagar cantidades que en algunos casos llegan a los 4.000 euros por traer a ... un conductor de Perú y asumir un trámite entre los ocho meses y un año hasta que se sube al camión es el mal menor. El acuerdo con una empresa especializada en la contratación choca con la burocracia, desde el visado a la homologación del carné de conducir, que requiere superar un examen práctico. Con todo, ya han llegado unos diez conductores a Segovia. «Esas demoras son insoportables; si tienes un vehículo parado, no puedes esperarte ocho meses a arrancarlo, pero es que no hay opciones», subraya su director general, Fernando García. «Las empresas que lo están haciendo lo asumen como una inversión en personal».
El perfil de peruanos que viene es gente de cierta edad que obtuvo el carné de camiones o autobuses en la misma fecha, 2009, que se pide en Europa para acreditar su título mediante una formación continua del Certificado de Aptitud Profesional (CAP): un curso de 35 horas frente otro que puede superar las 200. El trasvase supone unos honorarios para la empresa mediadora y cubrir tanto el transporte del trabajador como unas condiciones mínimas, sobre todo vivienda, durante el tiempo que deba pasar en Segovia hasta que se suba al camión a generar ingresos. «Es gente que viene de un país a 10.000 kilómetros y prácticamente con las manos en los bolsillos». Una operación sin garantías a largo plazo. «Cabe la posibilidad de que empiece a trabajar y se vaya. Y eso no lo puedes evitar. La esclavitud se abolió hace unos cuantos años». Sí hay cláusulas con la empresa intermediaria, que reduciría sus honorarios.
Hay empresas de la construcción que importan trabajadores, pero «son las menos», resume el presidente de la Asociación Provincial de Industrias de la Construcción de Segovia, Javier Carretero. «Es complicado. Le traes, le pagas todos los viajes y si luego no vale para nada, ¿qué haces? No somos una ONG. Cruz Roja nos ha dado varias charlas con gente de este estilo y tienen menos ganas de trabajar que mi hija de siete años». Algo que justifica por las ayudas públicas. «¿Qué prefiero? 700 sin hacer nada o 1.200 trabajando. Llamas y te dicen que hace frío o está lloviendo. Es que nos ha pasado. O decirte que no sabe dónde está la obra. Que estamos en Segovia, no en Barcelona». Con su experiencia cree que el transporte es «un sector más agradecido» para importar mano de obra por a la certificación previa. «Traes de Perú a un tío que viene a ser camionero, pero si traes a uno para la construcción, ¿qué certificación tiene? Y en cuanto encuentre otra cosa se te va a ir. En construcción no se ha usado prácticamente nada en Castilla y León. Y si se ha usado, no con buenas experiencias. La hostelería tampoco trae gente y les falta el mismo personal que a nosotros». Sectores que comparten la falta de relevo generacional, con una edad media por encima de los 50 años.
El vicepresidente de Hotuse, Javier García Crespo, no ve necesario importar. «Es muy triste que tengas que traer gente de fuera cuando hay dos millones y pico de tíos en el paro. ¿Por qué no trabajan? Por las ayudas o porque hagan cuatro cosas en negro. Todos sabemos que eso ocurre». Hay ejemplos, sobre todo en ciudades de costa, que plantean acuerdos con escuelas de hostelería de Latinoamérica para la temporada alta a las que podría sumarse Segovia. «Nosotros hemos apostado en nuestra última asamblea por intentar formar y conseguir gente de aquí».
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