Goyo Jiménez | Humorista
«Los humoristas hemos pecado excesivamente de filósofos»El cómico lleva hoy su espectáculo a Las Noches Mágicas de La Granja de San Ildefonso
Goyo Jiménez (Melilla, 31 de enero de 1970) lleva haciendo chistes estadounidenses desde 1998. Cambia la temática –del western a los superhéroes de Marvel–, pero ... lo suyo es antropología. Por eso lleva hoy a las Noches Mágicas de La Granja su nueva propuesta, Misery Class, una reflexión sobre la miseria humana: por qué un minibar da caché a la habitación de hotel, para, después, sacar su contenido y meter la compra del Mercadona. «A ver quién estafa a quién».
-¿Por qué montó una compañía teatral con 16 años?
-Para hacer las cosas que yo quería. Porque no las hacía nadie. El poquito dinero que tenía me lo gasté en esto, y menos mal, me di cuenta de que así era dueño de mi éxito y de mi fracaso. Sacaba pasta como camarero, poniendo copas, y pedía prestado.
-¿Por qué vio futuro a los monólogos?
-Tenía curiosidad y me enamoré del género. Estaba haciendo teatro y empecé a indagar, eso de una persona sola que escribe, se dirige y actúa me daba mucha tranquilidad: lo puedo hacer siempre, subirme a un cajón de fruta y contar historias. Tengo amigos que son magníficos actores, directores o escritores. Yo, como no soy magnífico en ninguna de las tres cosas, digo, voy a sumar para que parezca más. ¿Cómo aprovecho al máximo los limones que me ha dado la vida? Pues con esta limonada.
-Con múltiples registros. ¿Cómo puede representar a Shakespeare y salir en Torrente?
-Porque siempre he mirado a todo con la misma inocencia. No veo el arte como una competición, sino como algo que se complementa. De hecho, Shakespeare fue acusado por sus contemporáneos de ser Torrente: que era muy populachero, un 'sacude-escenas'. A Molière o Lope de Vega les pasó lo mismo. La mayoría de los clásicos fueron acusados de ser excesivamente comerciales. No hay que despreciar nada, todo me parece válido. Cuando un espectador se sienta, sonríe y lo disfruta, a mí me merece respeto, aunque no me guste. Hay gente que piensa que el arte es su novia y se la está tirando otro. Tío, no te enfades, vive y deja vivir. Yo disfruto como espectador, en este mundo puedes permitirte perder cualquier cosa menos la afición. Si deja de gustarte esto y empiezas a gustarte tú mucho, tienes un problema.
-¿De qué le acusan sus contemporáneos?
-De todo. Lo mismo te dicen que eres un cuñado que te pasas de ilustrado. Hay gente que detesta lo que hago, no sé cuánta, ni me importa, pero están en su derecho. No hay mayor democracia que rascarse el bolsillo. Si pagas la entrada, te tiene que gustar.
-¿A usted por qué le gusta hacerlo?
-Ahora mismo, por el público. Antes lo hacía por mí, por decir, qué gracioso soy, hacedme caso, queredme. De verdad, cada vez que veo el teatro lleno… qué suerte tengo. Estoy en un momento en el que agradezco que me quieran, intento devolver lo máximo que puedo.
«Hay gente que piensa que el arte es su novia y se la está tirando otro»
-¿Qué parte es improvisación y qué parte es guion?
-En mi caso, la mayor parte es improvisación, pero ojo, con experiencia. Es imposible conseguir en mi mesa lo que consigo con el público delante. Yo tengo un esquema, llevarlo por aquí, por allá, como las rutas de Google Maps. Y muchas veces aparece una nueva. Desde el día del estreno hasta que lo retiras, el espectáculo no tiene nada que ver. Es como la analogía del partido a partido en el fútbol. Es mi forma de jugar para que no sea una lata.
-¿Cómo reacciona cuando no hay 'feeling'?
-Pasa, ¡eh! Vas a eventos de empresa con gente que ni te conoce o no tiene ganas de reírse porque van a despedir a la mitad. Mi vocación es que la gente se vaya mejor que entró. Si no hay feeling, como yo he hecho todo lo posible… Es como intentar ligar y no conseguirlo. No hay que forzar la situación, hay que saber cuándo retirarse.
-¿La gracia caduca?
-Sí, desde luego. Hay gracia que caduca y otra que no. El humor está basado en una reflexión, pero sí que caduca el contexto. Pedro Sánchez, Rajoy… Pero el esquema que sostiene un chiste sigue vivo. Hay muchos que son antiquísimos y se van adaptando a los tiempos. Me acuerdo de muchos en textos romanos o griegos. Los chistes sexuales son siempre los mismos.
«Si empiezas a gustarte mucho tú, tienes un problema»
-¿Cuál es su temática más fértil?
-Por ejemplo, con los americanos, hay referencias que hay que adaptar a los más jóvenes, pero lo que no caduca es hablar del amor, del odio, la pasión, de la pureza… Reírte de la falta de actividad sexual no va a caducar nunca.
-¿Cómo adapta una temática de 1998 a 2025?
-Es otro monólogo. Las películas del western ya no existen, no las ven, pero si te pones a hablar de Marvel estás mucho más cerca del público de ahora, pero es la misma reacción épica. El vaquero es un tipo duro y Spiderman es un tipo duro. Las madres van a seguir teniendo comportamientos de madres. Y los padres, los hijos, los novios…
-Suena a ejercicio de antropología.
-Tú sigues haciendo cosas fruto del animal que somos. Cuando celebras un gol levantas los brazos, como cualquier primate. ¿Por qué lo haces? Porque está en tu naturaleza. Eso pasa con muchas cosas, desde gritar a ir al baño.
-¿Cómo ha evolucionado la consideración social del humor?
-Hubo una curva ascendente, pero uno no puede ir al humorista como va al psicólogo. Hay muchas veces que los humoristas hemos pecado excesivamente de filósofos. Y me incluyo. Eso lleva al hastío y pasamos luego a otra curva descendente. Cuando la gente está enfadada o en posturas extremistas, le cuesta mucho reírse. Ahora se está bajando el suflé y hacemos menos caso a los agitadores. Volvemos a ser lo que tendríamos que ser: una actividad social interesante, y se acabó. Ni tanto ni tan calvo.
-¿Tiene usted fecha de caducidad?
-Me imagino que sí, me retirará la gente. Yo no tengo idea de hacerlo. Lo que sí estoy haciendo ya es trabajar menos porque antes me daba unas palizas tremendas, de hacer al año 250 funciones. Y eso cuando se suma al trabajo en tele, radio… llega un momento en el que le coges un poquito de asco y no quiero que me pase. Me iré apartando de los escenarios.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión