Fernando Gómez: «El rastreo funciona mejor que la tecnología»
Este rastreador profesional de fauna y personas dice que a las altas esferas puede molestarles «que entre en ciertos ámbitos»
luis javier gonzález
Segovia
Miércoles, 11 de diciembre 2019, 11:27
Tras curtirse en Estados Unidos y una treintena de países, Fernando Gómez, de 37 años, reivindica la figura del rastreo en España. En su ... versátil agenda forma a profesionales para localizar personas desaparecidas o fugitivos, estudia una escena del crimen o zonas con cazadores furtivos. También hace estudios científicos de animales en peligro de extinción o invasores y ahora está en Navarra, formando a profesores de instituto. Este segoviano es el delegado en los países de habla hispana de la escuela Scott Donelan, una de las más prestigiosas del mundo, y terminará en 2021 uno de los libros más completos del mundo tras una década rastreando en 25 países de Europa para fotografiar las huellas que deja la fauna.
–¿Por qué es importante el rastreo?
–Por varias cuestiones. Es una herramienta ancestral, propia de los orígenes de nuestra especie. Llevamos rastreando cerca de dos millones de años. Es fácil de transmitir y no caduca, aumenta siempre con la experiencia. Te hace más humano porque utilizas tus sentidos, algo que con la tecnología no hacemos. Luego, el rastreo tiene muchos usos. Yo trabajo en varias vertientes, desde la formación de profesionales que pueden utilizar esta herramienta para proteger animales o personas a profesores de instituto. Se puede usar para informes de inteligencia ambiental, formar unidades militares o el 'anti-rastreo' de los pilotos, saber rastrear para que luego no te rastreen a ti.
–¿Por qué cogió ese camino?
–Empecé a rastrear en 2004 cuando estaba en la escuela de capataces de Coca. En 2008 me metí de lleno. Ya estaba en la Unidad Militar de Emergencias y en 2010 lo dejé para dedicarme profesionalmente a rastrear. Hasta 2010 no había salido de España y desde entonces he estado en 30 países.
–¿Qué es lo más exótico que ha rastreado?
–Por ejemplo, estuve en un proyecto para localizar cocodrilos del Orinoco, un caimán llanero de Colombia. En algunas zonas está casi desaparecido y lo encontramos con técnicas de rastreo. Hicimos jornadas con los rangers para proteger al tigre de Sumatra [una isla de Indonesia] y hemos buscado personas desaparecidas en una zona bastante agreste de Chile. He estado varias veces en Colorado, Nuevo México, Arizona... Fui el primer español que hizo el curso de rastreo táctico de unidades de élite en la Scott Donelan, la escuela más prestigiosa del mundo, y vimos cómo trabajaban los rangers en la frontera entre EE UU y México.
–¿Cómo es la vida en esa frontera?
–Es una zona muy complicada. Un ranger que trabaja en protección de animales vigilando la presencia de serpientes cascabeles por temas de seguridad se puede encontrar con cuatro narcotraficantes. Lo que impresiona realmente es la barrera enorme de cuatro metros de altura que llega por debajo del suelo. Lo que tienen allí montado para que la gente no pase es espectacular: sensores químicos, cámaras, unidades vigilando por todos lados, en globo o en moto. Y aun así, se cuelan. Lo curioso es que en uno de los países con más tecnología, al final la gente se forma en técnicas ancestrales de rastreo porque funciona más.
–¿Qué hace a un buen rastreador?
–Hay unas pequeñas bases, pero requiere un conocimiento de especies, climatología, comportamiento humano, anatomía, locomoción... Como me decía Billy Rodgers, especialista de rastro fugitivo en Colorado: «Abre tu mente, abre tus ojos». Lo que define a un rastreador es el sentido común, la paciencia, la persistencia y la capacidad de observación del entorno.
–¿Es la base ancestral a la que se refiere?
–Es la base, sí. Cuando hay necesidad y estrés, se agudizan los sentidos. Para conseguir alimentos y seguridad, necesitas el rastreo.
–Participa en la formación para encontrar a personas desaparecidas. ¿Qué hay detrás de las desapariciones en España?
–Cada vez hacemos más cursos donde el rastreo es una herramienta más en la formación para que la gente sepa buscar. No es mi especialidad, pero sí que puedo aportar que dentro de los desaparecidos hay muchos casos como ancianos, niños pequeños o gente que se pierde en entornos naturales en los que el rastreo es clave para encontrarlos. O por lo menos, acortar tiempo y distancia, que es la clave para que la gente pueda sobrevivir.
–¿Qué casos le quitan el sueño?
–Hay muchos de los que no puedo hablar. He tenido bastantes colaboraciones con la Guardia Civil o Policía y he participado en casos importantes. Lo que me quita el sueño realmente es que sé hasta dónde puede llegar esta herramienta en España, que es formidable. Es clave para la investigación, escenas del crimen, desapariciones… Es totalmente complementaria con la búsqueda de perros porque el rastreador conoce la zona. Yo podría dar formación a unidades militares, Guardia Civil, investigadores, forenses… Y casi no se me abren las puertas.
–¿A qué achaca esa limitación?
–No somos un país de mucha tradición y a las altas esferas puede molestarles que alguien como yo, que no soy de la administración, entre en ciertos ámbitos. Aquí hay mucha envidia y en EE UU se me abren las puertas. Hay un problema de confort en muchos cuerpos que llevan años trabajando de la misma manera y el rastreo requiere mucho entrenamiento. Y ponerte a estudiar es complicado.
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