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Las colas a las puertas de los bares y cafeterías que ayer ofrecían sus productos para llevar hicieron la competencia a las habituales en entidades ... bancarias o farmacias. El cierre de la hostelería durante al menos catorce días adoptado por la Junta de Castilla y León para intentar frenar la expansión del coronavirus convirtió a los establecimientos abiertos para vender bebidas o comida para llevar en los locales más buscados por vecinos y trabajadores de la ciudad. Y no fueron pocos los negocios del sector que optaron por esta fórmula para intentar aguantar las semanas de cierre. Según Jesús Castellanos, vicepresidente de la Agrupación Industrial de Hosteleros de Segovia (Aihs), alrededor de un 20% de los establecimientos optará por intentar la venta de productos para llevar. Otra cosa es que todos aguanten, ya que «la demanda con la gente de Segovia no es suficiente».
Este viernes, los descansos en el trabajo para tomar un café en el interior de un bar tuvieron que ser sustituidos. El café, imprescindible para muchos en su día a día, se trasladó a los bancos, a las oficinas o se consumió mientras se daba un pequeño paseo por Segovia. Nuevas alternativas para sustituir una costumbre difícil de aplazar sin más. «El café es el que te anima a media mañana. Cuando estás acostumbrado a él no lo puedes perdonar», indicó Jaime Guadaño, uno de los trabajadores en el centro de Segovia que ayer cambió el café en el bar por el café para llevar.
Otras, como Patricia Velasco o Vanesa Antequera, tampoco perdonaron el café de media mañana. En su caso, estaban haciendo recados por el centro de Segovia y ni siquiera sabían la posibilidad de comprar bebidas o comida para llevar. «Hemos trasladado el café de la terraza a la calle. No es igual de cómodo. No tiene nada que ver», señalaron mientras bebían un café «ya casi frío» en un banco de la avenida de la Acueducto.
Si los clientes mostraban su resignación a tener que cambiar sus hábitos, los hosteleros añadían su incertidumbre por no saber cuál será la respuesta de los segovianos durante los próximos días. Prevén que las mañanas de los días laborales sí que van a poder vender una cantidad importante de productos, pero temen que las tardes y los fines de semana la demanda caiga en picado. De hecho, varios hosteleros apuntaban ayer la posibilidad de cerrar durante los momentos del día en los que intuyan pocas ventas para tratar de ahorrar costes,
«Está siendo todo nuevo, pero el servicio es el mismo. Cambia el espacio. Servimos por ventanilla», afirma Paco Velasco, del bar La Tropical, donde han limitado la oferta a café, pulgas y bollería. «Todavía es pronto para saber si esto funciona. Hay que esperar unos días», añade. Por la misma línea se manifiestan Esther Nuñez y Gemma Burgos, propietarias de dos establecimientos en la calle San Francisco, que notaron una mayor demanda en la venta de productos para llevar.
«Es un servicio que ya teníamos. A nuestros clientes habituales no les afecta, pero sí que hemos notado más gente que otros días», señala Fátima Zorzo, quien durante las primeras horas de la mañana también tuvo que lidiar con dos personas que querían permanecer en el interior del local. «Hay gente que necesita socializar», advierte. No obstante, en uno de los casos tuvo que llamar a la Policía Nacional.
Cafeterías a parte, varios restaurantes mostraron carteles en los que anunciaban la posibilidad de adquirir comida para recoger, mientras que otros aprovecharon el cierre obligado para limpiar sus locales. «Voy a aprovechar para sacar las cajas, limpiar, pintar y hacer algún cambio en la cocina», comenta Félix del Barrio, del café Jeyma. En el restaurante Las tres Bbb, tras cambiar de propietarios hace dos meses, «estamos aprovechando para sacar género, limpiar y cambiar un poco la decoración», afirma Clara García, quien señala «que ahora no es momento para invertir en un negocio».
Noviembre recordó a marzo. Las calles de la ciudad volvieron a lucir parecidas a como lo hicieron durante el confinamiento de primavera. Las persianas de la mayoría de bares y restaurantes no se subieron con el amanecer y el mobiliario de sus terrazas permaneció amontonado en la calle. Era el primero de los catorce días que como poco la ciudad tendrá que vivir con su principal motor económico sin apenas actividad.
Pese a que la imagen de la ciudad a primera hora de la mañana guardaba claras semejanzas con las vistas en marzo o abril, también había notables diferencias. Los entornos de los centros educativos continuaron con su ir y venir constante de padres y alumnos, mientras que los pequeños comercios segovianos continuaron abiertos durante toda la mañana. Por ello, vías como la avenida del Acueducto o la Calle Real no evitaron ayer la presencia de los camiones y furgonetas de carga y descarga, aunque fueron bastante menos que otros días. Hasta las once de la mañana apenas se observó a un par de camiones de distribución de bebidas por el centro de la ciudad.
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