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El domingo surrealista de Chema: robo, extorsión y una furgoneta recuperada
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El domingo surrealista de Chema: robo, extorsión y una furgoneta recuperadaSi a Chema, carpintero y ebanista de Trescasas, le hubieran contado el sábado por la noche lo que le aguardaba al día siguiente, no hubiera ... dado crédito. La jornada empezó muy temprano, de madrugada, cuando le robaron la furgoneta a la puerta de casa, pero en las horas sucesivas tuvo que enfrentarse a una estafa internacional y a un desagradable episodio de amenazas. Todo terminó con la intervención de la Guardia Civil y la recuperación del vehículo en circunstancias insólitas. Demasiado para un domingo de descanso.
Como de costumbre, Chema había estacionado su furgoneta frente a su vivienda. A las seis de la madrugada descubrió que el vehículo no estaba. «Me quedé en 'shock'. Es mi medio de vida, la uso todos los días para llevar herramientas y materiales». Sin perder un minuto, telefoneó a la Guardia Civil a fin de denunciar el robo y publicó un mensaje en sus redes sociales, Facebook y WhatsApp, en demanda de ayuda. «Subí una foto de la furgoneta y escribí informando de que me la habían robado, por si alguien la veía o sabía algo». A los diez minutos de publicar el 'post', su móvil sonó. La llamada, de WhatsApp, procedía de un número con prefijo de Colombia.
Lo que siguió después fue una cadena de acontecimientos que Chema califica de «surrealista». Los interlocutores, con acento extranjero, le aseguraban que habían conseguido recuperar la furgoneta de manos de unos delincuentes. «Me decían que tenían la furgoneta, que estaba en perfecto estado, pero me exigían un rescate de 700 euros». La comunicación debía mantenerse exclusivamente por WhatsApp y sin interrupciones. «Insistían en que no podía colgar, que no podían perder el contacto conmigo porque no querían líos». Desconfiado desde el principio, Chema estaba convencido de que se trataba de una estafa. «Es que la historia que me estaban contando no tenía ni pies ni cabeza. ¿Cómo iban a tener la furgoneta en Colombia? Además, todo sonaba muy raro, muy forzado», asegura. Los presuntos estafadores le propusieron un encuentro para devolverle el vehículo. Le dieron absoluta libertad para elegir el lugar, siempre que fuera público y al aire libre. Pese a sus dudas, Chema aceptó y, tras consultarlo con la Guardia Civil de Segovia, a la que puso al tanto de todo, eligió el aparcamiento del Parador de La Granja de San Ildefonso, un lugar concurrido y seguro.
Sin embargo, la situación tomó un giro más oscuro. Los supuestos estafadores exigían que el dueño de la furgoneta involucrara a una persona de su confianza para que realizara un pago mediante Bizum una vez que él mismo confirmara la recuperación de la furgoneta. La Guardia Civil decidió intervenir de manera encubierta. Un agente se hacía pasar por el hijo de Chema, mientras otro grupo de guardias civiles se preparaban para proteger al carpintero en el punto de encuentro convenido. «Me decían que, cuando llegara al aparcamiento, tenía que grabar y enviarles un mensaje diciendo que ya había recuperado la furgoneta, que todo estaba bien y que se podía proceder a hacer el ingreso. Ellos reenviarían ese mismo mensaje a mi hijo». Pero fueron más allá: mientras mantenían a Chema en línea, contactaron con su supuesto hijo (el agente encubierto) y le dijeron que su padre estaba secuestrado, que lo estaban torturando, que si no pagaba ya le «rajarían las tripas».
Con Chema en el aparcamiento del Parador, la tensión alcanzó su punto álgido. El carpintero de Trescasas, que estaba solo pero bajo la vigilancia discreta de la Guardia Civil, mantenía la conversación telefónica con los estafadores, que seguían insistiendo en que grabara el mensaje para su hijo. «Y yo les seguía el juego, pero no llegué a grabar mensaje alguno. Sabía que la Guardia Civil estaba allí». Llegaron, pues, las amenazas y los intentos de intimidación, pero los estafadores nunca aparecieron. «Era todo una farsa para sacarme el dinero».
Minutos después, cuando Chema estaba en el cuartel de la Guardia Civil de La Granja formalizando la denuncia, recibió una llamada que cambió el rumbo de la historia. Procedía del cuartel de la Guardia Civil de Illescas, Toledo. «Me dijeron: 'José María, ¿dónde tienes tu furgoneta?'. Les contesté que precisamente estaba denunciando el robo, y me respondieron: 'No te preocupes, la hemos recuperado'». El vehículo estaba en una carretera cercana a Illescas con el depósito de gasoil vacío. Los agentes, que persiguieron a los ladrones, detuvieron a dos de los tres implicados; el tercero logró escapar. Cuando el carpintero llegó a Illescas, se llevó una sorpresa aún mayor: la furgoneta estaba llena de bicicletas eléctricas supuestamente robadas por los cacos. «Se ve que usaron mi furgoneta para cometer otro robo». Aunque el vehículo presentaba algún daño (tenía los bombines rotos), en líneas generales estaba bien. La Guardia Civil sigue con la furgoneta en su poder, pues está recogiendo huellas y otras pruebas. «Es un trastorno enorme, porque la necesito para trabajar todos los días», lamenta Chema.
El domingo de Chema Corral fue, sin duda, un día para olvidar. La experiencia le ha dejado una profunda sensación de vulnerabilidad. «Estamos vigilados. Subes algo a las redes y a los diez minutos ya te están llamando desde el otro lado del mundo». Sin embargo, destaca la rápida actuación de la Guardia Civil, que evitó que cayera en la estafa y colaboró en la recuperación de su vehículo. El carpintero, que sigue atendiendo su taller mientras lidia con las secuelas de este episodio, espera recuperar pronto su furgoneta y volver a la normalidad.
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