«La imagen de los edificios no pertenece solo a los propietarios, sino a todos»
Susana Moreno, presidenta del Colegio de Arquitectos de Castilla y León-Este, aboga por exigir proyectos técnicos dirigidos por profesionales
La presidenta del Colegio de Arquitectos de Castilla y León-Este, la segoviana Susana Moreno, alerta sobre el peligro de que Segovia pierda su identidad ... urbana debido a rehabilitaciones energéticas descontroladas, fenómeno conocido como 'ciudades payaso'. En este sentido, aboga por proyectos técnicos que protejan la arquitectura singular de barrios como La Albuera o Nueva Segovia y de conjuntos tan emblemáticos como el que integran los bloques del Taray, dentro del recinto amurallado.
La popularización del SATE responde a la necesidad de mejorar la eficiencia energética, pero su aplicación sin control técnico está transformando barrios en mosaicos incoherentes en diversas ciudades. Moreno critica que muchos ayuntamientos no exijan proyectos completos para estas intervenciones, y acepten memorias técnicas o incluso solo declaraciones responsables. «La ley de ordenación de la edificación exige un proyecto para cualquier modificación sustancial de una fachada, pero con declaraciones responsables, el control municipal es mínimo», explica.
Todo ello redunda en rehabilitaciones que ignoran el inmueble y su entorno y amenazan la imagen colectiva de la ciudad. «La imagen de los edificios no pertenece solo a los propietarios, sino a todos los ciudadanos, porque genera identidad y forma parte de la memoria de los barrios», señala Susana Moreno. El SATE, aunque económico, ofrece poca flexibilidad arquitectónica, lo que conduce a acabados uniformes, como edificios blancos con detalles grises (parecidos a una tarta Comtessa) que eliminan la diversidad estética. «Estamos convirtiendo todos los edificios en el mismo edificio, lo que diluye la identidad de los barrios».
Segovia, cuya arquitectura moderna refleja ya distintas épocas, es particularmente sensible. «Dos terceras partes de la ciudad, construidas entre los años setenta y ochenta, tienen características propias, como el ladrillo visto, que dan identidad a barrios como La Albuera o Nueva Segovia. Estas áreas, surgidas durante la industrialización y la migración rural-urbana de una época muy determinada, incluyen viviendas protegidas y autoconstrucciones, como en el barrio del Peñascal, que responden a necesidades habitacionales del momento. Sin embargo, la falta de normativas energéticas hasta 1979 y la escasa exigencia hasta 2006 dejaron edificios con aislamientos deficientes, lo que impulsa su rehabilitación actual», explica Moreno.
La arquitectura de ladrillo visto, característica de los años setenta y ochenta, es un testimonio de su tiempo. «Cubrirla con SATE blanco o gris elimina la diversidad que enriquece el paisaje urbano», apunta. Esta homogeneización ignora los valores de la sociedad que construyó esos barrios. «Cada época refleja preocupaciones distintas en sus edificios. Homogeneizarlos por eficiencia energética, sin sensibilidad, es un error», añade. Por ello, Moreno propone alternativas al SATE, como revestimientos cerámicos o fenólicos, que respeten la estética original y eliminen puentes térmicos sin alterar la imagen del barrio».
El edificio Taray, construido en los años sesenta, es un ejemplo singular. Susana Moreno lo describe como «fascinante» por su composición arquitectónica, que divide un volumen masivo en pequeños edificios mediante líneas de sombra y placas de hormigón prefabricado coloreadas 'in situ'. «El Taray respeta su entorno en el recinto amurallado, donde se integra sin destacar excesivamente. Un SATE blanco lo haría más visible y desvirtuaría su diseño», explica.
La representante regional de los arquitectos aboga por exigir proyectos técnicos dirigidos por profesionales que analicen el edificio y su entorno, propongan soluciones respetuosas y medien con los propietarios. «Un técnico puede hacer pedagogía y lograr soluciones adecuadas», afirma. También sugiere la necesidad de adaptar los edificios a la accesibilidad universal y la eficiencia energética acorde con el clima de Segovia, sin derrochar recursos ni aumentar emisiones de CO2. El desafío es modernizar Segovia sin sacrificar su diversidad.
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